Me di un salto esta tarde a Puerto de la Cruz, en el norte de Tenerife, un lugar al que todo isleño tiene cariño, entre otras cosas por ser el primer centro turístico de las islas, nada menos que en 1886. Una tarde preciosa, aparcamiento complicado, para no variar, y una serie de proselitistas carteles pegados en las farolas. Nunca entenderé esa manía de intentar enseñarnos la luz -la suya, claro- de algunos, ¡dichoso proselitismo!
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