Hace años las Islas Canarias eran lo que se llamaba "Puerto franco", o sea algo así como libre de impuestos. En aquella época los que vivíamos aquí éramos afortunados, a los ojos del resto de España, por lo barato del tabaco, los componentes electrónicos, gafas, relojes, etc. "Los indios", como coloquialmente se llamaba a los bazares regentados en su mayoría por la comunidad hindú, pululaban a lo largo de las calles principales de Santa Cruz de Tenerife y del Puerto de la Cruz, llenos a reventar de turistas extranjeros y españoles; La Laguna, por así decirlo, quedaba fuera del circuito de las compras. Hoy todo ha cambiado, ya no hay nada que se parezca a un puerto franco, los precios, aunque en algunas cosas aún más baratos que en la Península, han subido mucho y las compras se han generalizado ampliando el espectro de las tiendas. La Laguna, en cambio, ha visto su época dorada desde que fuera elegida Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, se peatonalizara el centro, se potenciaran las terrazas al aire libre, se abrieran nuevas tiendas, cafeterías, bares, restaurantes, etc.; en definitiva, desde que se ha invertido dinero en potenciar la vida ciudadana. Una de las cosas en las que se puede comprobar su auge es en la aparición de tiendas de "indios" en sus calles peatonales. Esta tarde, estando en una de ellas para comprar un pequeño adaptador para el teléfono móvil, me vi trasladado a los años 80 cuando siempre había algún amigo que te pedía precios para tal o cual aparato o te encargaba unas Ray-Ban. La tienda, por cierto, estaba llena.
Por otro lado, independiente de las compras, La Laguna -ciudad en la que vivo-, es realmente bonita para pasear.
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