jueves, 24 de octubre de 2024

SÓLO JUEGO YO


Feliz como una perdiz. No, corrijo, como una perdiz no, como una paloma.
Leo con placer una noticia que me llega allende los mares: la ciudad de Nueva York homenajea a ese animal que a pasado de alegrar las plazas de todo el mundo a ser odiado, denostado por políticos, periodistas y viandantes. Como los humamos no cagamos ni nada parecido, las palomas son la punta de lanza de una campaña librada desde hace años contra los animales que cagan y estropean la arquitectura. No debe haber otra forma sino exterminarlos con jaulas y veneno, porque visto lo visto. sé que debo ser de los pocos que quedan que defiendan lo indefendible, pero el blog es mío y listo. Vuelvo a mi infancia mirandesca, sí; German lo entenderá. Sólo juego yo, se escuchaba también en nuestra recordadas salidas de los sábados para jugar al Pictionary. ¡Qué tiempos!
ya comienzo a desviarme, cómo no. Vuelvo al redil. Hablaba de palomas y de Nueva York, siempre. A unos siempre les quedará Venecia, a mi siempre Nueva York.
He aquí la noticia en cuestión:

From Reviled to Revered, an Enormous Pigeon Perches Atop the High Line
Grace Ebert, 21.10.2024
The latest sculpture to grace New York City’s High Line is a monumental tribute to an unlikely creature.
Perched above 10th Avenue, a hyper-realistic pigeon stops to rest in the outdoor pavilion. The work of artist Iván Argote (previously), the hand-painted, aluminum bird is titled “Dinosaur” and looms 21 feet in the air, rivaling the enormous proportions of some of its ancestors.
Argote is known for questioning the role of monuments and statues, particularly as they relate to colonial histories and power imbalances. For this work, he upends the human-animal relationship and notions of migration and value as the common street bird is vaulted into a glorified figure, peering down on pedestrians and drivers. The artist says in a statement:
The name “Dinosaur” makes reference to the sculpture’s scale and to the pigeon’s ancestors who millions of years ago dominated the globe, as we humans do today… the name also serves as a reference to the dinosaur’s extinction. Like them, one day we won’t be around anymore, but perhaps a remnant of humanity will live on—as pigeons do—in the dark corners and gaps of future worlds.
Despite their ubiquity throughout North American cities, pigeons aren’t native to the continent. The birds were initially brought from Europe as a barnyard animal and food source, but as they escaped into the wild, they grew into the scavenging flocks they are today. No longer domesticated and not quite wild, pigeons occupy a unique position.
Argote’s work is a cheeky nod to the birds and suggests they’re more deserving of appreciation than some of the figures we’ve collectively honored in the past. Standing tall and confident atop a concrete plinth, the sculpture also serves as a reminder that “everyone is an immigrant,” a statement says. “Even the pigeon, a New York fixture, initially migrated here and made the city their home, like millions of other ‘native’ New Yorkers.”
“Dinosaur” will be on view through spring.






Me voy a la ducha, se me hace tarde y uno ha de mantener su fama de puntualidad británica.

LA ADMIRACIÓN

Admirar a alguien con el que no se está de acuerdo es una suerte en la vida. Yo he tenido la suerte de admirar mucho a Mario Vargas Llosa desde que leí La ciudad y los perros, y he tenido la suerte también de mantener mi admiración pese a que sus ideas políticas estén distantes de las mías. Las distancias políticas son inevitables en un mundo cultural que asumió la difícil tarea política de unir las palabras libertad e igualdad. A veces asistimos con indignación a la borradura de la palabra libertad en sociedades que convierten las bellas banderas en excusas para la opresión. Y a veces comprobamos con tristeza que los partidarios de la libertad se alejan cada vez más de la palabra igualdad, desentendidos de la justicia social. En estas dinámicas no resulta extraño que surjan las crispaciones y los fanatismos. Por eso es una suerte admirar mucho a quien no piensa como uno. Se aprende a mantener la propia conciencia sin considerar al otro como un enemigo.

Luis Gª Montero, 16.09.2024

LA GENERACIÓN DE CRISTAL

 

Sobre la generación de cristal: 
A lo largo de la historia, la persona tiene patrones conductuales y de afrontamiento similares, según los tiempos en los que vivieron. De esta manera, se estudia a la persona desde su perspectiva histórico-cultural.
Tal es así que personas que pertenecieron a la generación de los tiempos de post guerra, tienen como características el ser amantes de su trabajo y, sobre todo, colocan a su familia como pilar de su vida. De esta manera, con el transcurso de las décadas, las personas adquieren características similares de comportamiento y formas de percibir el mundo y a sí mismos.
En la actualidad, la juventud también cuenta con patrones similares de conducta que, en muchas ocasiones los padres no comprenden el porqué de estos comportamientos, situación que lleva a desencadenar una difícil convivencia familiar. A esta juventud se le conoce como se mencionó líneas arriba, como la “Generación de Cristal”.
Sus padres son parte de la Generación “X”, constituida por personas que sufrieron carencias y tuvieron medidas disciplinarias más drásticas. Por ello, trabajan mucho para que nada falte a sus hijos. Suelen decir “No quiero tratar a mi hijo como me trataron” o “Quiero dar a mi hijo todo lo que no tuve”.

– Desde que nacieron, la tecnología y las redes sociales forman parte de estilo de vida, a diferencia de sus padres, para quienes la tecnología es una herramienta de trabajo.
– Como la tecnología forma parte de su día a día, generar amistades y romances vía redes sociales se convierte en una realidad y no una simple ilusión.
– Muestran interés disminuido por la lectura o los eventos culturales. Hoy en día es poco común ver a un joven con estos intereses.
– Sus habilidades están mayormente enfocadas hacia lo audiovisual.
– Son sensibles a la problemática social, ahora protestan ante realidades que la generación de sus padres llegó a normalizar. Por ejemplo, antes era “normal” para aquellas personas de la Generación “X” el quedarse en silencio ante el maltrato físico. Quienes pertenecen a la Generación de cristal, protestan contra el racismo, la misoginia, la contaminación ambiental, la violencia de género, los abusos o la discriminación.
– Son defensores de aquello que consideran injusto.
– Sensibles emocionalmente y menos tolerantes a la frustración.
– Sensible al rechazo y a la crítica.
– Son altamente demandantes.
– Son cuestionadores.
– Expresan abiertamente sus emociones y pensamientos.
– Tienen un baja tolerancia a la frustración.
– Sus pequeños esfuerzos les parecen hazañas.
– Tienden a deprimirse puesto que se cuestionan. Las cosas no suelen ser como lo esperan.
– Están condicionados a premios, recompensas y negociaciones.
– Son altamente creativos y evaden el sufrimiento.

