Ya se terminan mis minivacaciones, no hay nada que hacer. Unos días fuera y vuelta a la realidad de la clase media trabajadora. No obstante, no osaría quejarme, estos pocos días dan siempre para mucho, aunque la desconexión sea tan corta: poco móvil -prácticamente inexistente-, mucha caminata, otro idioma en la cebaza y diferentes estímulos alrededor. ¡Qué bien sienta viajar!
Ahora queda trabajar y pensar en la próxima vez.
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