Estoy encerrado en mi particular hospital, tomando Pentotal, que dirían Los Pegamoides, aunque tanto el lugar como la química son únicamente metáforas, buenas metáforas.
Dieron comienzo ayer mis vacaciones, las primeras del año, las necesitadas, por las que esperé y desesperé, y como tal día D -de liberación- tenía preparada una pequeña lista de cosas que hacer que obviamente no había podido resolver por falta de tiempo mañanero. Así, sobre la moto y lista en ristre, salgo de casa después de tener una reunión con mi amigo F, a la par que mi aparejador, resolviendo la cubierta de una rehabilitación en la que andamos, detenida la reunión 10 minutos por llamada urgentedevidaomuerte de mi jefe. Moto, calle, y teléfono vibrante e insistente en el bolsillo de la chaqueta .parco la moto y miro las llamadas: todas de la oficina, la misma donde estoy de vacaciones, la misma donde hay, aparte de mi, más de 100 compañeros entre jefes y esclavos (como yo). Contesto, resuelvo poco -¡si estoy en la calle!-, cuelgo. Me quedo nervioso. Siguiente paso, al zapatero, adonde llego, expongo mi problema, él lo arregla y hablamos un rato de la juventud, de lo humano, de lo divino. No me cobre por el arreglo, yo lo agradezco, le doy la mano y sigo con la lista. Dos nuevas llamadas de teléfono y tres Whassaps. Insoportable, no hay otra palabra. Lo primero que debe aprender cualquier persona que quiera sobrevivir en un trabajo por cuenta ajena es que NADIE ES IMPRESCINDIBLE, nadie: a rey muerto, rey puesto. No podemos caer en la autocomplacencia de creernos más y mejor, somos unos pringadillos como todos los demás.
Recuerdo una historia que me cuenta un compañero siempre que tiene ocasión: dos conocidos que frecuentan el mismo bar y uno le paga al otro siempre la cerveza. Una mañana se olvida la cartera en casa y sólo lleva unas monedas en el bolsillo, de manera que únicamente puede pagar su cerveza y no la del amigo. Paga y se va. El amigo le dice al camarero, ¡mira tú el tacaño!
Respeto, sólo pido un poco de respeto, dos semanas sin presiones, sin llamadas, sin problemas, sin agobios, que la vida sigue y las cosas siempre terminan arreglándose, y si no es por mi por otro cualquiera. Lo aseguro.
La palabra del día es hoy NO, tan simple. NO. Dos semanas en el hospital y como nuevo, al menos es mi intención. Dos semanas para hacer examen de conciencia, para sumar, para discernir el futuro cercano, para olvidar el pasado lejano, para ubicar la encrucijada y tomar el camino, correcto o no, dos semanas para... Que viene el lobo, decía Pedro, y al final llegó.
Si no lo logro ya no hay parada para la caída libre.
John Mayer, *Free fallin'.
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