Andaba yo anoche por el Tatro Guimerá de Santa Cruz de Tenerife dispuesto a disfrutar del segundo acto de Lucia di Lammermoor -mientras un amigo querido paseaba por las calles de Seúl- cuando un caballero me pide perdón por salir de la fila hacia el pasillo, rumbo al aire fresco. Me levanto, le cedo el paso con un ¡por supuesto! y pienso cómo se parece al famoso periodista Diego Carcedo, así que inconscientemente miro hacia la puerta y veo que la señora que había salido ya, antes que él, era la no menos conocida Cristina García Ramos. Así que terminé mi ópera con estos
ilustres vecinos a mi vera izquierda para subir en moto a mi casa y llegar congelado, aunque seco, teniendo en cuenta el tiempo loco que nos acompaña últimamente. La producción estuvo bien, sobre todo la soprano que representaba a la protagonista, Candelaria González. Mucho mérito para tratarse de una ópera montada por la Escuela de Arte y Diseño, Institutos de Enseñanza Secundaria y por la Escuela de Actores, siendo la Orquesta la Sinfónica del Conservatorio de Música de Canarias. Todo un ejemplo a seguir que esperemos se repita.
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Lucia di Lammermoor, Donizetti. (Natalie Dessay).
*Eccola... Il dolce suono (Mad scene)
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