Marcial nació con buen carácter, o al menos la vida lo fue forjando en esa dirección. Persona afable, con don de gentes, amigable, tierno... O sea, exactamente con la personalidad contraria para sobrevbivir en este mundo de mediocres y de gentuza. Huevón, sin carácter, sin fuerza, débil, blandengue, sin sangre; ¡imponte! le dicen una y otra vez.
Hay que organizar alguna cosa, ¡habla con Marcial!, él te lo soluciona; debemos ir a una reunión importanmte, así que Marcial debe ir que a él se le dan bien estas cosas; hay un problema, no veo la solución: habla con Marcial, seguro que él encuentra una salida. Pero, cuando se tornan las cosas y Marcial ya no es necesario, empieza el asunto a cambiar. Míralo, de tan bueno es imbécil; es que no te impones, Marcial; tú no estás aquí para hacer amigos, Marcial; ¿Marcial? ¡me la pela!
Él, sumergido en las aguas que rodean esta isla de mediocridad, va creando su mundo interior, ajeno a todos, colocando las piezas de su vida, encajándolas poco a poco hasta terminar el puzzle y los mande a todos al carajo. Después ya verá si enmarca el resultado y lo cuelga en la pared para disfrutar de él cada día.
Marcial, tú puedes con esto y con más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario