domingo, 22 de octubre de 2017

HAKA

Durante nuestro viaje a Nueva Zelanda tuvimos la oportunidad de conocer parte de la idiosincrasia del país, de sus habitantes, y el rugby forma parte de su vida como pocos deportes he visto en otros países; allí todo es rugby y, como no podía ser de otra forma, allá donde vallas te encuentras con una referencia a los All Blacks, auténtico orgullo nacional.
La ‘haka’ de los All Blacks en el escenario de los Premios Princesa de Asturias
El jurado ha concedido el premio de Deportes al equipo neozelandés por su “ejemplo de integración racial y cultural”.

Los cuatro miembros del equipo de rugby All Blacks que ha subido al escenario del Teatro Campoamor de Oviedo tenían una sorpresa. Tras recoger el galardón y dirigirse al público a saludar, se han quitado las chaquetas y, todavía de espaldas a la mesa de presidencia en la que se encontraban los reyes Felipe y Letizia, han celebrado su premio Princesa de Asturias de los Deportes con una tradicional haka. Nueva Zelanda no es la única selección nacional de rugby que realiza esta danza maorí, otras han seguido su estela, pero sí la pionera y la que ha convertido estos movimientos y cánticos ancestrales en todo un símbolo.
La haka normalmente se realiza al comienzo de los partidos para demostrar fuerza y unidad, y de paso intimidar al rival. En esta ocasión fue el fin de fiesta al merecido galardón de una de las selecciones deportivas más laureadas de todos los tiempos. Como señaló el jurado encargado de conceder el premio, los All Blacks suponen "un ejemplo de integración racial y cultural, que ha contribuido a la unidad de neozelandeses de diferente origen, simbolizada en la haka".


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El secreto de la imbatible selección de rugby de Nueva Zelanda
viernes 20 de octubre de 2017

La selección de rugby de Nueva Zelanda ha sido galardonada con el Premio Princesa de Asturias de los Deportes 2017. Los célebres All Blacks, tres veces campeones del mundo, forman uno de los equipos más imbatibles del planeta. El secreto de su éxito reside en la afición que el país profesa a esta disciplina, como demuestran estas imágenes tomadas en los campos de juego. Es el retrato de una pasión que concibe futuros campeones desde la cuna.
NUEVA ZELANDA ha sido descrita como un intento —improbable— de trasplantar una sociedad británica idílica en el Pacífico Sur. El éxito fue total en lo que respecta al rugby. Este deporte se jugó allí por primera vez en 1870 y desarrolló raíces profundas. Pronto empezó a crecer y tomó vida propia en Aotearoa, “la tierra de la gran nube blanca”. Los integrantes de los All Blacks, su selección nacional, reciben esta próxima semana el Premio Princesa de Asturias de los Deportes. Pocos homenajes tan merecidos: quizá se trate del mejor equipo del mundo en cualquier deporte. Han ganado un 77% de los partidos disputados desde 1903. Conquistaron los dos últimos mundiales de la disciplina, convirtiendo a su país en el único en lograrlo en tres ocasiones. Y ocupan lo más alto del ranking de selecciones desde 2010. De los All Blacks se espera que ganen todos y cada uno de sus encuentros, destrozando al rival si es posible. Suelen hacerlo, con una combinación de furia, elegancia y deportividad. Y además jugando bonito.
¿Cómo puede un país con una población de menos de cinco millones de habitantes dominar un deporte de manera tan abrumadora? Con el propósito de averiguarlo —y de plasmarlo en fotos—, viajé durante cuatro meses por nuestras antípodas. Para un antiguo jugador, esta experiencia se convirtió en un peregrinaje a la meca del rugby. Más que un juego, estamos ante una religión en Nueva Zelanda. El sábado se convierte aquí en día de culto para este credo. Sus templos son los cientos de campos a través del país, llenos de familias compartiendo su pasión.

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