viernes, 16 de febrero de 2024

MINUTOS DE GLORIA

 

El drama de la migración es doblemente terrible, primero porque parece no tener solución, al menos sencilla, y también porque, cuando las encuentran son siempre un arma de doble filo.
¿Qué hacer con los MNO (bien les gusta ponerle siglas a todo, ya somos americanos), los menores no acompañados? Si los derivamos automáticamente a Madrid ya está la ecuación resuelta: Canarias → Europa, nuevo "puente aéreo". Si los dejamos en las islas, desbordamiento y catástrofe humanitaria asegurada.
¿Cuál es la solución entonces? No lo sé, no tengo ni idea. Quiero pensar que podrías ser, para empezar, invertir en estos países para que la gente no tenga que plantearse abandonarlos a la buena de dios (¿se puede decir "a la buena de dios" sin ser políticamente correcto? Me arriesgaré). Pero entiendo al Ministro, no puede existir este puente aéreo automático del que hablaba yo antes porque el efecto llamada está asegurado, pero ¿cuándo estos niños están ya aquí, los dejamos mezclados entre tanto adulto desesperado? Desde luego ésta no parece la mejor opción, no.
Hablar del procés está bien, de Nadal y sus finanzas también -somos un país cotilla-, incluso de ese que deja un equipo francés y que quiere venir al Madrid -pan y circo, siempre, pero más circo-, pero la inmigración o como la llamen ahora, ésta sí debería estar todos los días en la primera plana de los periódicos porque no hablamos de un asunto político sino de un asunto humanitario: la gente se ahoga intentando conseguir una vida mejor todos los días, todos. Todos. Si las cifras que dan las estadísticas sobre los africanos que consiguen llegar son altísimas, ¿imaginan las de los que se quedan por el camino?
No hablamos de darle unas monedas al pobre de la puerta al salir de misa para limpiar la conciencia, no, hablamos de nuestros hermanos, humanos todos, que se mueren de hambre en sus países mientras a nosotros nos preocupa la calima.
Ya, ya, hoy me levanté demagógico, mea culpa. Nadie es perfecto, y menos yo que nadie. 

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