Ya estamos en Semana Santa, coronavírica, suspendida, semiconfinada, con guiris pero sin patrios. Incluso a los canarios nos exigen test para movernos entre islas, por lo preveo que serán unas pequeñas vacaciones caseras, que por otro lano no vienen nada mal. Necesitamos tiempo para nosotros, para leer, para dormir, para dejar de pensar. Siempre es un buen momento para salir a respirar aire campestre o playero, que para gustos, colores.
Mientras en la Península, Madrid está tomado por los fanceses, todos cultos a la par que dichosos por la decisión de su inefable presidenta, Isabel Ayuso, de conceder la medalla de Oro de la Comunidad a Cristina Cifuentes. Lástima no leer lo que los historiadores escribirán sobre esta ápoca en el futuro. Si el 2020 y el 2021 quedará marcado por el COVID-19, Madrid, sin duda, lo hará por esta señora que debe buscar no ya el tiempo perdido sino la neurona no encontrada, que como a Armada, ni está ni se la espera.
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