Oliver Heldens, *Waiting.
Cuando empecé a trabajar como arquitecto, hace ya demasiados años, uno se sentaba con el cliente, bla bla bla, firmaba -si firmaba-, llegaba a un acuerdo y empezaba a dibujar a piñón. En un mes, dos, tres a lo sumo, dependiendo de la complejidad, terminaba el proyecto, completito, memoria y planos, todo firmado, doblado y encarpetado 7 veces, muy bíblico todo, sí. Un proyecto completo hecho en el estudio, llevado a visar al Colegio de Arquitectos y entregado al promotor con la cara de felicidad puesta por el trabajo bien hecho.
¿Ahora? ¿dónde habrán quedado aquellos tiempos? Se fueron para no volver, y no sólo porque la profesión de arquitecto (casi) ha muerto y el trabajo escasea, sino porque el trabajo que hay se ha convertido en una suma interminable de anexos, sub proyectos de otros profesionales, memorias interminables, etc.
Ahora me encuentro terminando -es un decir- una memoria laaaaaarga para una nave industrial, encajando piezas repartidas sobre mi mesa, justificando el cumplimineto de mil y un parámetro,calculando, muriendo. ¡Bailemos!
Oliver Heldens, *Flamingo.
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