domingo, 31 de agosto de 2025

LA PREGUNTA FUNDAMENTAL


Victoria Camps (filósofa): “La libertad reducida a puro egoísmo no es libertad”
Los ciudadanos han perdido la confianza en las instituciones, en los bancos, en las compañías telefónicas, en los demás. La filósofa barcelonesa, una de las pensadoras españolas más influyentes, desentraña este fenómeno en su nuevo libro, ‘La sociedad de la desconfianza’. Sostiene que plantearse la propia libertad es plantearse el bien de los demás.
Josep Catà Figuls, 31.08.2025

El calor por fin ha aflojado a finales de agosto, y el camino que va de la estación de Sant Cugat del Vallès a la casa de Victoria Camps (Barcelona, 84 años) se abre propicio para vagar y preguntarse sobre el bien y el mal, pero sin mucho ahínco. Al fin y al cabo, uno espera que al llegar a la casa encuentre algo de claridad y alguna respuesta: Camps es una de las mayores especialistas en Ética de nuestro país. Catedrática emérita de Filosofía Moral y Política de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), es autora de decenas de libros, entre los que destacan Virtudes públicas (Premio Espasa de Ensayo en 1990), El siglo de las mujeres (1998), Breve historia de la ética (2013) o El gobierno de las emociones (Premio Nacional de Ensayo en 2012). Desde su posición de académica ha participado en todos los debates, desde el feminismo y la educación hasta el federalismo y la bioética. Y también ha tenido contacto directo con la política, como senadora independiente para el PSC de 1993 a 1996, y como miembro del Consejo de Estado entre 2018 y 2022.
Lo primero que aparece en la casa son las bicis y juguetes de los nietos de la profesora, esparcidos por el patio, una estampa del verano que ella ha pasado intentando huir del calor, y leyendo, en su e-book —“es mejor para la vista, y además tenemos ya tantos libros”, dice—, la última novela de su amigo Javier Cercas, o el ensayo Universalismo radical, del filósofo israelí Omri Boehm, una crítica al pensamiento identitario en pleno horror en Gaza. Camps también reflexiona sobre el individualismo y la crisis de la ética en su próximo libro, La sociedad de la desconfianza (Arpa), que se publica el próximo 3 de septiembre. Ante un mundo que da señales de desmoronarse, apuesta por la formación en virtudes éticas y por hacerse la pregunta ética por excelencia: “¿Qué debo hacer?”

Pregunta. ¿Por qué esta pregunta?
Respuesta. Según Kant, esta es la pregunta del ser racional, del ser humano. Pero hoy no nos la planteamos, y eso tiene mucho que ver con este concepto actual de libertad al que me refiero en el libro, un concepto muy reduccionista: ser libre es hacer lo que uno desea sin preguntarse para qué. Si entendemos que la libertad no tiene nada que ver con esa pregunta, la sociedad pierde cohesión, y esto explica por qué hemos dejado de confiar los unos en los otros o en las instituciones.

P. Hacerse esta pregunta puede dar vértigo. ¿Cómo se evita el pesimismo o el nihilismo?
R. Lo que motiva la ética es la insatisfacción acerca de lo que ocurre: vemos que hay cosas que están mal y tenemos la esperanza de cambiarlas, lo que nos lleva a preguntarnos qué hacer. Sin esperanza no se puede vivir.

P. El libro es una crítica feroz contra el individualismo. ¿Cómo vivimos nuestra libertad?
R. La afirmación del individuo como el centro de todo, muy propia de la filosofía occidental, es un progreso. Es afirmar que el ser humano es capaz de hacerse un plan de vida, y esa libertad hay que protegerla y hay que luchar por ella. Pero el ser humano no es solo pura autonomía: es un ser relacionado, vive con otros. Plantearse la propia libertad es al mismo tiempo plantearse el bien de los demás. La libertad reducida a puro egoísmo no es libertad.

P: La sociedad de la desconfianza recuerda a La sociedad del cansancio, de Byung Chul Han, al que cita a menudo. ¿De qué están alertando los filósofos?
R. La ética ha estado en crisis siempre. Siempre hemos necesitado hablar de esa tendencia al mal y de la necesidad de corregirla. Por eso el discurso ético de las virtudes me parece muy importante hoy. Los griegos se planteaban la corrección de la tendencia al mal como la construcción del carácter en el seno de una sociedad. Es decir, hay que construir un ethos individual que sea coherente en la colectividad.. La moral se aprende, lo decía Aristóteles, a través de los modelos, alguien debe inculcar eso. Los líderes buenos son aquellos que tienen esa autoridad. Eso es lo que hoy se ha destruido y se ha desmoronado.

P. ¿Cómo se puede restaurar la confianza en la política?
R. El problema es que siempre hay bronca política. Confrontación, bulos, controversia, y ahí la discusión ética es inexistente. Los medios de comunicación también tienen un papel, siempre se interesan más por lo que está mal. Decía Chesterton que lo que está mal en el mundo es que no nos preguntamos qué es lo que está bien. Es más complicado responder a qué es lo que está bien, pero hay ejemplos.

P. Dígame algunos.
R. No todos los políticos son corruptos, los hay que intentan hacer bien su trabajo. Y cuando falla el Estado de bienestar o hay catástrofes, la gente se moviliza y hay sectores muy caritativos que hacen una función importante. Los hombres buenos no desaparecen.

P: ¿Qué aprendió de su paso por la política institucional?
R. Te das cuenta de la dificultad que tiene una institución tan básica para la democracia, como es el Parlamento, de discutir los temas con una visión de Estado, más responsable, y no desde un partidismo que nadie es capaz de abandonar. Uno de los grandes problemas de la política es el cortoplacismo. La política no puede ser un seminario filosófico sin fin, pero los grandes problemas no se solucionan en dos días. Otro gran tema de la política es la falta de control. La corrupción que ha aparecido ahora, del PP o del PSOE, ¿no se podía controlar? ¿No funcionan los mecanismos? La ley de transparencia fue un gran avance teórico, pero no sirve ni en casos tan ridículos como los de los currículos. Es lo que Aristóteles llamaba acrasia, una sociedad que tiene muy buenas leyes, pero que no sirven de nada porque nadie las cumple.

P. Hace 35 años publicó Virtudes públicas, ¿cómo ha evolucionado este libro a la luz de lo que comenta?
R. Es quizá el problema más grave que tenemos hoy: la formación de un carácter virtuoso. Los códigos de conducta o éticos son el procedimiento moderno de plasmar la ética en unas normas, pero esto la hace demasiado similar al derecho. Los principios éticos se cumplen porque te los crees. Eso ocurre cuando la persona es virtuosa, y ha asimilado la justicia, la equidad, la valentía de hacer las cosas bien.

P. ¿La falta de confianza afecta a todas las instituciones?
R. Sí, a todo. A las instituciones, pero también a las grandes empresas, los bancos, las eléctricas, las telefónicas, etcétera. Nos fiamos poco. Entre otras cosas porque el contacto personal también ha dejado de existir, y nos sentimos muy desprotegidos frente a posibles fraudes, frente al lenguaje críptico de las administraciones. Para generar confianza tienes que hacer cosas que generen confianza. Pasar a los hechos. Un ejemplo muy reciente: el presidente del Gobierno ha dicho que quiere un pacto de Estado contra la emergencia climática. La primera crítica que se le hace es lógica: sea concreto. A veces la política parece más abstracta que la filosofía.

Sentada en su butaca, Camps despliega en su mirada cierta severidad —no en vano ha pasado buena parte de su vida preguntándose cómo corregir lo que está mal en el mundo— con una sonrisa optimista. Está rodeada de la biblioteca que compartía hasta hace poco con su marido, el académico Francisco Rico, uno de los mayores expertos en el Quijote, fallecido el año pasado. Decenas de retratos de Don Quijote y Sancho, que algo saben también sobre la locura y la razón, asisten a la conversación, que ahora da vueltas sobre cómo deseamos.

P. Cita una frase de Sartre: “La libertad no consiste en hacer lo que uno quiere, sino en querer lo que uno hace”.
R. Querer lo que uno hace es reflexionar sobre ese querer, más allá del deseo inmediato. Y ahí entra la voluntad, que es distinta del deseo. La voluntad es querer desde la conciencia.

P. Entregarse al deseo sin control también abre horizontes que no imaginamos. El Quijote se entrega del todo a la pasión.
R. Claro, es esa canción de Non, je ne regrette rien (no me arrepiento de nada). En un cierto sentido yo asumiría ese lema, pero eso no es incompatible con reconocer equivocaciones. Se trata de tomar responsabilidad.

P. En el libro reflexiona mucho sobre hacerse mayor y la soledad. ¿Estamos más solos?
R. La soledad se ha convertido en un problema endémico de la sociedad. Se habla de una soledad no deseada. Es un problema de una sociedad egoísta, atomizada, donde las relaciones sociales tienen muchos flancos débiles y donde las familias se desestructuran. Pero es importante plantearse el aprender a vivir en soledad, a sacarle fruto. Hay que enfocarlo desde uno mismo: a mí me ayuda mucho a leer, pero claro el gusto por la lectura no se improvisa, hay que cultivarlo, como la música, el teatro, el cine…

P. Hace 30 años que publicó El siglo de las mujeres. ¿Cómo ve el feminismo hoy?
R. Hoy está enredado, porque ha caído demasiado en este problema de la identidad secundaria, de la identidad sexual y de su reconocimiento, de esa confusión entre el sexo y el género, se ha llegado a confundir todo. Y en cambio, hay grandes problemas que ponen de manifiesto que la emancipación de la mujer no se ha realizado del todo: la violencia de género, la desigualdad en el ámbito más doméstico, en la conciliación, en los cuidados… La izquierda, sobre todo la extrema izquierda, ha puesto el énfasis en el reconocimiento de las identidades, que es importante, incluso pasándose de rosca, y ha dejado al margen la igualdad económica.

P: Dice que se han pasado de rosca con las identidades. ¿Se puede ir demasiado lejos con algo que afecta tanto a la dignidad de las personas?
R. ¿Reconocer la dignidad de las personas es darles libertad para que decidan lo que quieran sobre sus vidas en todos los sentidos? Yo siempre pongo a Stuart Mill como el filósofo al que hay que leer para entender qué es la libertad liberal, en el mejor sentido de la palabra liberal: poder hacer todo aquello que las leyes me permiten hacer y que no dañe a los demás, y, al mismo tiempo, crear una individualidad propia. Pero decir que uno puede decidir si es hombre o mujer a los 14 años es pasarse de rosca, porque la personalidad no está formada todavía. No parece muy pensado ni muy bien decidido.

P. Usted ha reflexionado mucho sobre la educación. ¿Qué le falta hoy a la escuela?
R. Las reformas pedagógicas han querido corregir unos errores del pasado que tenían que ver con la excesiva disciplina, la homogeneidad, la represión… Pero todo eso, en parte, es inevitable, porque educar a un niño es ponerle límites desde una autoridad que hoy tampoco se quiere reconocer. Las reformas tampoco han logrado mejorar los resultados de la educación. Quizá lo que habría que plantearse es si no hay que educar desigualmente para obtener resultados mejores. Rawls tiene el principio de la diferencia: favorecer más a los que están peor. A lo mejor enseñar otras cosas. Apenas se habla de la formación profesional. No hay gente que haga los trabajos necesarios. Para eso también necesitamos la inmigración, porque a la gente se le ha metido en la cabeza que esos trabajos no son buenos. Michael Sandel, en La tiranía del mérito, dice que la meritocracia es una de las razones del triunfo de Trump.

P. ¿Por qué cree que la gente busca cobijo en las propuestas ultras?
R. Porque son más sencillas de entender. Es más simple hablar de los inmigrantes diciendo que no caben y que son delincuentes, que plantearse lo necesarios que son y cómo aprovecharlo. Normalmente son respuestas simples a preguntas complejas.

P. En Gaza, en Ucrania, ¿cómo miraremos al otro cuando todo pase?
R. ¿Y cómo nos mirarán a nosotros? En el Holocausto no sabemos si la gente se enteraba de lo que ocurría. Hoy nos enteramos, no se puede ocultar. Y reaccionamos poco. Burke decía que lo único que hace que el mal prospere en el mundo es que los hombres buenos dejen de actuar. Hombres buenos hay muchos, ¿no? Y la mayoría de la gente está en contra de la guerra. Tenemos que volver a la pregunta fundamental, qué debemos hacer. El primer paso es tomar conciencia de que hay muchas cosas que funcionan mal. Si nos sentimos impotentes es porque todo el mundo puede hacer algo.

jueves, 28 de agosto de 2025

CON "T" DE QUINO

En el cuarto de compartía con mi hermano, en casa de mis padres, había un póster en la pared que nos acompañó muchos años, junto a otro enorme de estrellas de cine. El póster era una viñeta de Quino tan actual antes como ahora. Ésta:
 

Hoy me vino a la cabeza Quino, siempre recurrente por actual, tras haber leído un artículo esta mañana sobre los "planes" de T sobre Gaza, discutidos en su despacho con Tony Blair y con su yerno, antiguo enviado presidencial a Oriente Medio. Justo ayer le decía a un amigo, a colación de esta nueva flotilla de barcos que pretende llegar a Gaza con ayuda humanitaria. Por cierto, Tony Blair, el mismo ex primer ministro que no está escondido, cabizbajo, después de su apoyo a la invasión de Irak por las supuestas armas de destrucción masiva de las que nunca se supo nada; parece que a estos personajes les cuesta no seguir en el candelabro, fulanita dixit.
Ya me volvía a salir del tema...
Pues volviendo a mis pensamientos de hace un rato, le decía a mi amigo que yo estaba muy pesimista respecto a esta nueva incursión humanitaria, que Netanyahu estaba loco y que T lo apoyaba, que Europa no iba a entrar en la guerra y que ésta terminaría cuando lo decidieran en la Casa Blanca, unos y otros, que lo mismo da. Un tablero de ajedrez internacional donde mueven las fichas con poder absoluto, sin contar sino con ellos mismos, tal y como se ha visto también con el asunto de la Guerra de Ucrania pero sin Ucrania.
Gaza, Ucrania, aranceles y ahora, por si no había suficiente, dos niños muertos y 17 menores heridos, en un tiroteo en la iglesia de una escuela católica en Minneapolis. 
¿Qué mundo le vamos a dejar -le estamos dejando- a nuestros hijos?
 
 
Westman (el atacante, que se suicidó posteriormente) parecía tener muy claro lo que quería hacer. El tiroteo comenzó en torno a las 8.30 hora local (las 15.30 en la España peninsular), cuando la iglesia estaba llena: los alumnos de la escuela asistían a un servicio religioso en la iglesia para celebrar el comienzo del curso. El atacante, vestido de negro, se había acercado a uno de los laterales del edificio y comenzó a disparar a través de los cristales de las ventanas hacia el interior. Portaba tres armas de fuego: un rifle, una pistola y un revólver. Había bloqueado con tablones dos de las puertas para impedir que los asistentes a la misa pudieran escapar, según creen los agentes.

miércoles, 27 de agosto de 2025

OTHER NEWS

 













EUSEBIO PONCELA, DEP

 

HALL OF FAME

La zapatilla del diputado socialista Víctor Gutiérrez durante el debate en el Congreso, el 24 de junio, para penalizar las falsas terapias de conversión en junio. / FERNANDO SÁNCHEZ (EUROPA PRESS)
 
