sábado, 13 de junio de 2020

UN LIBRO Y OCHO MÁS

A menudo he comentado mi profunda aversión a los nazis, sólo comparable, quizá, a mi amor por los libros. Esa terrible concepción mesiánica, esa impunidad absoluta, odio y desprecio total por la vida me pone enfermo. Leo ahora "La bibliotecaria de Auschwitz", de Antonio G. Iturbe; de él extraigo lo siguiente:
"...Desde que han encontrado la fórmula para exterminar a los judíos con eficacia y sin generar situaciones de caos en centros como Auschwitz, el crimen masivo dictado desde Berlín ha dejado de ser un problema. Se ha convertido para ellos en una rutina más derivada de la guerra.
La gente se ha puesto en pie delante de Dita, y los SS no pueden verla. Mete la mano derecha bajo el blusón y coge el tratado de geometría. Al tocarlo, siente la rugosidad de sus hojas y recorre con el dedo los surcos de goma arábiga en el lomo arrancado. Se da cuenta de que el lomo desnudo de un libro es un campo arado.
Y en ese momento cierra los ojos y aprieta muy fuerte los libros. Sabe lo que ha sabido desde el principio: que no va a hacerlo. Ella es la bibliotecaria del 31. No va a fallarle a Fredy Hirsch porque ella misma le pidió, casi le exigió, que confiara en ella. Y él lo hizo, le mostró los ocho ejemplares clandestinos y le dijo: ésta es tu biblioteca."  
Mozart, "Zaide", *Ruhe sanft, mein holdes Leben.

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