Nadie duda hoy del altísimo nivel de las series de televisión, algunas verdaderas obras de arte con magníficos guiones, interesantes historias, amenas y muy entretenidas, que finalmente es de lo que trata la buena televisión. Cualquiera que haya seguido en alguna ocasión lo que aquí escribo, mis modestas reflexiones, sabe que no veo la tele, no me gusta, más bien me horrorizan los programas del corazón de los que está plagada, me aburre la publicidad...
Pues de eso se trata, de series, en particular de series políticas. Veamos dos, "Borgen", la serie danesa sobre una hipotética Presidenta del Gobierno y "Madam Secretary", la americana donde la Secretaria de Estado (aquí sería la Ministra de Asuntos Exteriores) es la protagonista. En ambos casos -ya sé que se trata de ficción televisiva- se nos muestran sendas democracias que, de alguna manera, nos dan ejemplo sobre sus ingeniosas Constituciones para sortear los miles de obstáculos que, capítulo a capítulo, se les van ocurriendo a los guionistas. Repito, se trata de ficción, pero nadie niega las democracias tan avanzadas que tienen Dinamarca o Estados Unidos.
Veamos lo que ocurre en España ahora, en Cataluña. Un pueblo, el catalán, ejemplo de europeísmo y de progresismo que ve cómo su sistema se tambalea por el bochornoso espectáculo que está dando el grupo separatista, el mismo grupo que se ve así mismo como adalid de la democracia y que no deja de pisotearla una y otra vez. El esperpéntico Puigdemont, huido de España de manera cobarde, sus ridículas comparecencias desde Bélgica, sus pretensiones de gobernar "por poderes", en definitiva su patética presencia, no sólo dan un ejemplo pésimo de le política catalana a los ojos del mundo sino que nos hacen pensar si el sistema español no está preparado para este tipo de amenazas. Me pregunto qué hubiera ocurrido en países como Dinamarca o EEUU si hubiesen tenido un hecho similar al nuestro.
Sólo me lo pregunto.
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