Odio los domingos, ya lo dije ayer, así que cualquier cosa que se salga de lo normal es bienvenida. Mi amiga Elvi me llama para ir al cine, a ver la última de Woody Allen, por lo que en moto me doy un salto a Santa Cruz después de tomarme un café en casa, por si las moscas. Aparqué en la puerta de los Renoir-Price y allí estaba Elvi esperándome.
La película genial, sin duda. ¿Quién no ha soñado alguna vez con cualquier (algún) tiempo pasado? Personajes como Cole Porter, Gertrude Stein, Scott Fitzgerald, Hemingway, Tolouuse Lotrecc, Picasso, Dalí, Buñuel, Cezanne, Monet, Gauguin, T. S. Elliot, etc., etc., etc. ¿Cómo no disfrutar de una película con tan interesantes personajes? El cénit para un lector, sin duda. Encima París de telón de fondo, la preciosa París, de día, de noche, bajo la lluvia... Por cierto, Owen Wilson, el escritor/guinista protagonista de la película, recuerda a Woddy Allen cada vez que abre la boca.
La película genial, sin duda. ¿Quién no ha soñado alguna vez con cualquier (algún) tiempo pasado? Personajes como Cole Porter, Gertrude Stein, Scott Fitzgerald, Hemingway, Tolouuse Lotrecc, Picasso, Dalí, Buñuel, Cezanne, Monet, Gauguin, T. S. Elliot, etc., etc., etc. ¿Cómo no disfrutar de una película con tan interesantes personajes? El cénit para un lector, sin duda. Encima París de telón de fondo, la preciosa París, de día, de noche, bajo la lluvia... Por cierto, Owen Wilson, el escritor/guinista protagonista de la película, recuerda a Woddy Allen cada vez que abre la boca.
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Veamos qué dicen de la película en el blog el sueño eterno:
¿Cuántas veces hemos deseado haber nacido en una época anterior? ¿En cuántas ocasiones hemos soñado con vivir durante unos años determinados, en los que se dieron ciertas circunstancias con las que nos identificamos mucho mejor que con nuestro presente? Midnight in Paris es un sueño creado para todos aquellos que se creen perdidos en una época que no les corresponde. Todo tiempo pasado fue mejor o quizás esto solo es lo que nosotros creemos y añoramos, una idealización desde nuestas vidas vacías, carentes de cualquier motivación. Pero esta última película de Woody Allen también es una comedia romántica, una declaración de amor hacia una ciudad y sobretodo, un establecimiento donde se vende nostalgia.
Gil (Owen Wilson) es un escritor que trabaja, como él mismo comenta, en una cadena de montaje de guiones para Hollywood. Pero su sueño es terminar su novela inconclusa y vivir en Paris, añorando la Edad de Oro en los años veinte. Escucha a Cole Porter, añora la bohemia y sostiene que la vida era mucho más atractiva en aquellos años del Charleston que en el siglo XXI. En cuanto a su vida sentimental, está comprometido con Ines (Rachel McAdams) una mujer que no satisface sus verdaderos deseos ni comprende sus raros sueños de un hombre trasnochado que quisiera haber nacido en otra época. Ines, por supuesto, tampoco comparte su loca y bohemia idea de vivir en Paris y prefiere, por el contrario, pasar su vida en Malibu. La pareja se encuentra pasando unos días en la capital francesa con los padres de ella. Mientras Gil intenta perderse por las calles lluviosas de Paris para buscar la inspiración, Ines prefiere ir de fiesta a los locales más chic de la actualidad con una pareja de amigos comunes. Es entonces, mientras Gil está perdido por algún lugar cercano a Montmartre y suenan las campanadas de la medianoche en Sacre Coeur, cuando llegan varias personas en un viejo coche de los años veinte para llevarle a una fiesta. Entonces se produce el milagro, el sueño o lo que el espectador quiera creer. De repente Gil está en mitad de una fiesta de los años veinte, junto a Cole Porter, Zelda (Alison Pill) y Scott Fitzgerald (Tom Hiddleston). Pero esto es solo el principio, pues los Fitzgerald le llevarán a conocer a Ernest Hemingway (Corey Stolle) con quien mantendrá una interesantísima conversación sobre el amor. Hemingway pregunta a Gil sobre su angustia de vivir, sobre el temor a morir, para concluir que ese temor es algo que le ocurre a todo el mundo y que solo se puede olvidar mientras haces el amor con una buena mujer. En el amor está la inmortalidad. Ya por esta conversación mantenida dentro del coche merece la pena acudir a ver esta película. Posteriormente también conoce a Pablo Picasso y a su amante Adriana (Marion Cottilard) que robará el corazón de Gil nada más conocerle. Adriana, que también fue amante de Modigliani, le llevará de la mano a conocer mejor Paris en los años veinte, y de paso, a Salvador Dalí (absolutamente genial la actuación de Adrien Brody) y también a Buñuel y Man Ray. Adriana es una mujer de Bordeaux que ha llegado a Paris para estudiar moda con Coco Chanel pero ella también añora otra época, la Belle Epoque. Es entonces cuando somos testigos de otro salto temporal para conocer también a Toulouse Lautrec y Paul Gaugin. La conclusión a la que llega Gil es que nadie está contento con la época en la que vive y tendemos a idealizar el pasado al no estar a gusto con nuestro presente.