Esto podría ser el guion de una peli, pero no, es la vida real, que siempre acaba superando a la ficción.
A un amigo americano muy conservador, nada que ver con el personaje de Patricia Highsmith, de los que preferirían tener un hijo drogadicto que un hijo maricón -que haberlos haylos-, con una pincelada de yo no soy racista... pero, la vida le regala una hija maravillosa y lesbiana. Nada de karma, porque ser lesbiana tiene la importancia que tiene, o sea ninguna; pero sí, el karma, no nos engañemos. Pero he aquí que no sólo lo ha aceptado maravillosamente sino que está encantado con la novia de su hija y, lo que resultaba ser un secreto familiar, una deshonra, se ha convertido en algo normal, como la vida misma. 
Cuando me lo contó sonreí, remedio infalible, aunque por dentro me alegré y pensé ¿no querías caldo? 
Veía el otro día un vídeo que me enviaron sobre un estudio de la universidad de Harvard sobre la correspondencia entre el IQ y la homofobia (sí, otro de los famosos estudios de las universidades ricas norteamericanas) con una conclusiones, cuando menos, curiosas. cuanto más homófoba es una persona menos coeficiente intelectual tiene. Lo achacaba el estudio a que se entiende que tienen menor capacidad de raciocinio, de apertura de mente, de entendimiento. podría parecer un estudio estúpido, pero nada de eso, es muy serio.
A estas alturas, ¿de verdad te importa de quién se enamore tu hija/o o con quién se acueste? La respuesta es tan obvia que de esto ya no se debería hablar jamás. Tan simple como esto.
La extrema derecha odia las leyes LGTBI+
Pablo León, 26 de agosto de 2025
QueerLETTER, EL PAÍS

Las primeras leyes LGTBI+ regionales de España se aprobaron en 2014. Este año, previsiblemente, todas las comunidades autónomas de España contarán con normativa específica para la protección del colectivo: Asturias y Castilla y León, las dos últimas que quedaban por aprobarla, ya han iniciado la tramitación para hacerlo. Sin embargo, en 2025 también se suceden los ataques contra esta legislación, que en algunos casos ha cristalizado en forma de retrocesos. Así ha ocurrido en Valencia, donde, tras el acuerdo presupuestario de PP y Vox, en mayo, se ha consolidado “el primer recorte de derechos de las personas LGTBI+ en la historia de la democracia valenciana”, en palabras de la diputada de Compromís en el Congreso, Àgueda Micó.

La modificación realizada en las Cortes de Valencia, acordada entre los conservadores y la ultraderecha, elimina el reconocimiento de la autodeterminación de género en ámbitos como el educativo, el deportivo o sanitario. Además, abre la puerta a las falsas terapias de conversión, suprime mecanismos de protección para personas trans y elimina la denominada inversión de la carga de la prueba en los casos de discriminación (el mecanismo que obliga a la parte demandada a demostrar que no ha habido vulneración del principio de igualdad de trato).

“Vulnera derechos fundamentales y principios constitucionales esenciales”, ha denunciado Compromís, que busca que el Tribunal Constitucional se pronuncie sobre el cambio de esta norma. “Recortan derechos e intentan imponer su visión de la sociedad, en la que solo tienen cabida quienes piensan como ellos”, ha denunciado la formación política. “Digan lo que digan desde el Partido Popular, los hechos son incontestables: siempre y en todos los lugares han estado en contra de los derechos de las personas LGTBI+”.

Andalucía, Cataluña y Galicia fueron pioneras en 2014 al aprobar normativa específica. Actualmente, hay 19 normas autonómicas vigentes (12 generales y 7 leyes trans) en 15 comunidades. Las dos que faltaban por hacerlo ―Castilla y León, gobernada por el PP, y Asturias, liderada por el PSOE― están tramitándola. “El objetivo es cerrar una deuda histórica con los colectivos LGTBI+”, dijo en junio el consejero asturiano de Ordenación del Territorio, Urbanismo, Vivienda y Derechos Ciudadanos, Ovidio Zapico. Hace dos meses se anunció que en el curso político que arranca se tramitaría la norma.

‌Desde la delegación asturiana de la extrema derecha se apresuraron en avisar al PP de que no votara a favor de su aprobación: “Es la primera ley que vamos a exigir derogar para poder gobernar, así que, por favor, no la apoyen”, reclamó el diputado de Vox en el parlamento asturiano Javier Jové.

Las leyes LGTBI+ y trans autonómicas son importantes: “Cubren todos aquellos aspectos relativos a las competencias transferidas, que requieren desarrollo legislativo para protegernos y dotarnos de igualdad”, explica la presidenta de la Federación Estatal LGTBI+, Paula Iglesias. Además, vincula los discursos que cuestionan los derechos conseguidos con el “aumento de la violencia y el odio contra el colectivo”. “Estos altavoces políticos, sumados a las redes sociales y a algunos medios de comunicación, expanden el odio y acaban legitimando la violencia”, agrega.
 
En febrero, una sucesión de propuestas anti LGTBI+ iniciaron su tramitación en seis parlamentos regionales a instancia de Vox. Todas ellas reclamaban eliminar las leyes regionales que protegen los derechos de las personas LGTBI+. Así ocurrió en Madrid, Andalucía, Castilla-La Mancha, Extremadura, La Rioja y Murcia. Todas decayeron. Sin embargo, la ofensiva de Vox no ha cejado. Justifican sus invectivas esgrimiendo una supuesta protección de la sociedad ―de los menores o de las mujeres―. También intentan vincular homosexualidad con pederastia o plantear como una amenaza los derechos las mujeres trans.

Durante las reuniones de la extrema derecha con el PP para aprobar los presupuestos de Murcia, Vox también cargó contra la ley LGTBI+ regional. El PP murciano se opuso a la derogación. El tema pasó a segundo plano, después de que los radicales identificaran en la xenofobia la posibilidad de obtener mayor rédito político a costa de sembrar odio. Sobre todo después de los episodios de violencia en el municipio murciano de Torre Pacheco azuzados por Vox. En el acuerdo presupuestario murciano entre PP y Vox, consolidado el 23 de julio, se firmó el compromiso de aprobar una nueva ley de familia sin mayor concreción. “Murcia tiene derogada la ley LGTBI+ por la inacción de su Gobierno”, opina Víctor Gutiérrez, responsable de políticas LGTBI+ del PSOE. También critica la falta de dotación presupuestaria para su aplicación: “El PP está mimetizado con Vox”.

Lona instalada por Vox en Madrid en 2023, durante la campaña electoral para las generales, y que tuvieron que retirar por orden de la Junta Electoral Central. / JUAN BARBOSA

En el anterior acuerdo presupuestario entre los populares y la extrema derecha murciana, de 2023, el entonces vicepresidente regional, el ultra José Ángel Antelo, celebraba que no hubiera partidas económicas para las organizaciones en defensa de los derechos LGTBIQ+. A pesar de ello, el Observatorio regional contra la lgtbifobia acabó contando con dotación. La Comunidad de Madrid, donde gobierna el PP con mayoría absoluta, este año han realizado un cambio en las subvenciones y han eliminado las que aportaban directamente a Arcópoli, que gestiona el observatorio madrileño ante la violencia contra las personas LGTBIQ+. Hace dos años, la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, intentó promover un recorte de la legislación regional LGTBI+, aprobada en 2016 por el PP (y que Ayuso votó a favor, pues ya ejercía como diputada). El Gobierno central recurrió al Constitucional, que acabó paralizando el recorte.

‌A la vez que la protección normativa regional para el colectivo está siendo atacada, a nivel nacional se están produciendo avances. Así, las leyes estatales LGTBI+ (de 2018) y trans (de 2023), junto a las recientes estrategias presentadas para el desarrollo de esta última, establecen un marco general de actuación para las comunidades. “Ante las amenazas y los intentos de retroceso, que en algunos territorios han conseguido materializarse en forma de recortes o de vaciamiento de contenido de las leyes, se hace más importante que nunca seguir defendiendo estas leyes, blindándolas, desarrollándolas e implementándolas”, recomienda la presidenta de la Felgtbi+. Y añade: “La ola reaccionaria intenta dar pasos atrás en igualdad y devolver a los márgenes a las personas LGTBIQ+, perfilándolas como una amenaza. La finalidad es seguir legitimando la violencia que sufrimos y perpetuando actitudes discriminatorias a las que estamos expuestas”.
The Script, *Hall of fame.
 
