Me despierto hoy con una nueva primera plana en EL PAÍS, encabezada por la cumbre sevillana del desarrollo de la ONU, las miasmas del PSOE o la noticia de que dos españoles figuran en la lista de los veinte mayores cazadores de trofeos del mundo (Marcial Gómez Sequeira, expresidente de Sanitas, y José Martí Ruano, cofundador del bufete de abogados Larrauri & Martí; lo del abogado me queda lejos, pero lo del de Sanitas sería la perfecta disculpa para no tener este seguro privado, que de hecho no tengo), ilustrada con ese horror de fotografía.
Continúa el periódico con el achuche de Europa a España respecto a los jueces sustitutos, que deben ser trabajadores fijos, según reclama la Comisión Europea. Esto me ha hecho pensar en mi ayuntamiento, donde se vislumbran elecciones sindicales a representantes de los trabajadores.
¡Elecciones!, se comentaba por los pasillos el viernes.
En este nuestro ayuntamiento la gran masa de trabajadores somos laborales, mierdilaborales nos llamo yo, ahora consolidados como laborales fijos, tras décadas de contrataciones ilegales, en el limbo y sin ni siquiera tener una coletilla en el contrato. De laborales no indefinidos o algo así hemos terminado siendo laborales fijos, si bien en otros muchos ayuntamientos de las islas los laborales pasaron a funcionarios. aquí no, por las razones que fueran, que seguro las hubo, y que yo desconozco. Los laborales somos el corazón del ayuntamiento o, para no herir susceptibilidades, uno de los dos pulmones. Somos trabajadores que hacemos e x a c t a m e n t e el mismo trabajo que los funcionarios pero por el que cobramos menos, pues no nos abonan los trienios.
Mismo trabajo, menor sueldo.
Pero esto debe cambiar, no es justo y debemos luchar por ello, cuente lo que cueste. Para injusticias palpables ya tenemos este mundo loco en el que vivimos ahora.
Olvidaba compartir con ustedes que quiero presentarme a las elecciones sindicales.
