Las horas del día cada vez me cunden menos, son insuficientes; llego a mi casa tan cansado que por la tarde me cuenta un triunfo sentarme de nuevo frente al ordenador a trabajar, por lo que los fines de semana se han convertido en una solución sencilla, tengo dos días completos para sentarme, sin teléfono, sin atención al público, sin compromisos.
Hablaba ayer con un amigo argentino que me preguntaba por mis planes para el fin de semana y le decía que trabajar, que tenía algunas cosas pendientes que tenía que terminar obligatoriamente antes del lunes, o al menos esa es mi intención. Después, sus palabras fueron una arenga sobre la necesidad de desconectar, de apagar el modo trabajo, de descansar. Sí, por supuesto, de acuerdo al 100%, pero cuando hay cosas pendientes, si no me da tiempo entre semana, he de aprovechar el finde, no queda otra. Aún así, aún estando sentado en el despacho de mi casa desde las 7:30am, de adicto al trabajo nada de nada, palabra.Mi cabeza está más allá, en las vacaciones de Navidad, en el Pabellón de Barcelona de Mies, en el miércoles que viene, que es fiesta...
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