PD. ¡Fuerza! Tú, sí tú, puedes ser aquello que te propongas. Yo lo he sabido siempre.

DE IMBÉCILES Y HOMBRES


Se podría escribir hoy una nueva versión de Of mice and men (De ratones y hombres) con todo el material disponible. 
Steinbeck la tituló originalmente Something That Happened (refiriéndose a los eventos del libro como "algo que sucedió", porque nadie puede ser realmente culpado por la tragedia que se desarrolla en la historia). Sin embargo, cambió el título después de leer el poema de Robert Burns (1785) To a Mouse.​ El poema de Burns habla del pesar que siente el narrador por haber destruido el hogar de un ratón mientras araba su campo.
The best-laid schemes o’ mice an’ men / Gang oft agley, / An’ lea’e us nought but grief an’ pain, / For promis’d joy.

Los mejores planes de ratones y hombres / se desvían a menudo / y no nos dejan más que pena y dolor, / por la alegría prometida. 
Los finales años 30 del siglo pasado quedan muy lejos, pero ¿alguien duda que atravesamos una época similar?  Miedo da la deriva de unos y de otros, los vaivenes de la economía, el precio de la vida en tantos países, la total falta de educación y de respeto por los demás, la velocidad del impero el "ya".
El escritor, que vivía triste e indignado por las condiciones de las víctimas de la Gran Depresión, fue muy polémico y transgresor en su época, retratando también en The grapes of wrath (Las uvas de la ira) la década de los años 30 en Estados Unidos. Un ejemplo, éste, de cómo la buena literatura no tiene edad.
 
Volviendo a la recurrente mala educación, a la que odio tanto o más que a las redes sociales y el mal uso del móvil, ¿dónde ha quedado aquello de "habla bajito" que te decían tus padres cuando estabas en medio de gente desconocida? Estoy sentado en el avión grande de BINTER, en el que se embarca siempre un buen rato antes, y tengo que enterarme de las conversaciones privadas de la gente, algunas de trabajo (una petarda emporedada hablando de no-sé-qué reunión) y otras familiares… Es insoportable. Ya no sólo es la horrible música de los coches sino ahora también la vida de los demás. Encima, el uso de los auriculares inalámbricos hacen que todos parezcan unos payasos, hablando y moviendo las manos sin que se sepa con quién lo hacen o a quién le están dando la chapa sin pudor alguno. Si tuviera tiempo e interés, que de lo primero poco y nada de lo segundo, iría transcribiendo las conversaciones que escucho tan a menudo en los aeropuertos, aviones, trenes...
La discreción ha muerto, ¡viva la pornografía!
Fleetwood Mac, *Go your own way. 
Nuevo elogio del imbécil’, cínico alegato sobre la extinción de la inteligencia
El italiano Pino Aprile amplía su famosa tesis sobre la ventaja evolutiva de la estupidez para mantener el sistema lejos del impacto de las mentes libres, creativas, disruptivas y disonantes.
Jordi Gracia, 25.08.2025
https://elpais.com/babelia/2025-08-25/nuevo-elogio-del-imbecil-cinico-alegato-sobre-la-extincion-de-la-inteligencia.html

Ya tardaba el ensayo que por fin pusiera negro sobre blanco lo que todos intuimos con la boca pequeña y un teatrillo ficticio de humildad desolada: la inteligencia en el mundo da muestras cada vez más flagrantes de estar abocada a la extinción. Es la tesis central de este librito maravilloso, solo que no puede decirse exactamente así, porque practica la vieja tradición del diálogo renacentista adaptado a nuestro tiempo, es decir, pasado por la genialidad contorsionista e irónica (que aquí también disfrutamos tiempo ha) de un Indro Montanelli, un Umberto Eco o un —el auténtico referente— Carlo M. Cipolla, autor de una obra maestra absoluta que, en buena lógica, se lee cada vez menos dada la incalculable velocidad a la que se destruye la inteligencia en las sociedades contemporáneas: Allegro ma non troppo. Las leyes fundamentales de la estupidez humana. Por supuesto, la mejor de esas leyes es irrebatible: el estúpido no solo toma decisiones que hacen daño a los demás, sino también a sí mismo.

Ahí se instala sin decirlo este ensayo cuajado de buen humor e inteligencia coloquial (y una vaga impregnación muda de Schopenhauer y su pesimismo de víscera). La organización de las sociedades modernas está destinada a reducir la capacidad de impacto de las inteligencias libres, creativas, disruptivas y disonantes porque si prosperasen, si triunfasen o incluso si lograsen algún tipo de cargo de dirección arruinarían el tinglado entero y acabarían con la más mínima posibilidad de perpetuación de la estructura pensada para perpetuarse, sea la empresa, sea la Administración burocrática, sea un gigante editorial (el autor trabajó en uno, y la anécdota que cuenta es tremenda porque la ha vivido cualquiera a su propia escala) o un gigante mediático. Da igual: la humanidad desarrolló durante millones de años la inteligencia capaz de hacerla sobrevivir y ahora es ya innecesaria porque todo funciona solo y una inteligencia extraña a la perpetuación del sistema solo serviría para neutralizar su bovina y pacífica continuidad.

La ligereza del texto, el uso del cinismo irónico y virtuoso, la naturalidad de las dudas (falsas) sobre la certeza de su propia hipótesis discurren al hilo de una conversación (falsa) con un profesor alemán, pero arranca de un fenomenal encuentro (que debe de ser lo único veraz del libro) con el inventor de la etología, Konrad Lorenz. Para ser exactos, el periodista Pino Aprile lo fue a buscar a su refugio para contarle la idea y ese es el arranque de la reflexión sobre las leyes de la triunfal imbecilidad humana para exponer detenidamente sus tesis sobre el fin de la inteligencia (también a través de infalibles leyes, por supuesto).

No hace falta que este librito sustituya al de Cipolla: simplemente es otra conquista risueña de la inteligencia humana sobre la estupidez general. Y eso que a las redes sociales les dedica solo el último folio y medio: le bastaba con haber vivido y escrito el ensayo bajo el imperio de la televisión de Berlusconi. Se preguntaba entonces si estábamos en punto muerto solo o ya en pleno declive. Según sus leyes inconcusas, el vértigo de la aceleración digital tiene la respuesta (juas: eso no lo dice él, lo digo yo).

“Nuevo elogio del imbécil”. Pino Aprile. ¿Tiene la inteligencia los días contados? Un ensayo sugestivo y lleno de humor que reflexiona sobre el imparable (y no siempre trágico) ascenso de la necedad.

¿1984?

 

martes, 26 de agosto de 2025

DESHOJAR LA MARGARITA


Atrévete a dudar: una defensa de la moderación

Pensar que siempre tenemos razón o que no tenemos que cuestionar nuestras ideas es un error: somos algo más que ideología y además es muy probable que, al menos en algo, estemos equivocados.
Diego S. Garrocho, 24.06.2025
https://elpais.com/ideas/2025-06-24/atrevete-a-dudar-una-defensa-de-la-moderacion.html#?rel=mas

No sé en qué momento se convirtió en motivo de escarnio defender la mesura. Ignoro también por qué la palabra “moderación” empezó a oler a rendición, a claudicación o a cobardía. Sin embargo, sí podemos ubicar este fenómeno en el tiempo. Fue en torno al año 2020 cuando una parte de la derecha punk, experta en el jaleo grupal, bautizó como “moderaditos” a quienes no compraban su paquete ideológico, convirtiendo el diminutivo en un timbre condescendiente de desprecio. Los valientes, claro, eran ellos. Aunque su única audacia consistía en gritar muy fuerte dentro de sus cámaras de eco. Si para los más cafeteros de las filas conservadoras la moderación era una forma de herejía, en la orilla progresista, la disidencia o la prudencia tradicionalmente se calificó como una forma de impureza. En ambos casos, el coraje del matiz, tan oportunamente celebrado por el periodista francés Jean Birnbaum, quedó proscrito.

