miércoles, 3 de julio de 2024

A PROPÓSITO DE QUEVEDO

El cachas estúpido y el gordo amargado
GUILLERMO ALONSO

Ayer publicamos en la web un análisis de la reacción en redes sociales a un vídeo de Quevedo (el de Quédate con Bizarrap, no el del Siglo de Oro) actuando en un festival de Valencia en el que aparecía más delgado y más cachas de lo que lo recordábamos. Twitter se dedicó a su actividad favorita: hablar de algo en bucle, estirar el chicle todo lo posible y convertir a los protagonistas del debate en parodias de seres humanos. "Está bueno". "Es una víctima". "¿Es que nadie va a pensar en la salud mental?". "Está bueno". "Es una víctima". "¿Es que nadie va a pensar en la salud mental?". "Está bueno". "Es una víctima". "¿Es que nadie va a pensar en la salud mental?". El fin de semana que viene aparecerá otro cuerpo célebre en otro lado y vuelta a empezar. El bucle es eterno. Mientras hablamos de otros cuerpos la vida pasa y no pensamos demasiado en los nuestros.

‌Justo el mismo fin de semana en Twitter (yo no sé por qué me meto ahí, andaba ocioso) un chico publicó la captura de la cuenta de otro chico que, con una foto de gimnasio en la mostraba pectorales, abdominales y unos cuádriceps del tamaño de una provincia castellana, adjuntaba un texto en el que afirmaba que anda buscando su "mejor versión".

(Resulta que si escribes "mejor versión" en la lupa de Twitter y le das a buscar te salen muchos hombres semidesnudos, por cierto).

Pues bien, el chico que hizo una captura de la foto del tipo de "mi mejor versión" y la compartió dijo que de mejor versión nada, que estaba harto de esos "mensajes de mierda" y que si ponías ese tipo de cosas eras una persona francamente mejorable y "una red flag con patas" (enormes, eso sí).

‌Se formaron dos equipos. A un lado los forzudos, los que afirman que el ejercicio físico les ha venido muy bien no solo para trabajar su cuerpo, sino la cabeza (eso está comprobado, por cierto, aunque para la cabeza también viene muy bien escribir, ir a la playa o, sobre todo, estar de vacaciones). Al otro lado los de los otros cuerpos, los cuerpos que no son de anuncio, explicando si ser una "mejor versión" de uno mismo pasa por tener abdominales se hace implícito que no tenerlos equivale a ser una versión temprana, imperfecta o defectuosa de un ser humano.

En realidad es todo una cuestión dialéctica. "Mi mejor versión" es una frase hecha, vaga y repetitiva que sirve como excusa para la muy respetable y sana misión de enseñar abdominales si es que los tienes y si es que te apetece enseñarlos. Enseñar los cuerpos es muy respetable, pero hacerlo acompañado de esa jerigonza tardocapitalista y estúpida no lo es. Enséñelos, sin más, si es que usted los tiene y si es que le apetece que el mundo los vea.

También es curioso el eterno comentario: "Menos gimnasio y más leer". "Menos pesas y más libros". Siempre lo escribe alguien en este tipo de perfiles. Esto también es preocupante, ojo: leer tampoco te convierte en la mejor versión de nada. Hay mucha gente que lee un montón y es una gilipollas integral. Hay gente que no lee nada y está bendecida por una sabiduría congénita, por un sentido del humor efervescente y contagioso. Hay gente con abdominales que lee muchísimo. Hay gente gorda que no lee nada. Hay gente que lee muchísimo y no retiene nada, ni una sola idea o un sentimiento dejan poso en ellos. Hay gente que dice a otra gente que a ver si lee más que no ha leído nada nunca. Hay gente para todo, eso es el resumen, y el problema en Twitter es que todos están representados, precisamente, en su peor versión, como si los hubiese definido su peor enemigo. El cachas estúpido, el gordo amargado. De Twitter ha aprendido mucho la dialéctica política últimamente: capturar un retrato sesgado del otro y dibujarlo como un idiota cuyas faltas remarcan tus virtudes sirve para que el que brille sea yo. Gane quien gane, perdemos todos.

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