Leer a Patricia Highsmith es sumergirse en un ambiente donde uno se posiciona en el lado del asesino sin que cueste lo más mínimo. Personajes inmorales que son capaces de cualquier cosa para conseguir mantener su status quo sin que se les mueva un pelo de la cabeza o pierdan la sonrisa perenne. Tom Ripley es uno de ellos, absolutamente amoral y mentiroso, va sorteando los escollos y uno espera que no lo cojan, a pesar de ser como es. He ahí la grandeza de la escritora.
Leí el libro hace años y tuve el placer, además, de ver sus dos versiones en el cine, la de Alain Delon, de 1960, dirigida por René Clément y algo más fiel a la novela, y la posterior de Anthony Minguella, ésta de 1999.
Harry Rabinowitz, *Crazy Tom (BSO).
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