Un 'boxer' para Bogey y Bacall y otras
historias perrunas de Hollywood
Isabel Valdés | 11 de septiembre de 2014
No
todas las estrellas de Hollywood son bípedas. A veces, algunas que caminan a
cuatro patas son incluso más rentables que divas y figuras. E imperecederas -al
menos hasta el momento-, saltan de generación en generación sin inmutarse, sin
envejecer, sin generar polémicas. Son los perros de la meca del cine. Desde Pluto hasta Uggie, el perro de The
Artist. Reales o imaginarios. Estrellas o compañeros. Todos mejoran la
imagen del humano que les toque tener al lado.
Más
de un centenar de fotografías en blanco y negro (del archivo de la John Kobal
Foundation) pasean sobre la historia perruna de los años dorados de la
meca del cine en el libro Hollywood Dogs (ACC Editions, 2013) que se puede encontrar
en España. Fueron tomadas entre 1920 y 1960 y muchas de ellas son inéditas,
según mantienen los editores.
Frank
Sinatra o Elizabeth Taylor. Bing Crosby u Olivia de Haviland. Todos, en algún
momento, fueron fotografiados con pequeños o grandes ladradores. En la mayoría
de los casos, eran sus mascotas, como Mr. Famous, el yorkshire
terrier de Audrey Hepburn con el que se paseaba en bicicleta por los
estudios y que aparecíó en un cameo con la actriz en Una cara con ángel
(1957).
Harvey fue
el boxer regalo de boda para Humprey Bogart y Lauren Bacall y que,
como cuenta el libro, sabía latín: "Era realmente listo", recordaba
después la recientemente fallecida actriz, "no le estaba permitido estropear
los muebles, así que ponía solo dos patas a un tiempo sobre ellos y se sentaba
entre los dos si habíamos tenido una pelea". Las fotografías se acompañan
siempre de detalles de la relación de las estrellas con los animales: así nos
enteramos de que Ava Gardner siempre tenía perros de la misma raza, elcorgi
galés de Pembroke y coleccionaba cientos de fotos de sus animales. De
uno de los últimos, Cara, decía: "Solía morder a los fotógrafos
en los aeropuertos, igual que su dueña".
Clark Gable, en su coche con un setter inglés. El actor tuvo varios setter ingleses e irlandeses a lo largo de su vida, algunos campeones. MGM, 1936 CLARENCE SINCLAIR BULL
El
libro es una mina que satisface a partes iguales a mitómanos, cotillas,
cinéfilos, aficionados a la fotografía y locos por los perros. A veces los
canes eran compañeros de trabajo: Pookles fue un regalo de Orson
Welles a su esposa Rita Hayworth, y el cocker spaniel compartió
alguna vez escenario con la actriz. Durante la década de los 40, la raza de
Pookles fue inmensamente popular en Estados Unidos. Así se reflejan en las decenas
de fotografías de canes con largas orejas.
Muchos
perros eran una especie de detalles por amor: como el hermosísimo braco de
Grace Kelly, obsequio de su hermano con motivo de su boda con el príncipe
Rainiero o el cachorro de boxer (otra de las razas que más aparecen
en el libro) que un fan regaló a Tony Curtis durente el rodaje de una película
en Las Vegas.
El
autor del libro, Robert Dance, asegura en el prólogo que la industria
estadounidense se dio cuenta rápidamente de que la popularidad de sus estrellas
mejoraba cuando un can paseaba a su lado: “Los hombres eran fotografiados al
lado de animales fuertes. Y las mujeres, junto a las criaturas más delicadas”.
Elizabeth Taylor, devota de sus perros toda su vida, tratando de bañar a Amy, su cocker spaniel. MGM, 1950.
William Secord es,
con su galería, la mayor autoridad del mundo en la representación artística del
can desde el siglo XVIII y hasta hoy; y es también el autor del prólogo.
Emocionado por haber podido escribirlo, asegura que cada una de las fotografías
cuenta una historia que ayuda al lector a identificarse con las estrellas:
“Pero en última instancia, depende de nosotros completar cada imagen e imaginar
el amor que había entre actores y mascotas. Y nos recuerda a nuestros propios
perros, que son, por supuesto, los más queridos de todos”.
Victor Mature en la grabación de un anuncio de comida para perros con su boxer Genius II. 20th Century Fox, 1947.
Cuenta
Dance que todavía hoy hay nombres de perros que rivalizan con celebridades
históricas: Rin Tin Tin o Lassie con
Chaplin o Garbo. Los ladridos empezaron a entrar en el cine cuando aún no se
les podía oir. En algunos títulos fueron mascotas, en otros, cabezas de cartel.
“El pastor alemán Rin Tin Tin era una gran estrella para la Warner,
apareció en casi treinta películas”, escribe Dance en la introducción.
“Las
leyendas dentro del mundo de la Academia, narran que para uno de los primeros
premios Oscar, Rin Tin Tin tuvo más votos que cualquier humano para
llevarse la estatuilla al mejor actor”, explica el autor. Aunque el pastor
alemán no era elegible, se convirtió en un héroe para toda una generación de
niños que crecieron viendo las aventuras del can, francés de nacimiento y
llevado hasta Estados Unidos por un soldado que volvía a casa tras la Segunda Guerra
Mundial.
Su
fama mantuvo al completo las arcas de la Warner Bros; en general,
para Dance, los perros eran un buen negocio para los estudios de cine. Tanto,
que en 1927 se creó laEscuela de Formación del Perro de Hollywood, que todavía
sigue funcionando: “No eran temperamentales, nunca se metieron en problemas que
hicieran peligrar la carrera de guapas ingenuas ni playboys. Nunca les salieron
arrugas y eran intercambiables. Los hijos, nietos y bisnietos de los
protagonistas podían seguir después de que el perro original se hubiese
retirado”, relata Dance.
Tony Curtis con Janeth Leigh en 1953 (Universal). Curtis se había entrenado como acróbata antes de ser actor. En esta fotografía enseña a su perro a mantener el equilibrio como en una actuación circense.
Qué
parte del dinero era para el entrenador y qué parte para el dueño es algo que
Dance no tiene claro, aunque asegura que Lassie llegó a cobrar más
que Elizabeth Taylor cuando ambos estaban recién llegados a Hollywood y
grabaron Lassie, la cadena invisible.
Además
de Rin Tin Tin y Lassie, en el recuerdo común de millones de
cinéfilos está Toto,un cairn terrier llamado Terry que caminó por
el mundo de Oz junto a Judy Garland; o Asta,la
mayor estrella canina después de la muerte de Rin Tin Tin, que llegó
a compartir dirección con Cary Grant. Aunque el libro recorre la década de los
50, nombres como Benjio Beethoven son
parte de millones de infancias. De millones de vidas.
Fotografía
que abre esta entrada: Humphrey Bogart y Lauren Bacall. El boxer Harvey fue
el regalo de boda a la pareja del premio Pulitzer Louis Bromfeld. Warner
Brothers, 1946.
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