Otra vuelta de tuerca, los padres helicópteros: 
La sobreprotección de los niños/as es un fenómeno cada vez más común. El miedo a lo desconocido y la necesidad de tenerlo todo bajo control son algunas de las causas de los padres helicóptero más comunes. 
Un padre helicóptero o una madre helicóptero es una persona que se preocupa en exceso por sus hijos/as, conllevando una sobreprotección y un control ante fenómenos externos que afecta al desarrollo emocional de los hijos/as. En definitiva, son padres controladores, que se preocupan demasiado por lo que hacen sus hijos/as y por cómo pueden afectarles todo lo que ocurra a su alrededor. Cualquier movimiento, decisión o proyecto del hijo/a necesitará del consentimiento de los padres.
El término padres helicópteros o helicopter parenting fue acuñado por el Dr. Haim Ginott después de la publicación de su obra “Padres y Adolescentes”, en 1969. Con ella, percibió que muchos niños/as y, sobre todo, adolescentes, eran conscientes de que “sus padres se encontraban sobre ellos, protegiéndoles, limitando su libertad de movimiento, como si fuesen helicópteros”. No sería hasta el año 2011 cuando comenzó a utilizarse este término de forma oficial.
Como es obvio, un padre helicóptero o una madre helicóptero frenará la autonomía del adolescente, con las consecuencias que eso conlleva. Son padres demasiado preocupados, que quieren llegar a todo e influir directamente sobre las acciones y los planes de sus hijos/as. Pero… ¿Qué ocurrirá cuando esos niños/as deban enfrentarse solos al mundo real? Una relación amorosa, un empleo, una entrevista de trabajo… Por supuesto, ese momento siempre llega, pero ellos se encontrarán sin la preparación ni la madurez suficientes para hacerlo.
No conocemos demasiados beneficios del comportamiento sobreprotector, pero sí las amplísimas consecuencias negativas que conlleva:
  • Problemas emocionales. Esta es una de las principales consecuencias de tener unos padres helicóptero. Los niños/as no sabrán gestionar sus emociones e impulsos. ¡Sus padres lo hacen por ellos! La regulación emocional brillará por su ausencia y, con el paso de los años, es mucho más complicado gestionarla.
  • Autoestima negativa. Si un niño/a siente que necesita a sus padres para enfrentarse a cualquier reto de la vida, su autoestima, muy probablemente, será nefasta. Sentirá que no es válido/a porque no puede hacer nada por sí mismo/a.
  • Dificultades de aprendizaje. Como sabes, la educación de un niño/a en casa, tiene sus consecuencias en el aula, ¿verdad? Por eso, una crianza helicóptero pueden conllevar problemas en su aprendizaje escolar. En el aula se exige cierta autonomía que, por supuesto, este niño/a no tendrá. Además, puede conllevar ciertos problemas de comportamiento, tanto dentro como fuera del aula.
  • Miedo al futuro. Cuando un niño/a es criado entre algodones, muy probablemente tendrá un miedo irrefrenable al futuro. No sabrá cómo actuar en numerosos escenarios de la vida diaria y, por ende, el miedo y la incertidumbre aflorarán.

LOS JUEVES NO (POR AHORA)

Hoy en casa, poniendo al día el correo y los whassaps, escuchando música y pendiente de oír a la lavadora sonando anunciadora del fin de su trabajo por hoy.
Más música, siempre el mejor alimento para el alma.

Mumford & Sons, *I will wait.
Red Rocks Park & Amphitheatre.
Morrison Denver. Colorado
Acrópolis de Atenas, Anfiteatro.

Por cierto, este concierto se celebró en el anfiteatro natural en el desierto rocoso, en Denver, lugar fetiche que tengo apuntado para asistir allí a alguno, como lo es también el anfiteatro de Atenas.
Soñar es gratis, no lo olvides.

José González, *Stay alive.

LOS MIÉRCOLES AL SOL


Tener un poco más de tiempo libre es siempre una bendición, ya sea por algo inesperado o por propia voluntad, pero el hecho es que uno puede disponer a su antojo de las horas del día. Un paseo es siempre una buena opción, incluso a pesar que que en Santa Cruz uno tiene que tener en la cabeza el callejero siempre si no quiere ir escalando el Everest o bajando valles sin parar. Un buen paseo, sin prisa, sin pausa, observando casas y edificios, coches en doble fila, perros pequeños, patinetes del infierno, obras y locales cerrados, gente como yo, unos con más estrés que otros. Me fijaba ayer en la cantidad de placas de seguros antirrobo haciendo su labor disuasoria en multitud de viviendas así como la gran cantidad de pisos con grandes ventanas que las mantienen cerradas; imagino salones oscuros, comedores lúgubres, lugares todos en penumbra y con olor a rancio. Recuerdo la frase recurrente en casa de unos amigos, toda la vida, donde se repetía una y otra vez: baja el toldo para que no entre el polvo. Nunca lo entendí muy bien, el toldo, el polvo, claro que el cato de bajar el polvo iba unido a cerrar la ventana y correr la cocina, todo lo contrario al hágase la luz. Siempre fue hágase la oscuridad.
Los nórdicos pensarán ¡están locos estos españoles!, allí que no tienen cortinas ni persianas las casas, ávidas de sol. Y en Canarias buen tiempo, decían Tip y Coll, buen tiempo pero a oscuras. Pero como en todo, cada cual es un mundo y allá cada uno en lo que quiera convertir su casa, en una mazmorra o en un jardín de rosas.
Vuelta a casa, pertrechado con una pequeña compra, ceno frugalmente y opto por un placer que echaba de menos, tirarme a leer temprano, sin necesidad de mirar el reloj para contar las horas de sueño que me restaban, como tantos años hice al acostarme. Dos libros al lado, uno empezado y otro a ello y ópera en el Ipad como fondo. Una delicia. Como no es ya ningún secreto de qué pie cojeamos cada uno de nosotros, el programa iba poniendo vídeos al azar, obviamente todas mis arias favoritas. Yo lo dejaba hacer.
Había empezado por la mañana con la novela de Fred Uhlman, Reencuentro", una joya recién descubierta, y aproveché también para leer las primeras páginas de un ensayo de Raquel Peláez, "Quiero y no puedo. Una historia de los pijos de España". He aquí algunos datos de sendos libros:

