lunes, 28 de enero de 2019

TIC TAC

Esta tarde he vuelto a caer en la cuenta de las pocas horas de las que dispongo para trabajar en lo mío, en mi profesión, en esa que me costó tanto poder ejercer y que ni siquiera la crisis ha podido arrebatarme, aunque a punto estuvo. Compatibilizar mi trabajo mañanero con mi estudio se está convirtiendo en una tarea ímproba y cada vez me cuesta más esfuerzo. 24 horas ya no son suficientes, ni los fines de semana. No queda otra que dibujar a piñón y estrujar las horas hasta que el tiempo dé más de sí. Soy consciente que este modo de vida que llevo tiene los días contados, o lo cambio o acaba conmigo. Triste conclusión cuando uno llega a ella y descubre lo cobarde que somos (que soy). A ratitos dejo de dibujar para despejar la cabeza y así, a pequeños trozos, logro ver alguna película o una serie. Esta tarde terminé de ver Shame, la película sobre un adicto al sexo protagonizada por el atormentado Michael fassbender. Con Nueva York de fondo, gris y ruidoso, se desarrolla la perturbadora historia del protagonista, incapaz de enamorarse y tan necesitado por otro lado. Una montaña rusa que nunca logra detenerse, aunque lo intente. 

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