martes, 29 de septiembre de 2015

LO DESAGRADABLE

Los que me conocen saben de mi hipersensibilidad hacia los animales, algo que con los años me llevó a hacerme vegetariano y renegar de casi cualquier noticia que tenga que ver con el maltrato animal, fotos desagradables -soy un cobarde, lo reconozco-, películas con animales, documentales, etc. Estos últimos meses, reavivado tal vez el debate por la brutalidad del "Toro de la Vega", leemos constantemente acerca de tantas y tantas fiestas populares donde el maltrato a un animal indefenso es la moneda habitual. Las fotos son terribles, las críticas furibundas, el deprecio a estas fiestas y a sus participantes se repite en radio, televisión, periódicos, en la red... A los políticos de turno (bueno, no a todos) se les llena la boca cuando hablan de los derechos de los animales y bla bla bla. Pero la verdad es que NADIE TIENE HUEVOS PARAR ESTA ABERRACIÓN, nadie. De fútbol, de Cataluña, de la crisis sí se habla, se dice y se hace, pero de la defensa de los animales nada de nada. Yo lo tengo claro, ventajas de tener ya una edad, si antes no se me ocurrió viajar a Sudáfrica mientras mantuvieron el apartheid, ahora mis pueblos vetados se han multiplicado, empezando por Tordesillas, claro está, pueblo medieval y no precisamente por su arquitectura. Pueblos sádicos vetados y políticos con las manos caídas vetados igualmente: cabras desde campanarios, patos colgando boca abajo, dardos a toros, cerditos perseguidos y tantos etcéteras que duele hasta nombrarlos. Orgulloso me quedo al leer que la alcaldesa de Madrid deja de subvencionar las escuelas de tauromaquia; por algo se empieza, sí señora.

Como aborrezco las fotos desagradables de animales maltratados, pero me encanta el arte, ilustro esta pequeña y personal reflexión con una estupenda pintura de Keith Haring, poster que por cierto compré en NY hace años y que después, ya con Mandela en el poder, mutilé quitándole las letras como homenaje al cambio ocurrido. Por cierto, el poster, que aún sigue vivo, y colgado, sobrevivió a la inundación de mi casa en el 2002.

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