A pesar de estos abusos tan contemporáneos, la moderación ha reivindicado su condición de vieja virtud reconocida por los antiguos tratadistas como fundamento de los discursos éticos y políticos. En la Grecia antigua la llamaron sophrosyne; en Roma, temperantia. Y pese a todo, no es menos cierto que en la Comedia de Dante o, antes, en el Apocalipsis, se pueden leer severísimas condenas contra los templados. Como tantas veces, será cuestión de fuentes.

La moderación no es solo una apuesta por las buenas maneras ni un vestigio de formalismo arcaico. La mejor templanza surge de un ejercicio racional del escepticismo, que es un pilar imprescindible de la convivencia democrática. La filiación entre la democracia liberal, el empirismo y la inducción nunca fue casualidad. De hecho, el gusto por desafiar las propias certezas es un reflejo imprescindible para ejercer tanto la filosofía como el periodismo. En ambas disciplinas, la incertidumbre y la sospecha operan como premisas emocionales innegociables.

La duda, la cautela y la autocrítica no son concesiones que se brindan al adversario por simple cortesía o por causa de una mal entendida tolerancia. Que Locke nos perdone. Estas actitudes constituyen el núcleo de una posición vital irrenunciable cuando se ha cambiado de opinión muchas veces, que es lo que les pasa generalmente a las personas honestas. Pero para modificar nuestro punto de vista, primero hay que estar dispuesto a escuchar los argumentos contrarios con la lealtad y el arrojo de quien sabe que su parecer siempre es falible. No pocas veces es doloroso, porque con demasiada frecuencia nuestras ideas se confunden con nuestra identidad hasta rozar lo patológico.

Si cedemos a la tentación de reducirnos a nuestras ideas políticas y las convertimos en parte inherente de nuestra esencia, cualquier cuestionamiento se vivirá como una amenaza existencial. Por eso es tan terapéutico haber amado alguna vez a alguien que defiende tesis incomprensibles para nosotros. Descubrir que personas admirables sostienen valores opuestos a los propios es una lección desconcertante. Y es, una vez más, una victoria de la realidad contra nuestros prejuicios, que siempre tienden a desdibujar los matices. Nunca deberíamos olvidar que cada vez que alguien nos critica, es muy probable que, en algo —­por mínimo que sea—, tenga razón.

Quizá hubo un tiempo en que la moderación resultó rentable. Es probable que por eso sus detractores todavía adviertan que quien habla con cautela pretende contentar a todos. Pero hoy, quien cuestiona los dogmas de cualquier grupo identitario corre el riesgo de ser expulsado de cualquier bando. La línea entre agradar a todos y decepcionarlos es, en verdad, muy fina. Y hay —convengámoslo— algo valioso e irremediablemente seductor en quien se atreve a romper lo que Nietzsche llamó la “moral de rebaño”. Somos animales gregarios y amamos la masa, pero eso no debería anular nuestra capacidad de desafiar al grupo por convicción o hasta por método.

En casi toda decisión colectiva, siempre hay alguien que duda o resiste mínimamente a la corriente mayoritaria. Quien frena a los suyos, quien se obsesiona más con la paja en su ojo que con la viga en el ajeno o quien se tortura buscando precisión para emitir la palabra justa que añorara Flaubert siempre será una persona valiente. Nadie podrá negar que se necesita coraje para atreverse a dudar en voz alta.

Se equivocan quienes aseguran que las nuevas generaciones ya no creen en nada. Si nuestro tiempo padece un mal transversal, es la vehemencia acrítica con la que abrazamos nuestras creencias. Lejos de no creer, a veces creemos demasiado. O con demasiada fuerza. O hasta demasiado lejos. Los viejos revolucionarios ya intuyeron que era más fácil vivir contra Dios que sin Dios, y el pensamiento belicoso se ha convertido en un signo más de la deriva identitaria. Hay quienes solo saben pensar contra algo, olvidando que esa actitud reactiva los convierte en parásitos intelectuales. El realismo nos recuerda que nada une más que un enemigo común, y el binarismo —o conmigo o contra mí— nos obliga a tomar partido en una dicotomía que empobrece la complejidad del mundo.

Hace falta mucha libertad para desafiar nuestras certezas y mucha valentía para vivir sin un paquete cerrado de convicciones. Transitar la intemperie de la incertidumbre con la independencia del huérfano, revisar con honestidad nuestras equivocaciones o aceptar que se derrumben intuiciones valiosas es un gesto casi heroico. El abrigo de la manada o las posiciones vehementes nos ofrecen, la mayoría de las veces, una bandera y refugio. Pero admitamos, al menos, que la trinchera es siempre una coartada defensiva. Quien delega en la tradición o en las ideologías cerradas el examen de cada situación practica un sedentarismo intelectual. Y quizá hasta sea legítimo, porque no siempre podemos exigirnos ser héroes.

Con todo, no es cierto que nos esperan tiempos mejores. O al menos no hay motivos para creer en ello. Quienes se escandalizan diciendo que no podemos caer más bajo subestiman la capacidad humana para socavar sus propios cimientos. No es seguro que los años por venir nos hagan más ciegos —como temía Ferlosio—, pero sí es probable que, en este gran teatro de la atención y el simulacro, los impuros, los templados y los moderados acaben estando aún más proscritos.

Martin Baron suele recordar que la polarización es un negocio, de lo cual podríamos deducir que la moderación es una forma de temeridad, una autopuesta en peligro. Los clásicos nos mintieron y haremos bien en echárselo en cara: la virtud rara vez es rentable. Pero que algo no compense no significa que no merezca la pena. Y, sobre todo —desde Horacio hasta Kant o Hannah Arendt—, nadie dijo que pensar por uno mismo no conllevara riesgos. Cada vez se hace más claro que, en tiempos de polarización, puede que no haya nada más revolucionario que confesarse moderado.

ÉTICA DEL RESPETO


Elias Canetti, el filósofo que consideraba el poder como una enfermedad mental

El autor de ‘La provincia del hombre’ pensaba que el deseo de dominar a los demás o de fundirse en una muchedumbre nacía del miedo a la muerte. Frente a esa tendencia proponía una ética del respeto.
Use Lahoz, 26.08.2025
https://elpais.com/ideas/2025-08-26/elias-canetti-el-filosofo-que-consideraba-el-poder-como-una-enfermedad-mental.html

Misia Sert, pareja del pintor Josep Maria Sert, tío del gran arquitecto Josep Lluís Sert, y considerada musa de tantos artistas en el París de principios del siglo XX, contaba en sus memorias que siendo niña ensartaba con gran placer moscas vivas en un hilo para hacer con ellas un “collar” que colocaba luego alrededor de su cuello. Le emocionaba profundamente el zumbido de las alas atrapadas que sentía contra su piel. La imagen de ese collar —la crueldad disfrazada de juego— inquietó tanto a Elias Canetti que la utilizó en 1992 como metáfora central del ensayo El suplicio de las moscas, donde trata de forma inquietante la fascinación humana por el poder y el sufrimiento ajeno.

Sin fundar una escuela filosófica ni un sistema teórico cerrado, Elias Canetti (Ruse, Bulgaria, 1905-Zúrich, Suiza, 1994), autor de una novela, Auto de fe, y de numerosos ensayos en lengua alemana como el recientemente reeditado por Taurus La provincia del hombre, apuntes y textos breves escritos entre 1942 y 1970, mereció en 1981 el Premio Nobel de Literatura. Es uno de los pensadores determinantes del siglo XX por su mirada única, penetrante y radicalmente humana sobre los grandes temas de su tiempo: el poder como enfermedad mental y la avaricia como enfermedad moral, la masa, la lucha contra la muerte, el lenguaje y la identidad, la violencia, la libertad del espíritu, la relación entre el individuo y la sociedad.Más información
Vivimos saturados de imágenes. Pero hay que dejar que algunas nos atraviesen

También en El suplicio de las moscas decía Elias Canetti: “El verdadero poder no se ejerce a gritos ni con látigos, sino en los detalles sutiles, en actos que parecen insignificantes pero que anulan a otros seres con impunidad”, y añadía: “A medida que crece, el saber cambia de forma. No hay uniformidad en el verdadero saber. Todos los auténticos saltos se realizan lateralmente, como los saltos del caballo en el ajedrez. Lo que se desarrolla en línea recta y es predecible resulta irrelevante. Lo decisivo es el saber torcido y, sobre todo, lateral”, una cita que inspiró hace años el nacimiento de la revista de cultura Lateral.

