Lástima que este buen ambiente no se traslade al día a día, pero no se puede pedir peras al olmo, el que no tiene, no tiene. Menos mal que los que somos familia, lo somos y, como diría Vito Corleone, nunca digas lo que piensas a alguien fuera de la familia.
El éxito parece estar asegurado, hasta dos menús porque cada vez somos más los que no comemos carne. Incluso un DJ, no se puede pedir más por tan poco.
Vamos a tirar la casa por la ventana (no caerá esa breva).
Ojalá estos encuentros sirvieran para plantar la semillita de la empatía en tanto campo yermo.
Amén.
PD. Hablando de familia, tomé café ayer con un amigo al que le han diagnosticado "una larga enfermedad", de la que va saliendo, menos mal. Tenemos que vivir cada día, es imprescindible.
¡Oh capitán! ¡Mi capitán!
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