REENCUENTRO → Una emotiva narración en torno a una amistad que sobrevive a una época marcada por el nazismo.
Dos jóvenes de 16 años son compañeros de clase. Hans es judío, y Konradin, un rico aristócrata miembro de una de las más antiguas familias de Europa. Entre los dos surge una intensa amistad y se vuelven inseparables. Un año después, todo habrá terminado entre ellos. Estamos en la Alemania de 1933, y tras el ascenso de Hitler al poder, Korandin entra a formar parte del ejército nazi, mientras Hans parte hacia el exilio. Muchos años después, instalado en Estados Unidos, Hans intenta olvidar el siniestro episodio que los separó amargamente, y en principio para siempre, pero será entonces cuando Hans reencontrará, en cierto modo, al amigo perdido. Esta pequeña obra maestra resurge hoy con la misma capacidad de conmover que cuando se publicó por primera vez en 1960.Su repentino e inesperado éxiro le ha merecido ser finalmente traducida y leída en el mundo entero.

QUIERO Y NO PUEDO → Hitos de la historia de España, tal y como la cuenta Raquel Peláez con mirada profundamente analítica y mordaz. La historia de un país encandilado por las apariencias, donde el imaginario de veleros, monterías, cócteles y bolsos de lujo convive con una creciente y angustiosa desigualdad social.

"La perrita Blackie no podía evitar envidiar a esas perritas con pedigrí, permanente y collar de perlas. Luego veía a sus dueños y se le pasaba".

Carolina Durante, *Cayetano.
Para terminar de darles la paliza, he aquí parte de la "lista de reproducción" de vídeos con los que YouTube me entretuvo en mis horas de lectura nocturna.
Hasta más ver, que son señas de volver.

"Griselda", Vivaldi. *Agitata da due venti.
"Los cuentos de Hoffmann", Offenbach. *Barcarola.
"Lakme", Leo Delibes, *Flower duet.
"La Boheme", Puccini. *Vals de Musetta.
"Semiramide", Rossini. *Serbami ognor.

Como postre, antes de apagar la luz, tuve que dejar el libro a un lado porque no esta ópera sino ballet, Ravel para ser más exacto. El ballet se puedes escuchas, cómo no, pero verlo también es otra cosa. Ravel y Prokofiev, con el que ya decidí que no eran horas para estar despierto.

"Romeo y Jilieta", Prokofiev. *Danza de los caballeros.
"Bolero", Maurice Ravel.

miércoles, 23 de octubre de 2024

HUMOR, REMEDIO INFALIBLE

 

OBITUARIO


Gustavo Gutiérrez, padre de la teología de la liberación
El teólogo peruano, fallecido a los 96 años, ganó en 2003 el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades.
Juan José Tamayo, 23.10.2024

El 22 de octubre de 2024 falleció en Lima a los 96 años Gustavo Gutiérrez, “el teólogo del Dios liberador”, como le definiera su compatriota el escritor José María Arguedas en su libro El zorro de arriba y el zorro de abajo, que le contraponía al “cura del Dios inquisidor” de Todas las sangres. Con su muerte la teología cristiana pierde a uno de sus más importantes, creativos y reconocidos referentes mundiales y la teología de la liberación acusa la orfandad por perder a quien es considerado el padre del nuevo paradigma teológico liberador en América Latina, que supuso una verdadera revolución epistemológica y metodológica en el discurso religioso y en la praxis de los cristianos y cristianas con importantes repercusiones en las ciencias sociales.

Gustavo Gutiérrez tenía una excelente formación interdisciplinar. Estudió medicina en la Universidad Nacional Mayor San Marcos (Lima), filosofía y psicología en la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica) y teología en la Facultad de Lyon (Francia) y en la Universidad Gregoriana (Roma). Fue profesor de teología en la Pontificia Universidad Católica de Perú y en la Universidad de Notre Dame (Indiana, Estados Unidos) y fundador del Instituto Bartolomé de Las Casas de Lima. Ejerció el ministerio pastoral en la parroquia de Cristo Redentor, del barrio popular del Rímac (Lima). Participó en el Concilio Vaticano II como asesor teológico del obispo chileno Manuel Larraín. Intervino como consultor teológico en la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano celebrada en 1968 en Medellín (Colombia), que llevó a cabo el cambio radical de la Iglesia neocolonial al cristianismo liberador. Fue miembro del Consejo de dirección de Concilium. Revista Internacional de Teología. En 2003 recibió el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades junto con el periodista polaco Ryszard Kapuscinski.

En 1971 publicó Teología de la liberación. Perspectivas, su obra más emblemática y una de las más influyentes en el panorama teológico mundial, traducida a decenas de idiomas y con numerosas ediciones. Dedicó el libro a Henrique Pereira Neto, sacerdote brasileño torturado y asesinado en 1969 por el Comando de Caza a los Comunistas durante la dictadura, y a José María Arguedas, y lo inició con un texto de su novela Todas las sangres. El escritor peruano le confesó que en el Dios liberador que él representaba sí creía. “Yo siento a Dios de otro modo”, dice Matilde, un personaje de Todas las sangres. Quizá esta sentencia, observa Gustavo, quisiera expresar lo vivido por Arguedas, que “no sentía a Dios como los señores y los biempensantes”, sino como “Dios esperanza, Dios alegría, Dios ánimo”.

Gutiérrez define la teología como reflexión crítica de la praxis histórica a la luz de la palabra, como teología de la transformación liberadora de la historia de la humanidad, que no se limita a pensar el mundo, sino que es un momento del proceso de su transformación abriéndose al don del reino de Dios “en la protesta ante la dignidad humana pisoteada, en la lucha contra el despojo de la inmensa mayoría de los hombres, en el amor que libera, en la construcción de una nueva sociedad, justa y fraterna”. Es una teología que articula armónicamente pensamiento y vida, teoría y praxis, rigor metodológico y denuncia profética ante las injusticias, espiritualidad liberadora y compromiso social, contemplación y acción, amor universal y opción por las personas y los colectivos empobrecidos.

