lunes, 4 de diciembre de 2017

LA FELICIDAD, JA, JA, JA, JA

Hablaba con un amigo sobre la felicidad, o mejor era él el que hablaba conmigo. Me decía, Si no te gusta el kjhiujwhef, o el jhwqdejh, tampoco los ajdekjwq, ni losnojwkfej, o el mghwqkjeh ni siquiera el h378yqkjqwfh, trabajas mucho y duermes poco... ¿cuándo eres feliz? 
Aparentemente una pregunta sencilla, pero sólo en apariencia. Feliz feliz, a ver, ¿quién es feliz de verdad? Hace ya unos diez años hablaba con una buena amiga , amiga que por cierto ha pasado por una época mala en su vida los últimos años, y me decía que yo era una persona peculiar, exactamente utilizó esa palabra. Yo tardé un poco en contestar y le dije: no sé si peculiar, pero feliz sí.
Feliz, dije que era feliz, así que supongo que ahora debo decir que me quiten lo bailado, por si acaso.
Han pasado ya algunos años, la vida nos ha traído cosas y se ha llevado otras, y no hablemos de lo propio que ha hecho la crisis, pero aquí estamos contándolo, que diría Palito Ortega.
Faltan algunas cosas, quizá menos de las que creo, pero sí tengo amor, trabajo, salud (aceptable, creo), familia, amigos, mis perritas, los libros, la música, los viajes, el sushi o el chocolate, la pintura, Le Corbusier, Mies y tantos otros, el pasado, el presente, el futuro. Con esto, por ahora, me apaño; mejor así, aunque echo mucho de menos poder viajar más y tener tiempo para escribir, aunque ya sabemos que no se puede tener todo, y esto es de las cosas que más rápido se aprende al hacerse adulto. Yo ya como Cicerone -sí, el que no se consuela es porque no quiere-, me conformo con una biblioteca y con un jardín.

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