Ensayo de 'Einstein on the Beach', de Philip Glass, en el Dorothy Chandler Pavilion de Los Ángeles en octubre de 2013. FOTO: GETTY IMAGES | VÍDEO: SANTIAGO CASTRO (EFE)
Con más de 400 años a las espaldas, a la ópera, ¿le queda
aún algo nuevo que decir? Esa es la pregunta que, como epílogo, plantea la
exposición inaugurada este jueves en el CaixaForum de Madrid. Más allá de que
el siglo XX fuera de ruptura, diversos títulos rompedores se han ido asentando
en el repertorio. Por otro lado, algunas tendencias han querido recuperar la
complicidad con el público y han dotado al género de otras miradas. Entre los
más radicales queda
Karlheinz
Stockhausen con obras como Mittwoch aus Licht y,
entre los compositores todavía vivos y ya con cierta preponderancia en el
repertorio, Philip Glass, que junto al director de
escena Bob Wilson, arrastró a nuevos públicos con
su Eisntein on the Beach. Son casos que, al igual que los de Benjamín Britten con su Peter
Grimes o György Ligeti con El gran macabro, ocupan un espacio de
regeneración en el aun inagotable tránsito de la ópera.
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