Acabo de llegar de mi sesión natural antiarrugas, es decir bajar en moto de La Laguna a Santa Cruz y viceversa. Paso tanto frío -mi casco perdió la visera- que llego con la cara entre geisha y vampiro. Si esta mañana la dediqué a escuchar música de violín y a leer, esta tarde pienso encerrarme en casa, radiador conectado, viendo las tres primeras películas de Star Wars, o lo que es lo mismo los primeros tres episodios de La Guerra de las Galaxias.
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