Mi amigo francés R, que hace años había venido a vivir y estudiar en Gran Canaria, comentaba asombrado la impresión que le dio ver cómo en España la Iglesia seguía teniendo tanta importancia; él la veía en los periódicos, en los telediarios, etc. Francia es un país laico, decía, el religioso va a la iglesia o la la mezquita o a la sinagoga, pero la religión no forma parte de la vida pública.
Han pasado ya algunas décadas y seguimos encontrándonos en los periódicos noticias como ésta. ¿Qué diría un teólogo al que le preguntaran si las ideas que defiende la ultraderecha podrían considerarse dignas de las enseñanzas de Jesús? Yo lo tengo claro, de ahí mi absoluta desafección a la Iglesia.
Así se escribe (se sigue escribiendo) la Historia.
Mi conclusión es sencilla: asco. Ascos, más bien. Vade retro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario