lunes, 7 de febrero de 2022

GANDHI

He tenido un fin de semana raro, de esos que uno no espera pero ya es sabido que la vida escoge el camino que quiere. Después de casi 3 años  me llega una posible demanda surrealista por un trabajo que ya está hecho. Nadie entiende nada, pero así están las cosas. Estropeado el sábado por la tarde y, por supuesto el domingo, con la cabeza donde no debía estar, me dediqué a cocinar para tenerla entretenida, leer un poco y dormir. Hoy ya lunes, comenzando el día temprano y con la esperanza de poder ver algo de optimismo que compense mi mal rollo de ayer. Será lo que tenga que ser, no sirve de nada preocuparse de algo que estaca a nuestras manos, pero más fácil es decirlo que lograrlo. 
Supe que una de mis amigas de siempre se jubila en un par de meses, ¡qué felicidad más absoluta! Le mandé todos mis recuerdos, desconsolado. Lo daría todo por poderme jubilar, prejubilar o cualquier cosa con igual fin, pero la realidad es otra muy diferente. Me consuelo sabiendo que, desde que deje este trabajo me sentaré a escribir seriamente mi experiencia en la Administración. Será mi manera catártica de pasar página. Lo necesito.
Las mañanas las paso encerrado en mi despacho, huyendo de cuchicheos, cotilleos y mal rollo, contando los días para que pueda dejar el trabajo pronto, si nada lo impide. Pero como la cabeza va a su bola y pocas veces 2+2 suman 4 (yo soy más de raíz cuadrada), llego a plantearme muy seriamente abandonar la profesión y así dejar de relacionarme con esa gente tóxica que acaba emponzoñando todo aquello que le está cerca.
Necesito un segundo café; lástima que no me guste el coñac.
Shostakovich, *Jazz Suite No.2:6 Waltz II.

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