El árbol mejicano que hay plantado en mi jardín, del que nunca me acuerdo de su nombre, ha florecido completamente. Pierde todas sus hojas al principio de la primavera para dejar lugar a unas flores rojas, alargadas y estrechas en forma de pequeños ramos al final de cada rama. Ahora, ley de vida, irá perdiendo las flores poco a poco hasta que vuelva a cubrirse nuevamente de hojas y de nuevas ramas.
A la colección de macetas se ha sumado una con dos jacintos. El resto, la de Isa, un hijo de la de Ventura... sigue bien, floreciendo despacio y creciendo.
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