La gran mentira de que Franco
creó la Seguridad Social
La ultraderecha se aferra a
falsos mitos para arañar votos en la recta final de la campaña.
José
Antequera. 21/04/2019
Corre últimamente por España una
gran mentira (otra más) propagada hábilmente por la ultraderecha con el único
fin de captar el voto de incautos desinformados: que la Seguridad Social fue
un invento de Franco para llevar riqueza y prosperidad a los hogares
de los sufridos trabajadores españoles. Nada más lejos de la realidad. El
sistema público de cobertura social fue una conquista que se alcanzó en tiempos
del incipiente Estado liberal, más de medio siglo antes de proclamarse la
dictadura franquista. En concreto, su origen se remonta a las políticas de
protección estatal que empezaron a ponerse en marcha a finales del siglo XIX,
precisamente como consecuencia de las presiones del movimiento obrero y del
nacimiento de los primeros sindicatos.
Fue el Gobierno de José
Posada Herrera el que creó el primer organismo público en 1883, la Comisión
de Reformas Sociales, cuya misión fue estudiar medidas para mejorar la
precaria y lamentable situación por la que atravesaba la clase trabajadora
española. Estábamos en plena restauración borbónica, la revolución industrial
empezaba a causar estragos entre la población explotada y hacía apenas cuatro
años que Pablo Iglesias acababa de fundar el Partido Socialista
Obrero Español, que empezaba a exigir mejoras en las condiciones laborales de
los españoles. No hace falta decir que los salarios eran miserables, los más
bajos de Europa, que se trabajaba de sol a sol en condiciones esclavistas, que
miles de familias vivían en chozas infectas, que el trabajo infantil era algo
normalizado y que los proletarios no tenían derecho a nada.
Segundo congreso fundacional de CNT. Barcelona, 1910.
A partir de ese momento, tras no
pocas huelgas y una sangrienta represión, se empezaron a ganar las primeras
conquistas sociales. En 1900 se creó el primer seguro social, la Ley de
Accidentes de Trabajo; en 1905 se fundó el Instituto de Reformas Sociales y
en 1908, con un gobierno conservador presidido por Antonio Maura, llegaba
por fin el Instituto Nacional de Previsión, un organismo de protección
social que continuó existiendo hasta 1978, cuando se reorganizó su estructura
en lo que hoy conocemos como la Seguridad Social. El proyecto de 1908 fue
elaborado bajo el ministerio de Juan de la Cierva y Peñafiel y
las Cortesaprobaron definitivamente la Ley de Creación del Instituto
Nacional de Previsión el 27 de febrero de 1908. Sin duda, esa fue la fecha
clave, ya que todos los historiadores coinciden en que constituyó la primera
institución oficial encargada de la asistencia sanitaria en España. Finalmente,
en 1919 se creó el Retiro Obrero, y en 1929, el Seguro de Maternidad.
Se empezaban a poner las bases
del Estado de Bienestar y por primera vez hubo un intento de organizar
seriamente la sanidad y la asistencia social en nuestro país. Sin embargo, el
derecho a una cobertura sanitaria y laboral no quedaría blindado con rango
constitucional hasta el año 1931, cuando la Constitución de la
Segunda República, en su artículo 46, estableció textualmente: “El trabajo, en
sus diversas formas, es una obligación social, y gozará de la protección de las
leyes. La República asegurará a todo trabajador las condiciones necesarias de
una existencia digna. Su legislación social regulará los casos de seguro de
enfermedad, accidentes, paro forzoso, vejez, invalidez y muerte; el trabajo de
las mujeres y de los jóvenes y especialmente la protección a la maternidad; la
jornada de trabajo y el salario mínimo y familiar; las vacaciones anuales
remuneradas; las condiciones del obrero español en el extranjero; las
instituciones de cooperación, la relación económico-jurídica de los factores
que integran la producción; la participación de los obreros en la dirección, la
administración y los beneficios de las empresas, y todo cuanto afecte a la
defensa de los trabajadores”. La República estaba decidida a mejorar las
condiciones de vida de los ciudadanos.
El ministro de Trabajo,
Sanidad y Previsión Social, Joan Lluhí, tenía preparado un anteproyecto de ley
de bases de seguros sociales para los trabajadores, que finalmente no pudo
llegar a tramitarse en las Cortes al producirse el golpe de Estado de Franco de
1936 que convirtió el país en un inmenso campo de batalla. Una vez más, los
incipientes avances sociales quedaban cercenados por una derecha involucionista
apoyada por una clase militar autoritaria.
Y así es como llegamos a la dictadura
franquista, ese período de “inmensa felicidad y prosperidad”, según la Fundación
Francisco Franco y los líderes de Vox, el partido ultraderechista que
ahora pretende colarse en el Congreso de los Diputados manipulando la
historia y a fuerza de mentiras. En 1938, en plena Guerra Civil, se
promulgó el Fuero del Trabajo en el bando nacional. Algunos creen ver
en esta regulación el embrión de la Seguridad Social, pero solo fue el modelo
de Franco, un sistema más basado en el paternalismo y en la beneficencia que en
garantizar los derechos reales de los trabajadores. En ese Fuero se establece
que el Estado valora y exalta el trabajo y lo protegerá con la fuerza de la
ley, otorgándole las máximas consideraciones y constituyéndolo en uno de los
más nobles títulos de jerarquía y honor. En el mismo documento, el Estado se
compromete a ampliar los seguros de vejez, invalidez, enfermedad y paro
forzoso.
Hubo que esperar al año 1945 para
que el Fuero del Trabajo estableciera que “el Estado español garantiza a los
trabajadores la seguridad del amparo en el infortunio y les reconoce el derecho
a la asistencia en los casos de vejez, muerte, enfermedad, maternidad,
accidentes del trabajo, invalidez, paro forzoso y demás riesgos que pueden ser
objeto de seguro social”. Más tarde, en 1963, se promulga la Ley
de Bases de la Seguridad Social y en 1966 la Ley General de
la Seguridad Social. El sistema se basaba en caducos sistemas de
cotización que nada tenían que ver con los salarios reales de los trabajadores
y en la ausencia de revalorizaciones periódicas. Eran las migajas que el Estado
totalitario –dominado por la derecha, las elites económicas, la aristocracia
terrateniente, el Ejército y la Iglesia– dejaba a la clase obrera.
El sistema fue más
propagandístico que otra cosa, hasta que llegó la democracia y la Constitución
de 1978, cuando se llevó a cabo la reforma de un sistema de Seguridad Social
que había colapsado en los años 70. El artículo 41 de la Carta Magna estableció
que “los poderes públicos mantendrán un régimen público de Seguridad Social
para todos los ciudadanos que garantice la asistencia y prestaciones sociales
suficientes ante situaciones de necesidad, especialmente en caso de desempleo.
La asistencia y prestaciones complementarias serán libres”.
Así que no nos dejemos engañar
por los charlatanes revisionistas de la historia: la Seguridad Social no fue un
invento genial del Caudillo Franco para mejorar la vida de sus súbditos, sino
un proceso histórico inevitable que arrancó a finales del siglo XIX, con las
primeras luchas obreras, y que en sus diferentes modalidades ha llegado hasta
nuestros días.
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