Estamos ante un nuevo modo de hacer teología, de sentir, de vivir y de pensar a Dios desde el “reverso de la historia” con repercusiones desestabilizadoras para el sistema neocolonial y neoliberal latinoamericano. Un sistema que el papa Francisco define como “la globalización de la indiferencia” que nos vuelve incapaces de compadecernos ante los clamores de los otros, de llorar ante el drama de los demás y de cuidar a las personas más vulnerables, y genera una población “sobrante” convertida en desechos humanos.

El teólogo peruano nada tiene que ver con la definición que diera el arzobispo anglicano William Temple a la pregunta sobre qué es un teólogo, me imagino que con sentido de humor británico: es una persona muy sensata y sesuda que pasa toda una vida encerrada entre libros intentando dar respuestas exactísimas y precisas a preguntas que nadie se plantea. Las preguntas que se planteaba Gustavo tienen que ver con el sufrimiento, la pobreza, la injusticia y la materialidad de la vida: ¿dónde dormirán los pobres?, ¿cómo hablar de Dios desde el sufrimiento de los inocentes?, ¿cómo hablar de la resurrección cuando las personas empobrecidas mueren “antes de tiempo” y “sin llegar a sazón”?, ¿cómo hablar de Dios como Padre y Madre cuando los seres humanos no son hermanos y hermanas?

MÁS DA UNA PIEDRA

 

EPIMÉNIDES


Los políticos y la paradoja de Epiménides
Hay que admitir que se ha hecho de la mentira una necesidad para obtener el triunfo político pero no hay que engañarse, casi todo el mundo sabe apreciar la verdad.
18.06.2023, Guadalupe Muñoz Álvarez
https://www.larazon.es/opinion/politicos-paradoja-epimenides_20230618648e34d744049c0001c95988.html

Se habla con reiteración de las mentiras que utilizan muchos políticos para alcanzar el poder aunque, en general, se toleran con resignación, «como el que oye llover». A veces se presentan falsedades para disimular errores, otras para derrocar al contrario y algunas para consolidar su posición. No hay más que recordar la expresión de un máximo responsable diciendo que nunca pactaría con otro grupo político, que si lo hiciera no podría dormir y dos días más tarde le incorporó a su organización política con un abrazo entrañable y hace tiempo aquello de «OTAN no, bases fuera» tuvo como resultado solicitar el ingreso en la Organización poco tiempo después. Otros cientos de ejemplos pueden citarse.

La famosa filósofa alemana Hannah Arendt defendía que la verdad es indispensable en la esfera política, que la libertad de expresión no existe si no se fundamenta en un informe objetivo y veraz sobre cualquier situación y no deben proliferar las falsas noticias, las acusaciones infundadas y las calumnias que perjudican gravemente el prestigio de toda persona de bien y envenenan el espacio político. Las mentiras siempre hacen daño. El filósofo Hans King ha considerado que la mentira no es rentable porque anula la confianza, base de la democracia. Sin embargo siguen presentándose las promesas irreales, que todo el mundo sabe que no van a cumplirse, que no es posible con los medios al alcance de los que las divulgan.

Cuando se trata de analizar a los dirigentes políticos se recuerda con frecuencia la conocida paradoja del mentiroso que expuso el filósofo griego Epiménides en el siglo VI antes de Cristo. Al gran pensador se le ocurrió afirmar que todos los cretenses eran mentirosos y lo curioso es que él era cretense. Han pasado siglos y sigue sin poder averiguarse si decía la verdad y entonces era un mentiroso pues todos los cretenses lo eran, o bien no era mentiroso y por tanto lo afirmado era verdad. Parece que Crisipo, de la escuela estoica dedicó tres volúmenes a resolver esta paradoja. También San Agustín estudió la contradicción sin llegar a las catorce consideraciones de Pablo de Venecia, pero en realidad a pesar de los intentos nadie ha encontrado una solución aceptable.

Algunos tratadistas han mantenido que ciertas mentiras pueden ser saludables si tienen buena intención. Esta observación se ha admitido con facilidad. Se dijo que el pueblo es hielo ante las verdades y fuego ante las mentiras, es decir, que mentir es rentable. Se sabe a ciencia cierta, que las mentiras de los políticos se difunden deliberadamente, se estudian sus resultados, no son inofensivas y se consigue que vayan penetrando subrepticiamente a beneficio del que las expone.


En el siglo XX la mentira entró en la fase del consumo masivo, extendiéndose la costumbre de contestar a una pregunta relatando hechos no relevantes y ajenos a la cuestión planteada. Es tan común que no se altera ni siquiera el que plantea la cuestión. Se han difundido innumerables anécdotas. Se dijo que el general De Gaulle al preguntarle sobre algunos datos de la Segunda Guerra mundial en lugar de contestar, habló de Juana de Arco. Es el conocido método Olledorf que se emplea en el aprendizaje de una lengua, practicando con frases sencillas aunque no tengan sentido. Buenos días, contestación, tengo hambre.

La paradoja del mentiroso atribuida al filósofo griego, no ha podido resolverse .Se volvió a ella cuando se creó el primer ordenador en el año 1947. Dos estudiantes de la Universidad de Harvard y un equipo de investigadores pidieron a la máquina recién descubierta una solución de la paradoja de Epiménides, la pantalla osciló hasta colapsarse sin dar ninguna respuesta. Con posterioridad Kurt Gödel, un gran matemático creador del teorema de la incompletitud, estudió la paradoja del griego, sin conseguir resultado.

Algún autor ha manifestado que los gobernantes de hoy son como los cretenses, mienten y no debemos aceptar que sus promesas son verdaderas pero si consideramos que son mentirosos, dicen la verdad cuando mienten. Un jeroglífico.

Hay que admitir que se ha hecho de la mentira una necesidad para obtener el triunfo político pero no hay que engañarse, casi todo el mundo sabe apreciar la verdad y decidir sus apoyos, en estos momentos: no se han tenido en cuenta las inconsistencias oficiales sobre los datos del desempleo, ni las contradicciones sobre la pandemia, se sabe que no han desaparecido los contratos temporales, que se han transformado en contratos fijos discontinuos, pocas personas creen los datos que se facilitan oficialmente.

