Desde Portobello saldríamos cada
mañana a recorrer la ciudad, encontrándonos el sábado, nuestro segundo día, con
el Culture Day, un evento en toda Irlanda con manifestaciones culturales
allá donde vayas. Nosotros optamos por acercarnos a Dublin Castle, donde
ya habíamos estado esta mañana acompañados por nuestros anfitriones. Por la tarde nos habíamos
despedido de Bea y Juan que volvían a España, una gran pena. El viernes, los seis, una vez
recuperadas las fuerzas en la casa, salimos a pasear un buen rato por Dublín,
cenar y disfrutar nuevamente de música en vivo, aunque esa primera noche la
verdad es que no tuvimos demasiada suerte con los conciertos.
Volviendo al sábado, comenzamos
nuestro paseo diario por el mismo canal, justo frente a nuestra casa, donde
celebraban también allí el día cultural (CANALAPHONIC) con quioscos, carpas y una zona
deportiva dedicada a dar a conocer, entre otras cosas, el paddle-surf (SUP).
Pablo, por supuesto, se animó a utilizar una tabla y darse un paseo, vestido,
por el canal. Los cisnes huyeron asustados y no los volvimos a ver más.
Dublín estaba repleta de lugares
con actuaciones en vivo y, por supuesto, de gente en la calle. Habíamos
almorzado algo tarde en un libanés, de manera que optamos por una cena frugal
en uno de los quioscos situados en los jardines de la Christ Church
Cathedral después de haber estado un buen rato en el gran patio central de
Dublin Castle. Donde realizamos un extraño recorrido por el patio de
entrada a través de un laberinto de vallas, imagino que producto de la
constante amenaza terrorista en la que nos hallamos sumidos. Una vez superado
el recorrido vallado esperamos un rato hasta que se vaciara parte del recinto
para que dieran paso al siguiente grupo donde nos encontrábamos nosotros. Desde
allí se retransmitía para el país un programa de la televisión estatal donde
actuaban multitud de cantantes, músicos y hasta algún rapsoda (pudimos escuchar
un fragmento del Ulises de James Joyce en su lengua original, vaya un lujo).
Música irlandesa actual, tradicional y hasta un mariachi en un entorno muy agradable y sin sensación
de agobio.
De Dublín Castle a Christ Churh y
de allí directos a Temple Bar, música y cerveza. Pasamos por algunos
pubs para terminar en Vat House Bar, animadísimo, donde incluso nos
regalaron un sombrero de paja a cada uno. Allí leímos que la noche siguiente,
además de música en vivo podríamos disfrutar de baile riverdance, de
manera que dejamos la opción apuntada en la cabeza. Nuestra estancia en Dublín
fue una sucesión de paseos, comidas, música y cerveza -en mi caso una sidra,
coca-cola light y mucha mucha soda water-.
El viaje tocaba a su fin y el
domingo, nuestro último día, Gerard y Katleen nos llevaron a visitar el sur de
la ciudad, primero almorzamos y disfrutamos del entorno en Powerscourt
Estate, una mansión situada en una enorme extensión verde donde se situaban
dos campos de golf. Después subimos a Dalkey y Killiney Hill para
divisar la costa y, a lo lejos, la ciudad de Dublín. Esta pequeña excursión
cerraba nuestro viaje a Irlanda, en mi caso haber podido ponerme en modo OFF
durante diez días completos, olvidándome del trabajo y de todo lo que ello
conlleva. El estrés, esa enfermedad que nos mata poco a poco silenciosamente, es
tan difícil de combatir que uno debe echar mano a lo que sea que funcione y
viajar es un remedio infalible para este mal.
Cerrado el capítulo irlandés, al
menos el bueno, tocaba llegar con el GPS al aeropuerto internacional, devolver
el coche de alquiler, facturar a Gran Canaria y esperar la salida de nuestro
vuelo de Jet2.com, otra compañía low cost de transporte de
ganado, como nosotros, donde disfrutamos del escándalo con el que los borrachos
eufóricos cercanos nos deleitaron durante todo el vuelo. Ahora que hay que
pagarlo todo en estos vuelos no quiero pensar la cantidad de dinero que esta
gente habrá dejado a la compañía. Volando en ellas, en estos asientos
de juguetes, cuesta creer que finalmente no aprueben volar de pie. Tiempo al
tiempo. Aún así, sin glamour alguno, cuento los días para volver a volar, por
lo que doy por empezada la cuenta atrás para las vacaciones de Navidad.
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