Misa de duelo ayer, la de "la semana". Calor infernal en la iglesia, majaderías del cura, todas. Misa cantada (si uno no sabe cantar, ¿por qué no se calla?), interminable. Todos tristes, la ocasión lo merecía. Saludos al entrar, saludos al salir. Me cruzo con un primo de mi padre que debió pensar que, muerto mi padre, enterraban en la pirámide también a mi madre, porque nunca más se supo de él. Lo saludo, a él y a su mujer, serio pero educado, faltaría más.
Qué bonita es la vida, cuánto quiero a la gente que quiero y cuándo desprecio al resto.
¿Lo mejor? Ver a la familia (la buena) que queda y la arquitectura del entorno.
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