Leo en EL PAÍS onlide de hoy una entrevista aun lancero de Tordesillas, defendiendo, en nombre de la tradición, como no podía ser de otra forma, el tristemente famoso Toro de la Vega. El titular decía algo así: "PROHIBIR EL TORO DE LA VEGA SERÍA COMO DERRIBAR UN MONUMENTO".
Pues está claro que debemos derribar el susodicho monumento. Sí, monumento a la salvajada, a la barbarie, a la tortura, a la España profunda, sádica y analfabeta. Invito también al inefable lancero a que bucee por Internet buscando fiestas salvajes en el mundo, muchas de ellas (no todas, qué desgracia) ya prohibidas u olvidadas por bestias. En dichas fiestas no solo se maltrataba animales, las más, sino mujeres, por ejemplo, o miembros de la tribu, etc. Afortunadamente nuestra civilización avanza y, entre otras cosas, que estas demostraciones salvajes del ser humano desaparezcan es prueba de ello. Esperemos que, de una vez, España aporte su granito de arena a la civilización.
¡No al Toro de la Vega! Una y mil veces ¡NO!
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