La idea del “salto lateral” como un movimiento del pensamiento libre y creativo estaba ya presente en La provincia del hombre. En el prólogo a la nueva edición de Taurus, Ignacio Echevarría recuerda: “Buena parte de este libro, uno de los más ricos y plurales del siglo XX, está escrito al dorso de otro no menos rico pero mucho más monolítico y extraño, Masa y poder, de 1960, que Canetti consideró siempre la obra de su vida”. No es La provincia del hombre una obra sistemática ni teórica: se lee como un diario intelectual fragmentario, donde Canetti plasma sus impresiones sobre el ser humano y su misterio, el poder, la lengua, la muerte, la locura, el mundo animal…, y lo hace con una escritura incisiva, a veces lírica, a veces filosófica, otras casi profética. Canetti desconfía del pensamiento rígido: “Quien piensa con rigor deja de pensar”. Y en otro momento: “El pensamiento más claro es el que más duda de sí mismo”. Canetti analiza no solo los dictadores y las masas, sino los gestos cotidianos de dominio: “Quien quiere dominar a los demás, se convierte en esclavo de su propio poder”. No escribe como un filósofo académico. Lo hace a través de apuntes que le permiten respirar y sobrevivir en el mundo intelectual, lo que en cierto modo lo vincula con Heráclito, Demócrito, Pascal, Nietzsche o Cioran. En 1943 Canetti anota: “Los grandes aforistas se leen como si todos ellos se hubieran conocido bien unos a otros”. Y seguidamente: “Ha habido imperios milenarios: el de Platón, el de Aristóteles, el de Confucio”. Después de vivir las catástrofes del siglo XX —las guerras, el nazismo y el gulag—, Canetti articuló una resistencia del espíritu, una especie de ética de la atención, la vigilancia, la compasión. Cada ser vivo merece respeto. Se rechaza toda forma de destrucción gratuita, desde torturar a una mosca hasta el exterminio de pueblos enteros (sería interesante conocer hoy su opinión sobre Gaza, él que era un judío sefardita ciudadano del mundo).

Para Canetti, el deseo de poder nace del miedo a la muerte y las masas permiten al individuo sentirse “inmortal” al fundirse con los otros. Añade Ignacio Echevarría en su prólogo: “Tanto como esa increíble avidez renovada por la constante poda de sí mismo, tanto como la terrible penetración de su mirada, tanto como el indecible amor que siente hacia la vida y la alegría que siente al apurarla, son todas las palabras desechadas las que, con su peso, elevan la tensión de estos apuntes, que se ofrecen al lector como un modelo de insobornable humanidad, un enjambre de relámpagos tenaces”. Una sola frase de Canetti de 1942 resume lo anterior: “El ser humano ha recogido la sabiduría de todos sus ancestros, ¡y mirad cuán estúpido es!”.

Cada idioma tiene su propio silencio, dice alguien para quien las lenguas tuvieron una importancia capital, sobre todo el alemán, que le enseñaría su madre de niño (en la cama, por las noches, ocupando el vacío del padre, de ahí que adquieran sentido sentencias como: “Las palabras dichas en la oscuridad pesan el doble” o “nos pegamos a la persona amada como si fuera el cristal del mundo”). Tanto es así que tituló a cada una de sus extraordinarias memorias nombrando los órganos de los sentidos: La lengua liberada (1979), La antorcha al oído (1982) y El juego de los ojos (1986).

Raquel Kleinman, doctora en Psicoanálisis, ha dedicado 12 años al estudio de la obra de Canetti, primero con su tesis doctoral y luego como autora del libro Elias Canetti: Luces y sombras, en el que, entre otros temas, trataba la relación del pensador búlgaro con el psicoanálisis. En conversación telefónica, afirma: “Me resultó muy interesante la aportación de Canetti a la visión del poder como una enfermedad mental, y más aún, a la visión de la masa y el poder como mecanismos de defensa ante las ansiedades vitales de un ser que percibe su muerte pero no la acepta. Y me interesó la propuesta alternativa de Canetti, que considera la muerte como motor principal de la conducta humana frente a la de Freud, que considera la pulsión sexual como motor principal de la conducta, en un marco de ley y de prohibiciones”.

La crítica literaria, traductora y editora Cecilia Dreymüller sostiene a través de correo electrónico: “Canetti entró en la historia del pensamiento político con su estudio antisistema y además pionero sobre la masa y el poder. Es lo que quedará para siempre. Pero es original e imperecedero en todos sus escritos, como prueba su novela parabólica sobre los dudosos beneficios de la lectura, Auto de fe, sus obras de teatro satíricas y, por supuesto, sus aforismos: todo brota, sin repetirse nunca, de una mente independiente e infinitamente productiva”. Tres de esos aforismos: “No digas ahí he estado. Di siempre: ahí nunca he estado”. “Qué poco has leído, qué poco sabes... pero del azar de lo leído depende lo que eres”. “El hombre es el único animal que recuerda lo que ha asesinado”.

Terriblemente actual (“solamente en el exilio nos percatamos de hasta qué punto una parte importante del mundo ha sido siempre un mundo de exiliados”), este ensayo en forma de diario vincula a quien lo lee con una región que se explora sin mapas. Canetti describe un terreno incógnito por el que avanzamos a “saltos”. El salto lateral, ese modo no lineal de construir conocimiento.

COME AWAY

Son of the East, *Come away.

GUY BILLOUT

lunes, 25 de agosto de 2025

CON DOLOR INSOPORTABLE


Norman Gary Finkelstein (Nueva York, 8 de diciembre de 1953) es un experto en ciencia política y autor estadounidense, especializado en asuntos relacionados con el judaísmo, Israel y el sionismo, y con el conflicto palestino israelí en particular. Graduado por la Binghamton University, se doctoró (Ph.D) en ciencia política por la Universidad de Princeton. Ha escalado todas las posiciones académicas en el Brooklyn College, Rutgers University, Hunter College, New York University, y más recientemente, DePaul University, en la que fue profesor asistente desde 2001 a 2007.

Trasfondo personal y educación
Finkelstein ha escrito sobre las experiencias de sus padres durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Su madre, Maryla Husyt Finkelstein, creció en Varsovia (Polonia) y sobrevivió al Gueto de Varsovia, al campo de concentración de Majdanek y a dos campos de trabajo. Su primer marido murió en la guerra. Consideró que el día de su liberación fue el día más horrible de su vida, porque se dio cuenta de que estaba sola en la vida, ya que ninguno de sus familiares había logrado sobrevivir a las penurias del gueto. El padre de Norman, Zacharias Finkelstein, fue un superviviente tanto del Gueto de Varsovia como del campo de concentración de Auschwitz.​

Finkelstein creció en Nueva York. En sus memorias de próxima aparición, Finkelstein registra que cuando era joven se identificó profundamente con la indignación que su madre (testigo de las atrocidades genocidas de la Segunda Guerra Mundial), sentía con la carnicería provocada por Estados Unidos en Vietnam. Según admite, la internalización de la indignación de su madre, lo volvió «insoportable» cuando hablaba de la Guerra de Vietnam y lo impregnó en ese tiempo de una actitud de superioridad moral de la que ahora se arrepiente. Pero Finkelstein considera que su apropiación del punto de vista de su madre —su rechazo a dejar de lado la indignación moral para poder seguir viviendo— es una virtud. Posteriormente, sus lecturas de Noam Chomsky jugaron un papel fundamental para adaptar la pasión legada por su madre a la necesidad de mantener el rigor intelectual en la búsqueda de la verdad.

