Leí hace algún tiempo esta frase y rápidamente la imprimí y la coloqué junto a mi mesa de trabajo para que se viera bien, sobre todo por aquellas personas que realmente logran cumplir esta máxima una y otra vez.
La Administración, para nuestra desgracia, está llena de personas así, intransigentes que no ven más allá de un artículo de la normativa u ordenanza de turno, sin amplitud de miras e inflexibles ante cualquier reto que suponga sumar 3+1 en vez de 2+2. Siempre he defendido que la Función Pública debe tomarse, siempre, como un servicio a los demás y el empleado público debe tener como primera premisa buscar soluciones ante un problema y decir NO cuando, efectivamente, se han agotado todas las vías. Lo que para un funcionario supone algo sencillo para un ciudadano puede significar una verdadera odisea y he ahí donde debe entrar la asertividad para intentar encontrar una solución que, por otro lado, existe en muchísimos casos. La Administración debe solucionar los problemas al ciudadano, en la medida de lo posible y cumpliendo la ley, por supuesto, pero con flexibilidad y amplitud de miras, y sabiendo que se trata de personas, no de cosas. Para decir "no" basta con una máquina que, una vez metidos los datos, responda; un trabajador público debe ir más allá e intentar solucionar un problema y, si no es posible, igualmente intentar ayudar de la manera que sea, pues un no con una explicación coherente y con una sonrisa es casi un triunfo. El tantas veces visto no por el no es una verdadera lacra hoy día.
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