miércoles, 8 de agosto de 2012

PANES, PECES Y TUPPERWARES

El domingo pasado me di cuenta que una gaveta, cajón dirían otros, de la cocina no se abría. Investigué, miré encima, debajo, agachado, hasta que descubrí la causa del problema: un tupperware rosa pálido impedía el movimiento al haberse colocado sobre una tapa de un caldero a modo de torre. Con los tupperware me pasa como con la multiplicación de los panes y los peces, siempre hay más de los que necesito; yo creo que se multiplican de forma mágica, palabrita. Entre los que compré hace ya mil años y los que me traigo con comida de fuera, siempre encuentras alguno donde menos te lo esperas, y lo peor es que aparecen tapas sueltas, recipientes sin tapa, algunos de tamaños imposibles, por grandes o por ridículamente pequeños. ¿La solución? fácil. Se prepara un paquete para devolver a su verdadero dueño/a y el resto se separa en dos montones, uno grande y uno chico. El montón de menor tamaño se guarda convenientemente (nunca se sabe), y el montón grande... bueno, les dejo que vuele la imaginación.

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