Augusta sigue convaleciente, de manera que será otro fin de semana casero. Si estoy con ella puede estar sin el dichoso collar isabelino tan incómodo para los perros, así que prefiero pasar más tiempo echándole un ojo de manera que ella puede moverse con libertad. Ahora, mientras escribo, tanto ella como Octavia están echadas sobre mi cama, supongo que durmiendo.
Tengo una noche y dos días por delante para seguir disfrutando de la lectura, la ópera y algunas películas y capítulos de las series que sigo, todo pendiente porque ¡hay tanto que ver! Escucho L'elisir d'amore para ambientarme, después de haber visto "Francisco, el padre Jorge", una reciente película sobre el Papa Francisco, o el padre Jorge Bergoglio, donde el aria de Donizetti juega un papel importante para introducirnos en la juventud del protagonista. La película me gustó, está bien contada, no me pareció proselitista y Buenos Aires... Buenos Aires, siempre tan maravillosa. No soy una persona religiosa y ando embarcado en una guerra perenne contra la Iglesia católica, a la que no comprendo, a la que me cuenta respetar; evidentemente soy producto de una educación religiosa -estudié con los Hermanos de La Salle-, pero comencé a dudar y así sigo, dudando, no sólo de ella, por supuesto. Esta vez no se trata de hablar mal de la Iglesia, no, sino de hablar de un Papa que se sale de lo normal, un Papa comprometido con los pobres, un Papa humilde, demostrado con hechos diarios, no con palabras. ¿Será esto lo que necesita la Iglesia para modernizarse, para abrirle los ojos? No lo sé, ahora, los anteriores no lo fueron, así que espero que este lo sea.

Y confianza en los nuevos aires del Papa.
L'Elisir D'Amore, Donizetti,
*Una furtiva lagrima.
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