Es verdad que muchos políticos son íntegros, exponen sus propuestas con veracidad. Eso es lo que hay que exigirles, tienen que saber que los votantes no se dejan engañar y el sistema de prometer con mentiras, es reprobable.
La paradoja de Epiménides es una forma de la paradoja del mentiroso relacionada con la filosofía y la lógica. Pertenece al grupo de las paradojas falsídicas,​ ya que aparenta autocontradecirse si se sigue un razonamiento, pero se puede mostrar que dicho razonamiento no es correcto.
Epiménides fue un legendario poeta y filósofo del siglo VI a. C. a quien se le atribuye haber estado dormido durante cincuenta y siete años aunque Plutarco afirma que solo fueron cincuenta.
Se le atribuye haber afirmado:Todos los cretenses son unos mentirosos.
Sabiendo que él mismo era cretense, ¿decía Epiménides la verdad?

LO QUE HAY

¿QUÉ DIRÍA DEMOND MORRIS HOY?


Cibercromañones: la era del Homo Adictus
Somos una raza de la Edad de Piedra con pistolas láser. Técnicamente avanzados pero biológicamente estancados. Más centrados en conocer las estrellas que a nosotros mismos.
Galo Abrain

Es difícil distinguir a un ser humano con enjundia de un sucedáneo. Se parecen tanto los unos a los otros. La misma carcasa puede ocultar una fosa séptica mental o un túnel de generosidad infinito. E, independientemente de lo que haya bajo el capó, ambas comparten un chasis débil; formado por una columna vertebral latosamente frágil, unos conductos de aire y alimentación peligrosamente agolpados o una laguna en la producción de la vitamina C, que obliga a consumirla en alimentos frescos. Eso sin contar con los déficits psicológicos que arrastramos. Estamos, vaya, hechos un poco de cualquier manera.

¿El cuerpo humano la mejor máquina jamás inventada? Pamplinas. No hay más que pensar en el aparato reproductor masculino. ¿Cómo, vamos a ver, se puede alegar la perfección olímpica de la carrocería humana, teniendo algo tan vital para la supervivencia de la especie así, a la intemperie? Sencillamente, se trata de un apaño. Un trabajillo de Bricomania chapucero que la evolución tuvo a bien brindarnos dado que los gametos masculinos se torran a la temperatura de nuestro cuerpo (36,5º). Y, a falta de una crema solar eficiente, o un aparato de aire acondicionado interno -no veas qué caros se han puesto los filtros de poliuretanos biológicos-, el progreso genético se decantó por la golfería de dejar la bolsa de semillas a la vista. Como para que llegue cualquiera y la pise.

Y, ¿qué decir del motor? De la sesera. Siempre hambrienta de desinhibidores. Con el estómago rugiendo constantemente por un nuevo mecanismo de alteración. Por una nueva pildorita de placer y olvido, en su mayoría extraídas de los mecanismos de defensa venenosos de las plantas malaventuradas que se cruzan en el camino de los Homo Adictus. O séase, nosotros. Seres comandados por sesgos cognitivos caprichosos con mucho peso muerto, y poca paciencia para deshacernos de esos cadáveres que nos invitan a cometer genocidios, cribas raciales o a idear reality shows. Curiosamente, gozamos de la habilidad para inventar absolutas virguerías mecánicas, pero padecemos una vulnerabilidad, un miedo y una impulsividad que nos hacen usarlas como una manada de cabras desustanciadas. Tememos una vida solitaria, breve y conchuda. E, irónicamente, hemos ideado un aparejo muy eficaz para hacer realidad esas pesadillas.

Para el escritor y astrobiólogo, Lewis Dartnell, este último desbarajuste es claro. Somos como monos a los mandos de un helicóptero. Aun habiendo sido entrenados para hacerlo funcionar, tenemos hondas carencias en cuanto a las razones de su uso, el potencial de sus habilidades y una baja conciencia de que, mal manejado, puede convertirse en un inmenso ataúd de hierro. Como dijo Dartnell (en una reciente entrevista con el periodista Daniel Arjona): “desde una perspectiva biológica de la historia de la humanidad seguimos siendo una especie de la Edad de Piedra, tratando de adaptarnos al mundo que hemos creado. Y hay un desajuste evidente entre nuestra fisiología y, en particular, nuestra psicología, y el entorno moderno”.

Frente a las tesis del astrobiólogo, existirán racionalistas liberales que achacarán el desbarajuste a manipulaciones sistémicas espurias, salivando por un desconcierto que sólo ellos, y la adoración liberal, puedan resolver. Pero predicar la razón no ha logrado, de momento, que la pongamos en práctica como civilización. Seguramente, esto se deba a sus contradicciones. Como bien destaca Dartnell, poseemos un software que impide nuestra autodestrucción ante las rémoras de todo colectivo: el cotilleo. El chismorreo, los trapos de portera, son chivatazos de los que hemos dependido como colectivo para reivindicar el apoyo mutuo frente al parasitismo. Otra paradoja. ¿Acaso hay algo peor que un chivato? ¿Alguien menos ligado a los pilares del honor y la confianza? Lo dicho, existimos gracias a lo que detestamos. Y eso, visto con perspectiva, no parece facilitar un tanque mental muy saneado.

Disponemos de sistemas de comunicación instantáneos, destructores de mundos, vivimos en el incansable avance de lograr convertir nuestra cotidianidad en una versión AliExpress del posthumanismo de Stanislaw Lem, mientras seguimos padeciendo las debilidades técnicas del cuerpo. Sin olvidar, claro, la condena de entendernos con los delirios nerviosos y sentimentales de nuestra psique. Por eso estamos rindiéndonos a la esperanza y la temeridad. Como lanzar fuegos artificiales al universo, sin saber si quienes se pueden sentir atraídos por sus destellos tendrán honestas intenciones respecto a nosotros… No seré yo quien defienda convertirnos en un caramelito cósmico para chiquilines galácticos dispuestos a tomarnos por el pito del sereno, aprovechando nuestro tambaleante equilibrio entre crear herramientas punteras y la capacidad para usarlas correctamente. Ponerse a dar gritos en mitad de un bosque oscuro, cargando en ristre un palo y una linterna, quizás no sea la mejor idea. Quizás haya lobos ahí fuera. O quizás no haya nada, y estemos perdiendo el tiempo. Todo son quizás…


El poeta romano Quinto Horacio Flaco acuñó el término “dorada mediocridad”; una forma de vida serena, en la que se posee lo esencial, sin excesos, y se disfruta de la comodidad suficiente para no experimentar necesidades fundamentales. Esta debería ser, con creces, la filosofía de vida de todos los seres humanos. No porque no seamos capaces de proezas celestes, sino porque, la mayoría de las veces, no sabemos cómo sacarles el mejor partido.

