Este año 2024 que termina pasará a mi historia como uno decisivo en muchos aspectos. Si hasta la inefable Tamara hace "balance" de su año en el !HOLA!, arduo año seguro, ¿cómo no lo iba a hacerlo yo en mi propio blog? Pues eso.
De entrada, trabajando dentro de un aquelarre hasta que ¡por fin! las circunstancias me ayudaron, más bien me arrojaron a ello, pude tomar la decisión de sacudirme como un perro tras un buen (mal) baño; la baja laboral por diferentes diagnósticos ha sido un bálsamo para aclarar las ideas.
También he tenido la oportunidad de experimentar la noticia de un posible cáncer, afortunadamente con final feliz. Agradezco a los que brindaron su apoyo e incluso a los que no, porque ya se sabe que de lo que no se habla no existe y es otra manera de apoyo (ya ven, el que no se consuela...). Ahora, eso sí, al que no tiene empatía no se le puede sacar ni esperar nada. Curioso esto de la empatía, o más bien su carencia. Hay quien se cree a estas alturas el centro del universo, el ombligo del mundo, lo que hace plantearme lo sólo que se debe sentir uno en la perfección. La soberbia, que no es sino una cara de los muchos complejos que nos rondan, debe producir espejismos en el desierto.
Plantado en una encrucijada como George Kaplan esperando el bus en medio de la nada, viendo acercarse la avioneta, tuve la suerte de prever el futuro antes de que ésta descargara el veneno sobre mi cabeza. Cuando se le ven las orejas al lobo es cuando la cosa cambia de rumbo, una verdad ya incuestionable.
Escribir es harto difícil, ¡cómo convertir en escritura lo que bulle dentro de la cabeza! Tarea compleja y casi imposible. ¿Cómo explicar qué es el color a un ciego?
Lo acontecido en mi trabajo en los últimos años ha sido una mezcla de sentimientos, frustración e indignación. Si la guerra es capaz de sacar lo peor del ser humano, un entorno hostil podría encadenar igualmente una guerra: sentimientos de odio, violencia reprimida, vómitos listos para fluir. ¿Recuerdan la historia del niño gordo en un concurso de pueblo americano que no paraba de vomitar y contagiaba al respetable? Así he estado a punto en muchas ocasiones, reprimiéndome con éxito (me arrepiento, todo sea dicho). Después de escuchar tantas veces tú no sabes trabajar en equipo, lo que has hecho está mal y tú lo sabes, o eso no se puede hacer tú, llega un momento en el que se plantea si esto podría ser así; el veneno ya se ha inoculado, la fetua de las ayatolás de turno ha dado su fruto. Pero no, cuando te intentan quitar la fortaleza o dudar de ella finalmente Goliat es derrotado. Ser fuerte o débil depende, como tantas otras cosas, del color del cristal; un asunto siempre relativo éste. En mi opinión, aquel que ha sobrevivido más o menos equilibrado -así quiero pensarlo- a una época de bullying, no podrá considerarse nunca alguien débil.
Los pesimistas verán el año que termina como uno menos, los demás como casilla de salida para otro que empieza con fuerza y ganas. ¿Tú eres de los unos o de los otros? Hasta a los no empáticos les deseo una buena entrada de año, pero cuanto más lejos mejor.
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Dire Straits, *So far away.
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