viernes, 14 de junio de 2024

FE, ESPERANZA Y CARIDAD. PERO, SOBRE TODO, CARIDAD


El arzobispado de Barcelona desahucia a once indigentes que vivían en el porche de una parroquia
La Iglesia pidió el amparo judicial para desalojar un asentamiento de chabolas en el templo del Patriarca Abraham en la Vila Olímpica.
Alfonso L. Congostrina, 14.06.2024

El arzobispado de Barcelona desahució el pasado 31 de mayo a 11 personas sin hogar que sobrevivían en tiendas de campaña y chabolas -de madera y cartón- instaladas en los porches de la iglesia del Patriarca Abraham en el barrio de la Vila Olímpica. Era el fin de un asentamiento que se originó pocos meses antes de la pandemia y que acabó en los soportales que rodean toda la parroquia de uno de los barrios con mayor renta per cápita de Barcelona. Aquel día, según fuentes que presenciaron el desalojo, dos coches patrulla de los Mossos d’Esquadra junto con una comitiva judicial alertó a los sintecho: “Tienen ustedes una hora para recoger sus pertenencias y abandonar el lugar”. El desahucio se realizó sin incidentes y el arzobispado ya tenía preparada unas rejas, a medida, que unos operarios colocaron en las arcadas de la infrautilizada parroquia (el horario de apertura para las misas es el último lunes de mes a las 20.00 y se celebran misas semanales de domingo a las 10.30 y sábado a las 20.00) para impedir la ocupación de ese espacio.

La historia de este asentamiento comenzó meses antes de la pandemia cuando Carlos, el primer sintecho que se instaló en una de las arcadas de la iglesia –en la calle Jaume Vicens Vives-, colocó una tienda de campaña y empezó a dormir allí. Responsables del arzobispado ya le alertaron que no podría perpetuar su estancia en este punto. Llegó la pandemia, cerraron incluso las iglesias y cuando se volvieron a abrir las puertas a la ciudadanía, en aquellas arcadas no solo estaba Carlos, sino que se había instalado una pareja de indigentes con un perro. El poblado fue aumentando y el arzobispado pidió ayuda al ayuntamiento de Ada Colau.

El Consistorio, según fuentes cercanas al caso, envió mediadores al pequeño poblado e intentó actuar sin que se produjera ningún tipo de cambio. Las arcadas de la iglesia comenzaron a llenarse de muebles y las barracas cada vez eran más sofisticadas.

Un sábado los niños y monitores del esplai de la parroquia tuvieron un pequeño enfrentamiento con uno de los indigentes que vivía en el exterior de la parroquia. Esa fue la gota que colmó el vaso. El arzobispado comenzó a explorar un plan para expulsar a los sintecho y tapiar, de alguna manera, las arcadas. Diseñó una infraestructura utilizando lo que las entidades que trabajan con indigentes -muchas de ellas de la propia iglesia- denomina “arquitectura hostil”: elementos para impedir que las personas sin hogar se instalen en el lugar. Tras medir las arcadas -convertidas en chabolas- propusieron al Consistorio un enverjado, pero el Ayuntamiento, según fuentes consultadas, alegó que estas incumplían la ordenanza de usos del paisaje urbano y sugirió que, en todo caso, se colocaran unos cristales. Nunca se instalaron. Paralelamente, el clero acudió a los tribunales e interpuso una demanda de desahucio para expulsar a los acampados. Esa orden se ejecutó el 31 de mayo.

“Días antes del desalojo ya habían avisado a Carlos y otros sintecho históricos de lo que iba a pasar”, aseguraba este jueves un vecino, que como el resto ha pedido el anonimato. Los “históricos” se marcharon de las barracas antes del desalojo pero otros “realquilaron” a otros jóvenes los espacios. Cuando llegaron los Mossos d’Esquadra había once personas en el asentamiento.

Los servicios sociales del Ayuntamiento de Barcelona acudieron al desahucio y comprobaron que seis de las once personas estaban vinculadas al Servicio de Atención Social al Sinhogarismo en el Espacio Público (Sassep). Según el Consistorio, se les atendió y a los otros cinco “se les asesoró”. Un portavoz del Consistorio ha admitido que “a menudo a estas mismas personas no quieren tener vinculación con los servicios sociales”.

El arzobispado señala a EL PAÍS que el desalojo se hizo de “manera pacífica”. El mismo portavoz del clero ha mantenido que las personas que vivían en las arcadas lo hacían en “condiciones infrahumanas”. Además, ha alertado que los servicios sociales municipales ofrecieron soluciones a las personas afectadas. Nada más desalojar a los sintecho y limpiar la zona, unos operarios colocaron las verjas, que han sido aceptadas por el Consistorio de Jaume Collboni.

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