Y así, una especie que ni siquiera alcanza a conocerse bien a sí misma, está alumbrando una madeja algorítmica, una “inteligencia artificial”, con el potencial de saberse y comprenderse antes que sus creadores. La misma especie que ha puesto en marcha un sistema capaz del control absoluto de la intimidad, al tiempo que bendecido con la ingeniería social más puntera destinada a azuzar esa parte viciosa, de Homo Adictus, invitando al scroll infinito y el exhibicionismo. Y también, claro, que ha logrado activar armas y gadgets con el potencial de invocar plagas de un dolor masivo hasta ahora desconocido. Somos cromañones en la Era de las luces.

La civilización ni es lógica, ni inevitable. Es un artefacto igual de endeble que el propio cuerpo humano. Sin embargo, nos dirigimos con unas grandes antiojeras hacia posiciones que la ponen en riesgo, sacando a relucir, a través de lunáticos avances tecnológicos, las debilidades de ambos. No me atrevo aquí a brindar por nuestra extinción. Quienes lo hacen, o son estúpidos, u ocultan un bienestar que los libera de las responsabilidades de la continuidad.

Sí alzaré mi copa en honor a esa dorada mediocridad. A ese extraño limbo tan escurridizo, en el que un ser se sabe capaz de la aniquilación, pero decide refugiarse en la bella contemplación de las cosas. En los detalles. En los susurros. Huyendo de la ambición esclava del que persigue las estrellas, como un galgo de carreras tras su presa que no sabe qué hacer cuando la alcanza.

Y batiré también mis palmas por centrarnos en dejar de ser cromañones con tantas lagunas por rellenar, reflexionando sobre quienes somos y quiénes queremos ser. Dejando para etapas más maduras el siguiente salto tecnológico, para el que, objetivamente, no tenemos prisa. Porque si hay algo que urgen en la actualidad, es desacelerar…

ÓPERA Y LITERATURA


Esta mañana escucho la maravillosa ópera de Bellini I Capuleti e i Montecchi, perfecta para un día de Marte, nublado y caluroso, que marca el ecuador de la semana, que pasa rauda. aproveché también, a primera hora, durante mi visita a un par de sitios, para recoger el último libro que me llegó y que empecé a leer con avidez durante el segundo café de la mañana: "Reencuentro", una pequeña novella joya escrita por Fred Uhlman y que espero devorar este fin de semana.
Bellini, ópera "I Capuleti e i Montecchi".
*Oh! quante volte.
*Si, fuggire: a noi non resta.
*Ah, crudel, d'onor ragioni...
*Vieni, ah! vieni, e in me riposa.

HIDDEN PORTRAITS

'Hidden Portraits,' Volker Hermes Reimagines Historical Figures in Overwhelming Frippery.










martes, 22 de octubre de 2024

ESCUDOS HUMANOS Y DEMÁS COSAS

Estas noticias no abundan, parecería que la guerra se libra en un solo sentido, no doble. No obstante, aceptando con pesar la beligerancia de Netanyahu, sólo me queda esperar que tras las próximas elecciones en Israel gobierne un Primer Ministro menos beligerante; de Hamás y Hezbolá no espero nada porque nada se puede esperar de terroristas.
Acerca de los escudos humanos, suficientemente demostrado a estas alturas, aparece otra vuelta de tuerca, en este caso utilizar un hospital para colocar un "banco/ búnker" bajo éste, en El Líbano. Me pregunto si de verdad esta gente piensa alguna vez en su pueblo, personan que sienten y padecen como todos.

Las FDI revelaron que el ex líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, tenía un búnker con 500 millones de dólares dentro, que servía como instalación financiera central para la organización terrorista y que fue construido debajo del Hospital Al-Sahel en Beirut. “Este búnker debajo del Hospital fue utilizado durante muchos años por el ex líder de Hezbolá como su búnker de emergencia“. El búnker servía como instalación financiera central de Hezbolá, donde éste almacenaba la mayor parte de su dinero, dinero que fue robado a civiles libaneses o transferido desde Irán, y se utiliza para actividades terroristas.

HUMOR, REMEDIO INFALIBLE


SINVERGÜENZAS SIN VERGÜENZA


Flaco favor le hacen periódicos como EL DÍA, vendido absolutamente a Coalición canaria, cuando no sólo no abanderan el cambio de modelo turístico en las islas que está acabando con el territorio y con los recursos, sino que sacan en portada titulares de la talla de "Las protestas contra el modelo turístico pierden fuelle". Así lo fue también con el Puerto de Granadilla, la joya de la corona tornada en oropel, la Universidad de Las palmas, en su momento, y así podríamos continuar. EL DÍA, Un periódico panfletario, el PRAVDA de Tenerife.

lunes, 21 de octubre de 2024

231, UNA CIFRA NEGRA "SOLAMENTE"



Llega a Gran Canaria el mayor cayuco de su historia: 231 personas, 58 de ellas menores
La entrada de migrantes en las islas ha caído un 75% en lo que va de octubre.
Guillermo Vega, 21.10.2024

ME GUSTA LA POLÍTICA

Pues eso, que me gusta, pero también me enferma. Tengo amigos de un lado del espectro y del otro, incluso quizá hasta del más allá, y lo acepto aunque no lo comprenda. Mala memoria siempre, es la mejor solución. Pero, si he de ser sincero, no puedo entender, en absoluto, que alguien pueda votar a esta señora, Isabel Ayuso; me parece una impresentable, prepotente, maleducada y, sobre todo, incumplidora una y otra vez de las reglas del juego.
No te gusta pedro Sánchez, vale, ok, para gustos colores. Incluso odias a Pedro Sánchez, al PSOE, a Zapatero y hasta Rita la cantadora. Muy bien, libertad siempre, para empezar:
“¡Qué abominable injusticia perseguir a un hombre por tan ligera bagatela! Desapruebo lo que dice, pero defenderé hasta la muerte su derecho a decirlo”, decía Voltaire (supuestamente),
Partiendo de la base que Pedro Sánchez debe encarnar al anticristo para la susodicha, éste no deja de ser el Presidente del gobierno español, elegido, guste o no, en unas elecciones generales según el modelo electoral, valga la redundancia, que tenemos en España. Llamarlo hijo de puta, con más o menos fruta en la frase, o hacerle un desplante como ahora, no es más que una falta de respeto no a él  que también, sino a todos los españoles que lo han votado.
No puedo con ella, es superior a mi, Me recuerda al abusón del colegio, ese personaje odiado hasta la muerte.

