Internet ha traído la inmediatez, todo se sabe en el momento que ocurre, incluso el número de muertos en una guerra y, si me apuras, sus nombres, apellidos y si son de un equipo u otro. Estamos tan tan acostumbrados al bombardeo de noticias de todo tipo, no sólo de bombas, que hemos perdido la capacidad de asombro (¡no, por favor, no!) cuando vemos/ leemos/ oímos algo sobre algo sin inmutarnos. La clásica y eterna pregunta "¿hacia dónde vamos?" parece vislumbrar una respuesta; al caos. Si antes nos preguntábamos "quién soy", hoy día ya da lo mismo. Los mortales occidentales, los mismos que nos levantamos, trabajamos y nos acostamos, los mismos afortunados que disfrutamos de una vida tranquila, de una sanidad digna, de un presente estable y todo eso, hemos desarrollado la capacidad de leer noticias como ésta ↓...
...y seguir preparando la comida como si nada.
A los demás, a todos aquellos que suspiran por subirse a una patera, por emigrar, por comer, por vivir; a todos esos, que son los más, ya me dirán qué les importa Elon Musk, Trump, Putin, o spm. A ellos sin saberlo y a nosotros, absolutos sabedores, nos depara el mismo futuro, una pena. Orwell nos avisó, el Gran Hermano ha ganado, llámese como se llame, smartphone, smartwatch, Skynet, IA, ¿qué más da? Vivimos en casas manejadas por Alexa: lámparas que se encienden solas, aparatos de música que conocen nuestras preferencias, electrodomésticos programados; todos tan ufanos, orgullosos de nuestros logros, dejándonos hacer.
Ando viendo la serie Chacal (The day of the Jackal) y el planteamiento de esta enésima vuelta de tuerca a la novela de Frederick Forsyth es novedoso, un mega rico que crea un programa para controlar el movimiento de dinero de los mega ricos. Como los personajes de las novelas de Patricia Highsmith, el protagonista de Chacal, un asesino a sueldo, se vuelve tu aliado e inmoralmente deseas que cumpla su objetivo a pesar de aliarte igualmente con la víctima. He ahí la grandeza de la literatura y, a veces (muchísimo menos), también de la televisión. Elon Musk, para muchos el que mueve los hilos del guiñol en el que participamos todos, podría ser uno de los personajes de la serie televisiva y nos parecería lo más normal del mundo. ¿Cómo es posible que existan estos personaje? ¿No eran los súper ricos personas discretas que nunca se dejaban ver y así nos hacían creer que no existían? Parece que la discreción ya no es un plus, ahora todo es acara descubierta y sin vergüenza alguna. Tanto vale intentar comprar Groenlandia, pedir la caída de un gobierno salido de las urnas (léase UK) o querer anexionarse Canadá, por pedir que no sea.
Ahora, más que nunca, desearía que me ofrecieran escoger entre la pastilla roja o la azul.
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