No puedo expresarlo mejor, la cantidad de información sobre la pandemia es superior a mí, no lo soporto. Me he tomado mi segundo café de la mañana, en esta ocasión en otro de los bares cercanos -me gusta alternarlos-, con mi libro en ristre porque cualquier ocasión es buena para leer un ratio, para encontrarme con un panorama que no sólo me impidió leer sino que consiguió que casi me quemase al apurar el cortado caliente para salir huyendo de allí:
- L, el dueño, arengaba contra el Gobierno y su manipulación a todo aquel que quisiera escucharlo (imposible no oírlo).
- La televisión, encendida, con las noticia en bucle monotemático, nos amenizaba con la lista de contagios, la saturación de las UVIs, los hospitales desbordados, los muertos, etc. Por otro lado imágenes de fiestas locales, discotecas, bares, futboleros y hasta píos en misa, todos bien pegaditos. Colegios, guarderías, universidades, sólo faltó Astérix preocupado por si el cielo se le caía encima.
- Y como guinda Miguel Bosé diciendo estupideces.
¿Quién puede soportar esto y seguir cuerdo? Yo no, créanme.
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