EXPECTANTES

HUMOR, REMEDIO INFALIBLE

 

UN LUNES CUALQUIERA, PERO NO


Llegué a las 10 a casa y ya tenía hecho el día; piscina a las 8, Colegio de Arquitectos, Hermandad (HNA) y vuelta en moto. Aquí estoy contestando correos y whatsaaps, poniéndome al día a mi ritmo.
La reunión en la HNA versó sobre jubilación y temas similares, un mundo desconocido por mi pero necesario hoy saber de ello. Muchos datos al mismo tiempo que he de entender, cribar, sopesar, comentar, decidir... Nunca me ha interesado el tema económico, siempre pensé que trabajar en una asesoría podría considerarse el peor trabajo del mundo, papeles y más papeles, pero he aquí que llega un momento en la vida que no hay más remedio que sumergirse en todo esto por obligación: convenios laborales, declaraciones de la renta, retenciones, desgravaciones y pagos varios, testamentos, pagos; uf, tanto que escribirlo me da grima.
¿Se puede echar de menos algo que no se conoce? Pues sí, me temo. No me gusta el alcohol, ni siquiera el vino, no bebo pues, nada. Aunque ahora me tomaría plácidamente una copa de vino y un poco de queso como aperitivo, para compensar. 
Sin aperitivo ni vino, voy a dibujar un rato con unos rotuladores-pincel que me acaban de traer de regalo de Japón. Una joya-
Y que salga el sol por Antequera.
Y que me quiten lo bailado, o mejor lo viajado.

TELA DE PANA Y BOTAS DE CAMPO


Mensaje del pionero olvidado
El novelista Miguel Delibes ya denunció en 1975, con una clarividencia que entonces no tenía casi nadie, la destrucción acelerada de los entornos naturales en beneficio de intereses privados.
Antonio Muñoz Molina, 19.10.2024

Nunca vi juntos al novelista Miguel Delibes y al biólogo y naturalista Miguel Delibes de Castro, pero cada vez que veía al uno me acordaba del otro, y no ya por el parecido entre padre e hijo, sino por una manera semejante de estar en el mundo, una rectitud intelectual y moral que era inseparable de la austeridad de su presencia física. A Miguel Delibes dejé de verlo por desgracia cuando todavía estaba entero y lúcido y con esa cara de salud que uno asocia a la tela de pana y a las botas de campo. En muchas fotos parecía triste y pálido, pero en la realidad, si se encontraba a gusto, su cara de mejillas coloradas como por efecto de un viento frío era afable y cordial, como las cartas que escribía, generosas pero casi indescifrables, como incisiones en una tablilla babilónica. Una vez, le mandé el ejemplar de El camino que acababa de leer un hijo mío en la escuela, pidiéndole que se lo dedicara, y Delibes lo devolvió puntualmente con su dedicatoria cariñosa y su firma, ambas casi ilegibles, y con una carta dedicada a su nuevo lector. La última vez que lo vi estaba yéndose airado de un sitio oficial para no participar en un enjuague evidente. Me estrechó la mano, dio la vuelta y salió con zancadas enérgicas, como dando un portazo. Era uno de esos hombres que son más altos y fuertes de lo que uno suponía. Cuando veo a Miguel Delibes de Castro en las fotos, o leo las cosas que escribe, estoy viendo en él la mejor herencia de su padre, y a la vez un talento y un brío que son exclusivamente suyos, no para la ficción, ni falta que le hace, sino para su oficio de científico que aúna la seriedad de la investigación pura con un compromiso público que manifestó durante muchos años en su dirección del parque de Doñana.

Hay estupideces que uno piensa o escribe porque ha llegado a ellas por su cuenta. Son muchas más las que hace suyas porque flotan en el ambiente de su época y de su generación. En mi adolescencia sin orientadores ni prejuicios yo había leído con fervor unas cuantas novelas de Miguel Delibes, desde Las ratas y El camino hasta Cinco horas con Mario, pero cuando quise ser contemporáneo y me hice gregario creyendo ser original, me dio por mirar por encima del hombro a Miguel Delibes. Había que ser moderno y urbano a toda costa, y creer que en las noches de humo de tabaco y ginebra de garrafa en los bares decorados con conatos de diseño y nombres cosmopolitas, en nuestras provincias respectivas, estábamos viviendo las experiencias límite propias de nuestra condición de escritores. Este novelista que escribía sobre gente antigua en los campos de lo que entonces se llamaba todavía Castilla la Vieja, era como una reliquia de otra época, y merecía dos adjetivos entonces terminales: costumbrista y rural.

Pues bien, Miguel Delibes era mucho más moderno que todos nosotros. En un país donde la literatura ha sido casi del todo ajena a la naturaleza, Delibes escribió sobre ella con una sensibilidad y una precisión que parecen más propias de narradores y poetas americanos o británicos, vinculándola siempre con los trabajos y las vidas de la gente campesina. Y en 1975, en su discurso de ingreso en la Real Academia, denunció la destrucción acelerada de los entornos naturales y agrícolas, del envenenamiento del agua, la tierra y el aire, en nombre del progreso económico, pero en beneficio de intereses privados, con una clarividencia que entonces no tenía casi nadie, no ya en España, sino en ninguna parte. Estremece ahora leer estas palabras escritas hace 49 años: “Por primera vez se acepta la posibilidad de que nuestro mundo se vuelva inhabitable por obra del hombre”.

En su último libro, Gracias a la vida, Miguel Delibes de Castro se acuerda de antiguas conversaciones con su padre, y de las discordias que a veces surgían entre ellos en sus ideas sobre la naturaleza y la vida. Uno escribe para muchos, para cualquiera, pero algunas veces también para una sola persona, que puede haber muerto. Delibes de Castro escribe Gracias a la vida para cualquiera de nosotros, pero sobre todo para su padre, para su memoria que no se desdibuja con los años, porque lo mejor de su literatura está tan viva como aquellas advertencias pioneras, entonces universalmente ignoradas, ahora perentorias.