Completó sus estudios de pregrado en la Binghamton University en Nueva York en 1974, después de lo cual estudió en la École Pratique des Hautes Études (en París). Obtuvo su maestría en Ciencia Política por la Princeton University en 1980, y más tarde su doctorado en estudios políticos, también en Princeton. Finkelstein escribió su tesis doctoral sobre el sionismo, y desde ese momento atrajo sobre sí la controversia, que comprometió su carrera académica universitaria. Antes de obtener un empleo académico, Finkelstein fue trabajador social a tiempo parcial con adolescentes conflictivos en Nueva York. Después enseñó en Rutgers University, New York University, Brooklyn College y Hunter College y más recientemente en la DePaul University de Chicago, en la cual no fue designado titular debido al fuerte cabildeo de grupos de presión proisraelíes.​ En una entrevista publicada el 16 de septiembre de 2007 comparó su caso a los de Juan Cole (de la universidad de Yale), de Joseph A. Massad (de Nadi Abu el-Haj) y el de Rashid Khalidi. Afirma que el lobby proIsrael, es uno de los más poderosos en Estados Unidos.

Puntos de vista políticos
Finkelstein es conocido por sus escritos, en los que mantiene un punto de vista crítico sobre el papel de Israel en el Conflicto árabe-israelí, y por su tesis de que el Holocausto está siendo explotado por fines políticos proisraelíes y para financiar a los actores políticos en desmedro de los verdaderos sobrevivientes (véase La industria del Holocausto). Se autodescribe como «académico forense». Los autores cuyos libros ha examinado críticamente Finkelstein, como Benny Morris, ​Daniel Jonah Goldhagen y Alan Dershowitz, le han acusado a su vez de haber malinterpretado sus libros y haberlos sacado de contexto.

Apoyo y oposición a su práctica académica
El trabajo de Finkelstein ha atraído a gran número de partidarios y opositores en el amplio espectro del quehacer político. Algunos partidarios de Finkelstein son Noam Chomsky, lingüista y analista político, Raul Hilberg, historiador del Holocausto; Avi Shlaim,  historiador británico-israelí; y Mouin Rabbani, jurista palestino y analista. De acuerdo a Hilberg, Finkelstein muestra «coraje académico para hablar con la verdad aun cuando nadie le apoye... Podría asegurar que su lugar en la historia está asegurado, y es de los que al final siempre triunfan, estará entre los triunfadores a pesar del gran costo que le significará». ​

La crítica le ha llegado a Finkelstein desde muchos ángulos, recibiendo incluso acusaciones de antisemitismo. Los primeros vinieron de aquellos cuyos trabajos discutió Finkelstein. Daniel Goldhagen, cuyo libro Hitler's Willing Executioners Finkelstein había criticado, afirmó que su erudición tenía «todo que ver con su agenda política altamente explosiva». Asimismo, Alan Dershowitz, cuyo libro The Case for Israel y la respuesta de Finkelstein, Beyond Chutzpah han sido elevados a la categoría de enfrentamiento personal, ha denunciado la complicidad de Finkelstein en una presunta conspiración contra los académicos proisraelíes: «El modo de ataque es consistente. Chomsky selecciona el blanco y dirige a Finkelstein para probarlo en una minuta detallada, concluyendo que el escritor no ha escrito el texto, ya que es un plagio, que es un engaño o un fraude», arguyendo que Finkelstein ha elevado cargos contra muchos académicos, llamado al menos a diez «distinguidos judíos 'guionistas de televisión', 'mitómanos' (sic), 'ladrones', 'extorsionistas', o algo peor». Otras críticas le han llegado de historiadores y académicos como Benny Morris (líder no oficial del movimiento israelí Nuevos Historiadores), Peter Novick, y Marc Saperstein, quienes criticaron sus métodos y su forma de hacer historia. Por ejemplo el historiador Omer Bartov llama a su trabajo «hipérbole tubular... llenando hechos históricos con indiferencia, contradicciones, estridencias políticas y contextualizaciones dudosas». ​

En una decisión que generó una amplia controversia, Finkelstein fue excluido de la titularidad en DePaul en junio de 2007 y trasladado a cargos administrativos para el año académico 2007-2008, mientras sus tres cursos eran cancelados. Afirmó que se declararía en desobediencia civil «si se perpetuaban los intentos por alejarlo de sus estudiantes». El 5 de septiembre de 2007 anunció su renuncia a la Universidad bajo términos que no han trascendido.

LOS DÍAS AZULES


'Los días azules', el significado del verso de Machado en un documental imprescindible
El premiado documental de Laura Hojman homenajea al poeta a través de su vida y obra.
R. Elices, 26.03.2024

"Estos días azules y este sol de la infancia..." Este fue uno de los últimos versos de Antonio Machado. Palabras escritas en un pedazo de papel arrugado que el poeta metió en el bolsillo de su viejo abrigo. Lo encontró su hermano José unos días después de la muerte del poeta en Collioure, Francia, cuando recogía sus cosas de la pensión. Era un frío 22 de febrero de 1939.

En 2019, cuando se celebraron los 80 años del aniversario de su muerte, la directora Laura Hojman tomaba aquel verso para dar nombre a uno de los mejores documentales que se han hecho sobre el artista en Antonio Machado. Los días azules. Una historia que recupera la memoria y la obra de Machado, dibujando a un hombre como símbolo de la España que se perdió: un canto a la importancia de la cultura para la vida, para el progreso y para crear una sociedad mejor.
Premiado y aclamado documental

Ganador del Premio Imaginera 2020 al Mejor Documental, Los días azules viaja del principio al fin, trazando un viaje por su vida, la infancia sevillana y el exilio de Collioure a través de lectura de sus poemas, con el uso de animaciones y recreaciones. Personalidades como Ian Gibson, Elvira Lindo, Antonio Muñoz Molina y Luis García Montero, entre otros, ponen en valor al poeta, filósofo y dramaturgo, hombre cívico heredero de los valores de la Institución Libre de Enseñanza que defendió la cultura y la educación como motores de cambio de la sociedad.

El documental sigue las andanzas del bohemio y noctámbulo París que conocieron quienes huían de la guerra, el cierre o el exilio. Pero también muestra al Antonio maduro y viudo, profesor en Baeza, que conoce a un joven alumno de excursión, un tal Federico. Conocemos su relación con la obra de Rubén Darío, personalidades cruzándose y enriqueciéndose.


¿Qué significan los días azules?

El azul remite a la añoranza, a los días pasados y también a la tristeza. Los tonos azules forman parte de la voz poética de Machado, cuando el mar toma importancia en sus versos, cuando el Mediterráneo hace que el poeta reflexione y siga trabajando, cuando los cielos de las distintas etapas reinan en la consciencia del protagonista sea en Soria, Madrid o Baeza. Los días azules son la poesía de Machado derrotado y sin esperanza y, en última instancia, el final de su vida.

NOTA. Se puede ver en RTVE Play y en prácticamente todas las plataformas.