Desde el apabullante comienzo a ritmo de jazz con unos planos enamorados de todas las luces de Paris, los paseos por Monmartre y esa ironía típica de Allen, recomiendo vivamente el visionado de esta película que tenemos actualmente en cartelera y también, si puede ser antes, el texto que sobre ella escribió Francisco Machuca.
Gil (Owen Wilson) es un escritor que trabaja, como él mismo comenta, en una cadena de montaje de guiones para Hollywood. Pero su sueño es terminar su novela inconclusa y vivir en Paris, añorando la Edad de Oro en los años veinte. Escucha a Cole Porter, añora la bohemia y sostiene que la vida era mucho más atractiva en aquellos años del Charleston que en el siglo XXI. En cuanto a su vida sentimental, está comprometido con Ines (Rachel McAdams) una mujer que no satisface sus verdaderos deseos ni comprende sus raros sueños de un hombre trasnochado que quisiera haber nacido en otra época. Ines, por supuesto, tampoco comparte su loca y bohemia idea de vivir en Paris y prefiere, por el contrario, pasar su vida en Malibu. La pareja se encuentra pasando unos días en la capital francesa con los padres de ella. Mientras Gil intenta perderse por las calles lluviosas de Paris para buscar la inspiración, Ines prefiere ir de fiesta a los locales más chic de la actualidad con una pareja de amigos comunes. Es entonces, mientras Gil está perdido por algún lugar cercano a Montmartre y suenan las campanadas de la medianoche en Sacre Coeur, cuando llegan varias personas en un viejo coche de los años veinte para llevarle a una fiesta. Entonces se produce el milagro, el sueño o lo que el espectador quiera creer. De repente Gil está en mitad de una fiesta de los años veinte, junto a Cole Porter, Zelda (Alison Pill) y Scott Fitzgerald (Tom Hiddleston). Pero esto es solo el principio, pues los Fitzgerald le llevarán a conocer a Ernest Hemingway (Corey Stolle) con quien mantendrá una interesantísima conversación sobre el amor. Hemingway pregunta a Gil sobre su angustia de vivir, sobre el temor a morir, para concluir que ese temor es algo que le ocurre a todo el mundo y que solo se puede olvidar mientras haces el amor con una buena mujer. En el amor está la inmortalidad. Ya por esta conversación mantenida dentro del coche merece la pena acudir a ver esta película. Posteriormente también conoce a Pablo Picasso y a su amante Adriana (Marion Cottilard) que robará el corazón de Gil nada más conocerle. Adriana, que también fue amante de Modigliani, le llevará de la mano a conocer mejor Paris en los años veinte, y de paso, a Salvador Dalí (absolutamente genial la actuación de Adrien Brody) y también a Buñuel y Man Ray. Adriana es una mujer de Bordeaux que ha llegado a Paris para estudiar moda con Coco Chanel pero ella también añora otra época, la Belle Epoque. Es entonces cuando somos testigos de otro salto temporal para conocer también a Toulouse Lautrec y Paul Gaugin. La conclusión a la que llega Gil es que nadie está contento con la época en la que vive y tendemos a idealizar el pasado al no estar a gusto con nuestro presente.
Desde el apabullante comienzo a ritmo de jazz con unos planos enamorados de todas las luces de Paris, los paseos por Monmartre y esa ironía típica de Allen, recomiendo vivamente el visionado de esta película que tenemos actualmente en cartelera y también, si puede ser antes, el texto que sobre ella escribió Francisco Machuca.
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