El síndrome del empleado quemado:
cómo dejar de echar humo en el trabajo
El desgaste laboral se ceba en el
sector financiero, comercial, sanitario y de atención al cliente
Otros.
Madrid 15
JUN 2019 - 08:35 CEST
Enfrentarte cada día a un jefe que no escucha, a
su incapacidad para aportar valor a la compañía y a su equipo, al mal reparto
de los incentivos económicos o al tiempo que dedicamos a formar talento joven
para que luego lo dejen ir por carecer de un proyecto. Estas son situaciones
que producen un desgaste y una apatía insufribles”, confiesa un mando
intermedio de una gran compañía que pide anonimato y reconoce: “Estoy muy
quemado”. Lo que también asevera Cristina García, técnica en prevención de
riesgos laborales: “Trabajo con demasiada presión. En mis
evaluaciones es difícil contentar a todos: empresa, trabajadores y sindicatos,
con el agravante de que un riesgo no valorado puede acarrear responsabilidad
penal”.
Estar quemado no es algo nuevo
para cientos de trabajadores, un 10% del total según los expertos, pero sí lo es que quienes lo sufren lo reconozcan.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha admitido estos días que el
“síndrome del trabajador quemado” entra por derecho propio en la Clasificación
Internacional de Enfermedades. Un paso de gigante que lo reconoce como
enfermedad profesional, por lo que las organizaciones deberán de implementar
planes de prevención a partir del 1 de enero de 2022.
Aunque no hay cifras de afectados ni
bajas laborales dado que hasta ahora no se consideraba enfermedad, lo cierto es
que el síndrome del trabajador quemado es una bomba de relojería. Se diferencia
del estrés, causante del 30% de las bajas laborales, porque este “puede llegar
a ser beneficioso y te pone las pilas”, explica el doctor especialista en
medicina del trabajo Francisco Peñalver, jefe del departamento de seguridad,
salud y bienestar de HM Hospitales.
Pero cuando el estrés es continuo
y se prolonga en el tiempo, añade, se convierte en patología y aparece el burn-out o
síndrome del desgaste profesional, que puede tener fatales consecuencias. Así,
Peñalver apunta a la prevención y a la formación como las mejores aliadas para
ese 49% de trabajadores que en una reciente encuesta de la red social LinkedIn
confesaban sentirse “muy estresados” en España.
Sentir tristeza y acudir al
trabajo sin ilusión puede ser un comienzo. Pero para reconocer si se está a las
puertas de la quema, el especialista apunta unos síntomas: “Levantarse cansado
a pesar de haber dormido o experimentar sentimientos negativos hacia
compañeros, clientes o tareas, que se traducen en un bajo rendimiento y escasa
concentración para cumplir objetivos. Esos son los claros referentes de esta
enfermedad cuyo origen se liga al desempeño laboral”.
Caldo de cultivo
El síndrome encuentra su mejor
caldo de cultivo entre los mandos intermedios y muy especialmente en los
sectores financiero, sanitario (afecta al 37% de los médicos, según un estudio
de Medscape), redes comerciales, atención al público y a quien tenga una
exposición emocional a otras personas. ¿Quién es el causante? Empresas y
trabajadores se arrojan la patata caliente. Pero Ignacio Cristóbal, profesor de
la Universidad de Navarra, lo tiene claro: “Es una responsabilidad compartida”.
La solución para combatir la
enfermedad pasa, según el docente, por que “las compañías elijan bien a los
directivos para dirigir e involucrar a su equipo en nuevos proyectos”. Y que el
empleado potencie su autogestión para “organizar bien su tarea, decir al jefe
lo que no le gusta, aprender a priorizar y tener una vida personal
equilibrada”. Pero, una vez contraído el síntoma, es prioritario “reconocer el
problema”, indica Peñalver, y ser disciplinados para adoptar medidas sencillas
aunque constantes, como entrenar la relajación, meditar o hacer ejercicio
frecuente.
Los sindicatos insisten en la
prevención. “Para evitar que el trabajador acabe quemándose, la empresa debe
definir muy bien sus responsabilidades para que sepa lo que se espera de él.
Tener una comunicación fluida y que sienta reconocida su labor. Hay que darle
formación tecnológica y herramientas para cumplir objetivos en plazos
razonables”, aconseja Ana García de la Torre, secretaria de salud laboral y
medio ambiente de UGT.
Es precisamente en los objetivos
donde reside el origen de este síndrome para José Luis Romero, representante
sindical de CC OO en Banco Santander, porque a veces “son inalcanzables” y
“motivan que el empleado del sector financiero cometa, debido a la presión de
los resultados, ciertas irregularidades que pueden acabar en despido”. Romero
destaca “buenos salarios y beneficios sociales” en este sector, que es uno de
los “más vapuleados por un estrés cronificado” debido a la enorme pérdida de
empleo y el deterioro de su imagen en la opinión pública (desahucios,
preferentes…), y porque a largo plazo “genera organizaciones tóxicas por parte
de los mandos intermedios, que defienden su parcela de objetivos con una brutal
presión al último eslabón de la cadena”.
Una vez identificados los
síntomas y el personal afectado por esta enfermedad psicosocial, las
organizaciones tienen que activar toda una maquinaria que no es fácil ni rápida
y acarrea consecuencias. Algo que nunca se había hecho porque “existe una
negación absoluta por parte de las empresas de que los problemas psicológicos
sean consecuencia del trabajo”, sentencia Pedro J. Linares, responsable de
salud laboral de CC OO. Algo que la experta en riesgos laborales, Cristina
García, justifica porque “el riesgo psicosocial es algo consustancial al trabajo,
no se ve y resulta difícil evaluar”.
Así, CC OO pide una mayor
colaboración a las empresas para medir realmente los puestos de trabajo y que
permitan aplicar los métodos validados científicamente por el Instituto
Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo: “Es necesario que las compañías
acepten sus conclusiones y no pongan trabas si hay que modificar protocolos y
hábitos de trabajo, porque esta lucha es únicamente en beneficio de la salud
del trabajador”.
CÓMO DETECTARLO
¿Está quemado? Identificar si
echa humo en el trabajo ayudará a solucionar el problema lo antes posible. Para
ello, el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo identifica
cuatro fases.
1. Entusiasmo: en un nuevo puesto
de trabajo se genera mucha energía y se dan expectativas positivas. No importa
alargar la jornada laboral.
2. Estancamiento: no se
cumplen las expectativas profesionales. Hay un desequilibrio entre esfuerzo y
recompensa.
3. Frustración: el
trabajador se desmotiva y desmoraliza. Pierde la ilusión. Cualquier cosa le
irrita y provoca conflictos en el grupo de trabajo.
4. Apatía: cambios de actitud
hacia una postura defensiva.
Estresado o quemado, ¿cuál es la
diferencia?
Estresado
Demasiada implicación en los
problemas. Hiperactividad emocional.Puede tener efectos positivos en
exposiciones moderadas.Agotamiento o falta de energía física.
Quemado
Falta de implicación.
Embotamiento emocional. Agotamiento que afecta a la motivación y la energía
psíquica. Depresión por pérdida de ideales.
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