Las bodas de Fígaro, Mozart. *Sull'aria.
Pocas cosas tranquilizan tanto mi alma como la música. Ahora escuchando un aria de Las bodas de Fígaro, tan necesaria después de leer la nueva guerra que nos llega en forma de nuevos "papeles de Bárcenas", los posteriores no sé de qué me hablas o me vengo a enterar ahora, que llegarán; la estupidez de la niñera de los Iglesias -ya no saben qué publicar para desgastar a esta gente-, no debe haber nada más importante en España que la niñera de estos; la vida y milagros de la Pantoja o el nuevo ático de Tamara Falcó, leído todo el EL PAÍS, otrora periódico de un color menos amarillento. Siento tanta vergüenza leyendo esto que vuelvo a la decisión autoimpuesta en marzo de 2020: 0 informativo. Que les den a las listas de muertos, a las dichosas estadísticas que todo lo saben pero que no dicen nada, a las elecciones catalanas, a Podemos, al PSOE, al PP, a Ciudadanos, a VOX, a todos ellos; a los independentistas y por extención a cualquier nacionalista ("el nacionalismo es la guerra", Miterrand dixit), a la TV de mierda, a los comentaristas quedetodosaben, a los periodistas casposos, a la Iglesia que ni está ni se la espera, a los insolidarios, a los que no están a la altura de nuestras circunstancias, a los estrechos de miras, a los recalcitrantes, a los terraplanistas, a los creacionistas, a los maltratadores, a los tóxicos y a tantos otros.
Preocupémonos por la próxima extinción de los osos panda ya que al dodo no llegamos, por los niños de la guerra, por los que ejercen la prostitución, por los que tienen hambre, por el medio ambiente, por los animales, por la música y los libros, por esta vacuna que no llega, por la familia, por los amigos. Casi casi, lo demás importa bien poco.
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