El fundador de Wikileaks se dirige a Australia tras ser condenado por violar la Ley de Espionaje como parte de un acuerdo con Estados Unidos.
Miguel Jiménez, 26.06.2024
Julian Assange ha llegado con traje y corbata, aunque con aspecto algo desaliñado, a su cita con la libertad. El fundador de Wikileaks ha comparecido a primera hora del miércoles en el tribunal de distrito de Saipán, en el territorio de las Islas Marianas del Norte. Allí, la jueza Ramona Manglona ha ratificado en una vista el acuerdo alcanzado con el Departamento de Justicia de Estados Unidos. Assange se ha declarado culpable de un delito de violación de la Ley de Espionaje, por el que ha sido condenado a una pena ya cumplida de unos cinco años de prisión. Ha salido del juzgado como “un hombre libre”, como ha dicho la jueza, tras 12 años recluido, siete de ellos en la Embajada de Ecuador en Londres y otros cinco en una cárcel de máxima seguridad británica.
De esa cárcel, desde la que estuvo combatiendo contra su extradición, salió el lunes para subirse a un avión privado en el aeropuerto de Stansted (Londres) que, tras hacer escala en Bangkok (Tailandia), aterrizó este mismo miércoles (horario local) en el Aeropuerto Internacional de Saipán. Assange, de 52 años, ha llegado al juzgado acompañado por el embajador de Australia en Estados Unidos, el antiguo primer ministro Kevin Rudd. El Gobierno australiano ha abogado desde hace años por la libertad del polémico fundador de Wikileaks.
El fundador de Wikileaks no ha hecho declaraciones a su llegada, rodeada de una gran expectación, ni tampoco tras quedar en libertad. Se ha bajado de un coche blanco con una media sonrisa permanente, ha pasado los controles de seguridad y se ha dirigido a la sala, según las imágenes difundidas. No se ha permitido el acceso de cámaras a la vista, que tampoco ha sido retransmitida. Los pocos medios que han podido acceder a la sala han contado que había más de medio centenar de personas presentes.
El desenlace de una saga jurídica de largo recorrido se ha producido en un lugar pintoresco, en un moderno palacio de justicia, no muy lejos de la playa, de la mayor de las 14 islas del archipiélago situado al norte de Guam, que constituye un Estado libre asociado de Estados Unidos, como Puerto Rico. Sus habitantes son ciudadanos estadounidenses, pero no pueden votar en las elecciones presidenciales ni tienen representación en el Congreso. En pleno Océano Pacífico, está a unas horas de vuelo de Australia, país natal y destino de Assange para saborear la libertad.
La propia jueza ha preguntado por qué se había presentado el caso en su juzgado. El fiscal estadounidense Matthew McKenzie ha explicado que la razón era la cercanía al país de origen de Assange. La víspera, el Departamento de Justicia ya había anticipado que el fundador de Wikileaks había rechazado comparecer ante un juzgado de los Estados Unidos continentales.
Tras prestar juramento, el acusado ha contestado a algunas preguntas preliminares y ha hecho constar su renuncia a que su imputación sea decidida por un gran jurado. Ha confirmado que no fue amenazado ni coaccionado para firmar el acuerdo, firmado en el aeropuerto de Stansted (Londres). Assange se ha declarado culpable de un solo delito de conspirar para obtener y diseminar ilegalmente información clasificada relacionada con la defensa nacional de Estados Unidos, castigado con un máximo de 10 años de cárcel, pero para el que los fiscales aceptan que solo se le condene al tiempo de prisión ya cumplido.
Assange se ha definido como un periodista, y ha declarado que considera que su actuación al instigar a su fuente, Chelsea Manning, a proporcionarle información clasificada debería estar protegida por la Primera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos, que consagra la libertad de expresión. Al tiempo, ha admitido que violó con sus actos la ley de Espionaje y que sería difícil ganar en un juicio su caso.
Antes del acuerdo, el Departamento de Justicia acusaba a Assange de 17 delitos contra la Ley de Espionaje y uno por intromisión en un ordenador. El editor australiano se enfrentaba a una pena máxima de 175 años de prisión, principalmente por la filtración de más de 250.000 documentos clasificados del Departamento de Estado estadounidense en noviembre de 2010. EL PAÍS fue uno de los medios que participó en el esfuerzo concertado de publicación de estos papeles.
Antes de ratificar el acuerdo, la jueza Manglona le ha preguntado a Assange si estaba contento con el proceso. “Eso podría depender del resultado de la vista”, ha bromeado, según la periodista del Washington Post presente en la sala. El resultado ha sido satisfactorio. “Le sentencio al tiempo que ya ha cumplido”, ha dicho más tarde la jueza, que ha validado el acuerdo entre las partes. “Con este pronunciamiento parece que podrá salir de este tribunal como un hombre libre. Espero que esto restablezca un poco la paz”, ha añadido Manglona, que ha recordado que la isla de Saipán celebraba esta semana 80 años de su propia libertad. Assange ha quedado en libertad. Al salir del juzgado, la sonrisa ya era completa.
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