13° en La Esperanza, no puedo quejarme. Hoy he tenido que subir en taxi porque la puerta del garaje decidió no abrirse; bueno, no es cierto del todo, se abría únicamente unos 30cms, de manera que me fu imposible sacar el coche o la moto. Así, sentado en el salón jugando a Merge Hexa, unos hexágonos muy entretenidos, esperé desesperado hasta que no aguanté más, llamé a un taxi y voilà. Nuestra dependencia de estos pequeños robots, en este caso el que abre y cierra el acceso al garaje, es tal que no terminamos de darnos cuenta lo inútiles que somos sin electricidad o cuando "ellos" deciden no funcionar como es debido.
Todo después de una noche en la que, por fin, dormí de un tirón al haber decidido cambiar el sillón del despacho por un colchón hinchable de 2m de largo. Al principio me movía un poco más de lo normal, pero en un tris me quedé frito y hasta esta mañana. El karma es sabio y debió haber pensado: vamos a darle una de cal y otra de arena, no vaya a ser que se acostumbre a lo bueno, ¡deténgase la puerta automática!
¿Cómo quejarse? Pues no, nada de eso. Que fluya.
P, ¡muchas felicidades!
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