domingo, 8 de octubre de 2017

CUALQUIER TIEMPO PASADO FUE

Pues eso, pasado. Algunos acontecimientos felices, otros no tanto, pero ¿siempre mejor? Yo diría que no, aunque ¿quién no quisiera volver a tener dieciocho años?
Si para Machado su infancia eran recuerdos de un patio de Sevilla, para mi son los veranos en La Esperanza, las tartas de nata, la piscina del Taburiente o pasando el día en La Mina. Recuerdo los perros en casa de mis abuelos ¿King y Alón?, las papas en el sótano, las papayas, los limones, el olor a césped recién cortado; mi huida del colegio el primer día, ¡llegan los Carnavales!, la emoción de la noche de Reyes, mis primeros libros de Los Cinco y mi colección de Agatha Christie, la primera vez que volé -a Lanzarote-, mis amigos (que lo siguen siendo), la caja de música en casa de mis tíos Juan y Lola y la sopa de los miércoles en su casa, la parienta de mis abuelos a la que yo llamaba "la marquesa" porque se sentaba en mi sitio de toda la vida, mi abuelo de excursión, el dinero del domingo que nos regalaba mi abuela... Ya, algo mayor, perdimos la edad de la inocencia y nunca la volvimos a recuperar.

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