martes, 23 de enero de 2024

LAS GAFAS DE LE CORBUSIER

Tuve ayer otro día malo. Sí, esto ya está siendo como "Pedro y el lobo", lo sé, pero si no comparto mis neuras con ustedes ¿con quién entonces? Desmotivado como nunca aproveché para solucionar el problemilla de mis gafas rayadas y me acerqué a la óptica después de ver algunos modelos en su web, que por arte de magia habían desaparecido convirtiéndose en monturas de Gucci, Prada, etc. No, más bien no.
A la espera de la terminación de unos planos y por ende la dichosa Memoria, terminé de ver los dos capítulos que me faltaban de "Asesinato en el fin del mundo", me di una ducha y me acosté a leer a las 8, una horita o quizá algo más. 
Antes me entretuve unos minutos en buscar gafas baratas tal y como las quiero, redondas y que pesen poco, sobre todo la segunda premisa. Todas muy bonitas pero deben pesar un quintal, así que me temo que será una tarea ardua. ¿Qué hubiera hecho Le Corbusier antes esta necesidad? Obvio, cambiar de óptica. Pues decisión tomada.
Un día malo, comentaba.
Tras el enésimo desencuentro en la oficina y fallo en el interruptor de desconexión (suele funcionar mal), conduzco hasta Santa Cruz en mi coche-oficina ambulante mientras resuelvo dos problemas por teléfono -manos libres, por supuesto-, concreto una cita y le doy un golpe al interruptor que sigue sin pasar a modo OFF.
Y como no hay dos sin tres, puntada sin hilo, Ley de Murphy, castigo divino o cómo prefieras llamarlo, me comenta un amigo que está pensando en cambiar de trabajo y un concejal que quiere que trabaje alguna tarde, de manera que ya sólo me queda esperar a que me instalen una cama plegable en la oficina. Egoístamente feliz por la decisión de mi compañero, pensé en él por la tarde; lo del concejal aún en stand by, el tiempo que tengo es poco pero las horas extras se pagan bien. No logro despejar la x de la ecuación (¿o sería mejor probar a despejar la y?). 
Falta para las vacaciones, que este año ¡a saber!, pero llega el martes de carnaval y, antes, otro jueves más, mis favoritos. ¿Cómo irá la obra?
¿Qué música irá bien para esta mañana de reflexión compartida? No puede haber nada mejor que el primer movimiento del Concierto para piano nº1 de Tchaikovsky. Feliz semana.

PD. Es increíble el poder de curación de la música.
Tchaikovsky, *Concierto para piano nº1-I.

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