Con una prosa excelente de naturalista, Miguel Delibes de Castro selecciona el ejemplo de unas cuantas especies —animales y vegetales, o ni lo uno ni lo otro, como los hongos— para mostrar el lugar esencial que cada una ellas ocupa en el entramado admirable de la vida sobre la Tierra, y los beneficios directos que tienen para los seres humanos: las llamadas malas hierbas, las lombrices, los hongos, los buitres, los microbios, los escarabajos, el fitoplancton, los murciélagos, las arañas, las ostras, los zorros. Cada una de ellas cumple una o varias tareas esenciales en ese equilibrio que hace habitable para nosotros la biosfera y que es el resultado de la selección natural operando muchas veces a escala microscópica y muy gradualmente a lo largo de los más de 3.000 millones de años que dura ya la vida en la Tierra. El suelo que pisamos y que nos nutre es una capa delgada de materia fértil que han ido labrando muchedumbres de organismos visibles e invisibles, desde las lombrices que airean y nutren la tierra con sus deyecciones a los microbios que descomponen la materia orgánica; y también los mamíferos con cascos o pezuñas que la remueven, y que la enriquecen con su estiércol, y con las semillas que hay mezcladas en él. Sin los insectos y las aves polinizadoras no existirían la mayor parte de las cosechas que nos alimentan a nosotros y a muchos de los animales que criamos para obtener su carne o su leche, por muchos fertilizantes químicos y plaguicidas que esparciéramos sobre la tierra. Los fertilizantes químicos y los métodos de la agricultura intensiva degradan irreparablemente en poco tiempo esos suelos fértiles que tardaron miles de años en formarse.

La idea predominante de la evolución no viene de la obra científica de Charles Darwin, sino de su espurio derivado ideológico del darwinismo social: la “lucha por la vida”, la competencia entre las especies y los individuos, la supervivencia del más fuerte, que llevan legitimando desde hace siglo y medio el individualismo cruel y la competición despiadada en los mercados del capitalismo, y también la desigualdad entre las personas, las clases o los grupos étnicos. Delibes de Castro explica que la simbiosis, el mutualismo y la sincronicidad operan no menos eficazmente que la competición en la maravilla incesante de la vida. Las flores atraen con sus colores y olores a los insectos que se alimentan de ellas, los cuales a su vez inadvertidamente hacen posible su fecundación. Avispas carnívoras, hormigas y escarabajos consumen larvas de parásitos y ayudan a mantener la salud de las plantas. Las raíces de los árboles obtienen los nutrientes del suelo gracias a los hongos asociados a ellas. Un solo murciélago puede consumir en una sola noche una cantidad prodigiosa de mosquitos. Se suelen usar argumentos de progreso económico para justificar la destrucción de la naturaleza, como si no hubiera más remedio que elegir entre la prosperidad y la limpieza del aire, entre la abundancia de alimentos y la preservación de la biodiversidad. Delibes de Castro desmiente esa disyuntiva: una ruptura irreparable de los equilibrios de la biosfera traerá consigo un colapso económico y social que ya ha dejado de ser una profecía, porque está empezando a suceder, por ejemplo en esas regiones del mundo en las que el calentamiento y la desertización ya han hecho imposible la agricultura. El novelista Miguel Delibes lo advirtió en 1975.

domingo, 20 de octubre de 2024

EL EMÉRITO, TREMENDO EJEMPLO

 


¿Qué se hizo con el dinero? ¿Dónde está?

¿Qué ha sido de la fortuna oculta que acumuló el rey emérito durante su reinado? El destino de los 10 millones de dólares que recibió del rey saudí Jaled Bin Abdelaziz nada más ser coronado es un misterio. Tampoco se conoce el paradero de los 1,9 millones de dólares (unos 1,7 millones de euros) que recibió en 2010 como donación del rey de Bahréin y entregó en Ginebra en una maleta a Arturo Fasana, el gestor de su cuenta suiza en la banca Maribaud, según reveló EL PAÍS y acreditó el fiscal jefe del cantón de Ginebra, Yves Bertossa.

Se ignora igualmente donde recalaron los otros 36 millones de dólares que el teniente general Emilio Alonso Manglano anotó en su diario y que según Juan Carlos I se emplearon en ayudar a la Transición española. Solo está acreditado documentalmente el paradero de la fortuna que afloró durante la investigación del fiscal Yves Bertossa en Suiza y la de la Fiscalía del Tribunal Supremo en España. Ambas archivadas.

Diez de los 15 millones de euros ocultos en los 'trusts' de Jersey han acabado en una ONG británica por expreso deseo de su último beneficiario, Joaquín Romero Maura, fallecido en 2022 en una residencia de ancianos en Zaragoza.

Los 65 millones de euros que le transfirió en 2008 el Ministerio de Finanzas de Arabia Saudí siguen en poder de Corinna Larsen, expareja del rey emérito. Juan Carlos I se los donó de forma “irrevocable” en 2012 cuando el banco suizo Mirabaud & Cie lo obligó a cancelar su cuenta a nombre de la sociedad panameña Lucum. Entonces, la relación de ambos era de complicidad. Cuando la pareja se rompió, el rey emérito los reclamó sin éxito y libró una larga batalla en la trastienda con Larsen. El rastro del dinero dejó su huella en una cuenta de esta última en el banco Gonet en Nassau, un paraíso fiscal de Bahamas. Y desde allí, al menos 39 millones salieron en dirección a otra cuenta de Larsen en el banco Fieldpoint de Nueva York y a cuentas en el Reino Unido, según desveló este periódico.

Con esa fortuna, la consultora alemana adquirió en Inglaterra ChyKnell Hall Estate, una lujosa mansión por la que pagó 6,7 millones de euros y puso a nombre de una fundación cuyo beneficiario es su hijo Alexander, de 18 años.

El rastreo a las propiedades de Larsen compradas con dinero de Juan Carlos ha sido un fiasco. Los tres millones que le transfirió desde su cuenta en el banco Mirabaud & Cie para la compra de dos apartamentos en la estación de esquí de Villars fueron “préstamos” ya devueltos, según la consultora. Y un terreno en Marrakech valorado en casi dos millones, un regalo del rey de Marruecos exclusivamente para ella. Lo mismo sucedió en la investigación sobre un apartamento de seis millones en Eaton Square (Londres).

Otro misterio sin resolver es el paradero de la transferencia de cinco millones que recibió Larsen del Gobierno de Kuwait en una de sus cuentas ginebrinas del Mirabaud & Cie. El dinero llegó semanas después de que Juan Carlos I visitara ese país árabe durante un viaje oficial. Ella alega que fueron pagos por sus servicios de consultoría.