VERÓNICA ECHEGUI, DEP

 

HUMOR, REMEDIO INFALIBLE

 

HATERS

Si Internet ha supuesto un antes y un después en nuestra Historia (de mierda, si la comparamos con la edad de la vida en la Tierra), las redes sociales también, pero como ejemplo de lo peor que sale de las personas. Las redes, y su cola de influencers variopintos, comentaristas quedetodosaben y, como guinda, los haters, han dado la enésima vuelta de tuerca a lo que siempre se ha dicho o se ha oído, sobre todo, sobre la izquierda. ¿Quién no recuerda la época en que, erre que erre, se hablaba de Ana Belén y Víctor Manuel, ricos y comunistas, como si el dinero que tienen lo hubiesen robado; o ahora con el Gran Wyoming, otro de izquierdas con pisos. Parece mentira que los mayores haters de esta gente suelen ser personas acomodadas a las que les debe fastidiar mucho el que existan intelectuales con dinero, estos que defienden a capa y espada el capitalismo pero sólo válido para ellos.
Si eres de izquierdas huye de tener un buen reloj, o buen aspecto, o vestir bien. Si eres de izquierdas debes tener un reloj Casio, de los de antes, dejarte barba, usar vaqueros viejos y botas ajadas de ante y, por supuesto, vivir en un apartamento cochambroso alquilado, comer espaguetis día sí y día también y donar a la beneficencia todo el dinero que pudieran ganar honradamente. Y digo todo.
Anoche intenté ver la última película de Superman, pero me aburrí y, además, llegaba mi hora de acostarme, de manera que me fui a la cama a leer un rato antes de desconectarme -estoy ahora con "La montaña mágica" de Thomas Mann y terminando "Entre los muertos", la última de las novelas de la entretenida trilogía de Illumbe de Mikel Santiado-. En la película, un claro trasunto de la guerra de Ucrania y los actuales dictadores mundiales,  el malo malísimo Lex Luthor había creado un "universo de bolsillo", que no dejaba de ser un universo paralelo donde tenía una multitud de monos ciborn haters que no paraban de verter a las redes comentarios en contra de Superman. Me imaginé a estos personajes amargados que viven para echar pestes de otros sin parar. ¿Qué placer conseguirán?
¿Dónde ha quedado la máxima "vive y deja vivir"? 
Un 0 a las redes sociales, a Instagram, FacebooK... y, sobre todo, a X.
Un 10 a Muñoz Molina y, by the way, a Elvira Lindo. 
Vive y deja vivir. Amén.


Antonio Muñoz Molina y el reloj de la discordia

Azahara Palomeque, 18.08.2025
https://www.publico.es/opinion/columnas/antonio-munoz-molina-reloj-discordia.html

Hace unos días, el periódico El País publicaba una entrevista a Antonio Muñoz Molina cuyo titular era la siguiente cita textual: "Si hay una salvación posible de este mundo, es recuperar la idea de escasez". La conversación, anclada a una memoria rural tantas veces recreada en sus novelas, versaba especialmente sobre la necesidad de ser conscientes del agotamiento de recursos planetarios, con rigurosa atención al desperdicio alimentario y al consumismo. A través de sus palabras, se invitaba a los lectores a compartir un compromiso ecologista que el autor ya ha expresado alguna vez en columnas de opinión, y en estas fechas adquiere, además, una importancia renovada a raíz de los voraces incendios que están asolando la Península. Hasta ahí, todo parece fluir de acuerdo al sentido común, la inteligencia y la ética, hasta que en X comenzaron a surgir críticas a que la promulgada "escasez" viniera por boca de un intelectual ciertamente acomodado. Sin embargo, lo que en un principio no pasaba de comentario discrepante, se fue transformando en una tormenta de insultos, difamaciones y desprecios azuzada por un dato falso. Alguien preguntó a Grok (la "inteligencia" artificial de X) qué tipo de reloj portaba el novelista en la foto que ilustraba la entrevista; la máquina respondió que un Rolex cuyo precio rondaba los 15.000 euros; y, como se dice en inglés, la mierda se estampó contra el ventilador, inundándolo todo.

Este caso es significativo de varios fenómenos sociales que deberían provocar nuestra reflexión. En primer lugar, la credibilidad que parece transmitir Grok, para lo que finalmente resultó ser un Festina valorado en 100 euros, se opone frontalmente a la crisis de conocimiento que estamos viviendo en un mundo donde ni los más reputados científicos, tras décadas de investigaciones, consiguen convencer a los gobiernos del desastre ecológico en marcha. He visto la misma desinformación sobre el Rolex multiplicada en entornos digitales hasta la saciedad, contra una persona que no lo llevaba y cuyas declaraciones no abogaban, de ninguna manera, por la pobreza generalizada, sino, como él mismo expresa, por desarrollar una militancia de los límites. Esta idea, revisitada y ampliada por multitud de pensadores a lo largo de lustros —Marta Tafalla, Yayo Herrero, Jorge Riechmann o, en literatura, Julio Llamazares o Manuel Rivas, entre otros— comenzó a popularizarse con la publicación del informe Los límites del crecimiento en 1972. En él, varios investigadores del MIT (el Instituto Tecnológico de Massachussets), liderados por Donella Meadows, demostraban con pruebas sólidas la incapacidad de que la economía creciese infinitamente en un planeta finito. Cada respuesta de Muñoz Molina supone un guiño evidente a dicha cuestión. Pero hay más.

El estudio de Meadows aseguraba que la población global de entonces podría vivir cómodamente con el nivel de vida de un europeo estándar. En plena Guerra Fría, en Estados Unidos, nadie se habría atrevido a menoscabar las bases del capitalismo; más bien, la conclusión se acercaba a una ralentización notable de su metabolismo junto a la redistribución justa de la riqueza. Aunque hoy en día hemos sobrepasado las posibilidades ecológicas de los años 70, el tono y el discurso de Muñoz Molina entroncan con tales postulados. Ser humildes y descartar el derroche conforman una propuesta política y moral tan relevante como urgente. Pero, al centrarse la horda de odiadores, amparados por la mentira de Grok, en la individualidad del escritor, no solo se desvirtuaba el tema de fondo, sino que también se enardecía una falacia ad hominem que —quien haya sufrido violencia digital lo sabe— es profundamente dolorosa. ¿Hay que rebatir las alucinaciones de una tecnología fabricada por el hombre más rico del globo, Elon Musk, partiendo de la persona a quien humilla? ¿No supondría eso revictimizarla? Hay que atajar el problema estructural, el hecho de que el debate público de un país soberano como España se encuentre tiranizado por un oligopolio extranjero, mayormente ubicado en Silicon Valley, protegido, además, por un gobierno cuyas veleidades autócratas son conocidas. Y es preciso subrayar la ideología perniciosa que nutre sus algoritmos, priorizando la agresividad. Pero quien goza de una voz pública tan influyente como el literato alberga asimismo una responsabilidad social. Que se lo juzgue, desde el respeto, es parte del juego democrático, así que vamos a hacerlo aquí.

Antonio y su mujer, Elvira Lindo, constituyen una pareja bien posicionada en el circuito de las letras españolas. Hasta donde alcanza la información real disponible, han vivido siempre de su trabajo. En redes se destacaba con acritud el puesto que él desempeñó como Director del Instituto Cervantes de Nueva York, ciudad en la que también fue profesor de escritura creativa. Si uno no tiene derecho a mudarse a otro país para trabajar, entonces nos encontraremos minando una libertad fundamental. Curioso resulta que, entre las innumerables sedes que tiene el Instituto en los cinco continentes, los reproches solo se hayan orientado hacia él. El problema consistiría, por tanto, en que ha cosechado éxitos indiscutibles con su literatura: ¿tampoco se pueden vender libros?, ¿ganar premios? Y, en cuanto a la supuesta incoherencia de pensamiento, alguien que nunca ha romantizado la miseria —al contrario, la ha denunciado, a menudo aludiendo a su infancia en un pueblo de Jaén— actúa de acuerdo con sus principios cuando propone un cambio sistémico de rumbo en una economía que destroza los ecosistemas mientras incrementa la desigualdad. "Ese melón que hay en el supermercado lo ha recogido un inmigrante a 40 grados al sol" —cuenta en la entrevista, ejemplarizando nuestra obligación ciudadana de prestar atención al origen del alimento antes de comerlo, y al desperdicio que producimos una vez engullido.

La derecha no tiene ningún complejo a la hora de asumir la iniquidad y arrodillarse frente a la codicia de sus líderes políticos, la corrupción o las residencias en Andorra de sus voceros para evadir impuestos, pero alguien de izquierdas debe pedir perdón por ganar dinero honradamente y, además, debe suprimir sus ideales. ¿En qué tejado cae la hipocresía? Ojalá pudiésemos todos beneficiarnos de un mundo regido por la justicia social, donde abundasen las vidas plenas sin penurias en equilibrio con la biosfera: justamente eso es lo que argumenta Antonio Muñoz Molina, si alguien se dignase a leer la entrevista entera, en lugar de mirar solo su modesto reloj.