domingo, 17 de diciembre de 2017

1 AÑO YA

Donald Trump bebe unos 4,3 litros de Coca-Cola light al día. Eso significa 12 latas de 360 mililitros, lo que a su vez implica unos 564 miligramos de cafeína. O, puesto de otra manera, el equivalente a unos 11 cafés.
No es una dosis saludable. Pero nada lo es en la rutina diaria del presidente de Estados Unidos. Trump lleva décadas durmiendo entre cinco y seis horas diarias. Y profesa una peculiarísima filosofía científica que le lleva a creer en el poder de la genética -hasta un extremo que algunos creen que le acerca a la eugenesia, o sea, a la teoría de que la especie humana es perfectible simplemente 'cruzando' los individuos más saludables- y en que cada persona tiene solo una determinada cantidad de energía que puede gastar. De ahí viene su rechazo por las actividades deportivas. Con una excepción: el golf. En lo que lleva de presidencia, Trump ha ido a practicar ese deporte 79 veces desde que llegó a la Casa Blanca. Eso supone que, en promedio, el presidente se pasa uno de cada cuatro días en el green. No está mal para alguien que acusaba a Barack Obama de pasarse todo el tiempo jugando al golf.

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