Trabajar para el servicio público tiene muchas recompensas, ayudar a los demás en la medida de lo posible, resolver los problemas del administrado, buscar soluciones que les faciliten la vida, aportar nuestro granito de arena para el desarrollo del municipio, su prosperidad, etc. Pero igual que digo esto también puede suponer un enorme estrés, más si eres una persona sociable como yo. Esta mañana, sin ir más lejos, me abordaron: un contratista preguntando por un informe que debo hacer (él hace de intermediario y se preocupa, cosa que entiendo perfectamente); el encargado de una obra preocupado por la falta de pago de unas certificaciones (ya informadas por mi pero con otros problemas complejos); la jefa de otra obra que ya presentó la certificación correspondiente y, como guinda, durante una visita de obra me tocan la pita desde un coche para que me pare y una vez detenido me recuerdan la urgencia de informar otra cosa pendiente porque bla bla bla.
No hay solución pues para tomar un café no me voy a ir fuera del municipio.
Paciencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario