jueves, 13 de marzo de 2025

LUZ

♫¡Hola Jose!♪, me decía mi compañera Mariluz cada mañana cuando ella llegaba al Ayuntamiento con su manera particular y cantarina de hablar. Una y otra vez, con su sonrisa mañanera, cruzábamos saludos y buenos deseos para esa mañana que tocaba empezar. Ya fuera en la oficina o en el bar, saboreando ese segundo café de las 7am, donde veíamos crecer a su hijo, o si nos cruzábamos aquí o allá, siempre nos obsequiaba con esa sonrisa y esa cadencia al hablar. 
Han pasado los años, ya muchos -nunca suficientes, pues contarlos es vivirlos-, y una mañana te dice una compañera de oficina, ¿sabes que Mariluz no está bien? Tiras del hilo y descubres con horror que la cosa no pinta bien y te miras los pies para no mostrar tu cara de tristeza... A los pocos días te dan la noticia: ya se fue. Increíble, nunca estamos suficientemente preparados para despedir a un amigo, a una amiga. Es en ese momento cuando repites en tu cabeza, en bucle, el agradable sonsonete que tantas veces has escuchado, ¡hola Jose!. Te fuiste para no volver, piensas. Qué injusto es todo esto y qué mal educamos y preparados estamos respecto a la muerte; he aquí una de las asignaturas pendientes de la educación, he aquí una losa sobre nosotros que la religión nos ha regalado.
Siguiente escalón, el pésame. Te acercas al tanatorio con un nudo en la garganta que se va apretando más a medida que te acercas a su viudo, al que le ofreces tu apoyo con un "lo siento", hasta que notas como casi se te corta la respiración cuando le das la mano al niño, ya hombre, para sentir con él la muerte de su madre. Los pésames son palabras vacías, el contenido se lo pones tú al mostrar tu homenaje al que se ha ido, al decir con las palabras y con los ojos y con el cuerpo, que lo sientes, que te duele, que vas a echar de menos su casa, su sonrisa, su luz.
Pero si algo aprendes con los años, a demás de lo poco justa que es la vida y la muerte, es que nunca sabes, NUNCA, lo que te va a deparar el futuro. 
El futuro no existe, el futuro es hoy.
Mariluz, descansa en paz. 
Paul Readen, *Victorian Kitchen Garden Suite.

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