Salí anoche a cenar con un amigo de la infancia, uno de los de toda la vida, literalmente. Hablamos de casi todo y uno de los temas me dejó después pensativo al llegar a mi casa. No había dejado de darle vueltas desde aquel momento y aún esta mañana no me lo quito de la cabeza. Me decía que yo era el único que comentaba mis problemas personales en el chat de los amigos (de los buenos amigos, los de siempre). Tienes razón, le dije, pero ¿si no les puedes contar los problemas a tus amigos -a tus padres ya no porque están mayores y no vas a cargarlos con tus preocupaciones-, a quién si no?
Quizá tenga razón y lo mejor es no contar nada sino hablar del tiempo y contestar siempre, a la pregunta ¿qué tal te va? ¡maravillosamente bien!
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